Ya se está hablando mucho —y más que se tendría que hablar todavía— de la entrevista a Clara Ponsatí del sábado noche. El discurso de la eurodiputada pone luz donde|dónde dábamos por hecho que ya no había nada de nuevo, y deja al descubierto las mentiras que, de tan repetidas, la inmensa mayoría tomábamos como|cómo las únicas verdades. Con los razonamientos de Clara se hace más intolerable hacer pasar por normalidad uno "mientras tanto" autonomista que desautoriza una vez y otra el 1-O y el Parlamento de Catalunya, y menosprecia, por lo tanto, la ciudadanía que votó.

En el caso más reciente, la desafección manifiesta agrava la desigualdad rampante que es la que sí que divide a la sociedad catalana. Sabíamos ayer que el Tribunal Constitucional ha dado la razón al recurso del ejecutivo de Pedro Sánchez y ha tumbado la rebaja del IRPF de las rentas más bajas que introdujo el Gobierno a través de la ley de acompañamiento de los presupuestos. Excedían, decía el Ejecutivo más progresista, las competencias autonómicas. Y como era de esperar ¡ el Constitucional ha dicho que "sí, oh y tanto que tenían razón"!, y ha declarado la nulidad de esta medida fiscal que beneficiaba las rentas iguales o inferiores a 12.450 euros al año. Un caso peligroso e intolerable de invasión competencial porque podría hacer entender en las capas con menos recursos que la soberanía fiscal y el autogobierno pueden conducir a una sociedad de más equidad. Y eso asusta a los poderes de siempre, los que ahora dicen también del Deep State. Pero el varapalo|colleja del gobierno de Pedro Sánchez es doble, y lo reciben también sus socios minoritarios, porque, como explica la periodista M. Lasalas para los desmemoriados, la rebaja fiscal, que va más allá de los límites autonómicos, formaba parte de los acuerdos del gobierno del presidente Quim Torra y Plan|Plano con el grupo de En Comú-Podem. Gracias a la abstención de los comunes se pudieron aprobar los presupuestos de la Generalitat del año pasado, y todo por|para una medida "inconstitucional" que va más allá del corsé autonómico, cuando|cuándo precisamente en los de Podem poco les molesta encorsetarse... Son las paradojas de la política.

El TC ha declarado la nulidad de esta medida fiscal que beneficiaba las rentas iguales o inferiores a 12.450 euros al año. Un caso peligroso e intolerable de invasión competencial porque podría hacer entender en las capas con menos recursos que la soberanía fiscal y el autogobierno pueden conducir a una sociedad de más equidad.

Por eso creo que vale la pena seguir y comentar las opiniones de la mujer más votada al Consell per la República, organismo que, en sus propias palabras, todavía tiene que demostrar su valor. Ponsatí cree que para mejorar la política hace falta que, los que se dedican, tengan un cambio de actitudes y de comportamientos... Pero Clara tiene que reconocer que, tal como están las cosas, si el cambio de actitud y comportamiento es minoritario, será difícil que los nombres y apellidos de los de las nuevas actitudes salgan —o sigan saliendo— en los puestos de salida de las listas electorales... No sé si sería mejor la generalización de las listas abiertas y prácticas como las del "desvoto" municipal en algunas poblaciones de Estonia (de manera que pueda cada elector retirar su voto al candidato elegido que lo ha defraudado); Sería una buena manera que los que llegaran al final del mandato mantuvieran su credibilidad (casi) intacta. Una credibilidad de la cual la política va bastante falta... y una credibilidad que a Clara le sobra.

La credibilidad es, en buena parte, la clave de todo. Cuando la presentadora le hacía la observación a Clara Ponsatí en el sentido de: "el 1-O del 2017 no se obtuvo ningún reconocimiento internacional..." la exconsellera de educación interrumpió enseguida: es que no lo pedimos... es que no hubo nadie que dijera, más allá de la votación del Parlamento: ¡Ey!, aquí está la República Catalana, países del mundo, reconocednos"!.

Y el potente foco que arregla Clara se detiene un momento en el rostro de cada uno de nosotros y nos deslumbra hasta enrojecernos cuando añade: ¡Es que no nos reconocimos ni a nosotros mismos! ¿Quién tiene que reconocer a alguien que no se autoreconoce"?

¿Cómo podemos pedir credibilidad como República si hay demasiada gente, a todos los sanedrines, que ni se cree ni se ve a sí misma y su tierra como alguna cosa más que una autonomía, en uno mientras tanto que se estira y se estira porque, como decía la eurodiputada, después de un día viene otro?

El desafío sigue. Nadie ha ganado la batalla definitiva. Y mientras tanto (otro "mientras tanto") ¿que podrá hacer el Consell per la República? Pues estoy de acuerdo con Ponsatí: tiene que demostrar su valor.

Y servir a su pueblo.