Aina Vidal no sabe cuál es la capital de la Cerdanya y Míriam Nogueras, a pesar de hacer algún gesto simpático para disimularlo, va igual de pez con respecto al vínculo con el país. El test que estos días hace Nació Digital a los candidatos catalanes a las elecciones españolas ha destapado que la clase política catalana no sabe demasiado de la gente a la que pide el voto. Los motivos son diversos pero todo lleva a que no solo los catalanes viven cada vez más desconectados de sus políticos, sino que los políticos también viven cada vez más desconectados de los catalanes. Que alguien como Aina Vidal, de los comunes, no sepa nada de un país que desconoce porque, en el fondo, lo desprecia, nos tendría que suponer el menor de los problemas. Que alguien como Míriam Nogueras, que luce espardenyes setvetades y nos pide el voto con el vínculo étnico como único programa electoral, vaya por el mismo camino es porque, desde 2017, la clase política catalana nos trata como históricamente lo había hecho la española: con promesas vacías, estrategias de seducción baratas y una confianza rota que no saben reconstruir. Aina Vidal y Míriam Nogueras comparten hoy que, para ellas, el país es poco más que cuatro votos.

Después del 1 de octubre, Junts solo se ha podido centrar en la apropiación de la retórica octubrista para maquillar todas y cada una de las renuncias a las que se ha entregado

Junts ha perdido el respeto por la gente a la que dice representar. Han huido de la sombra de Pujol tanto tiempo porque no habrían podido estar a la altura de las virtudes: un país medido de norte a sur y de este a oeste y la capacidad de ofrecer alguna cosa a los catalanes cada vez que se doblegaba ante los españoles. Después del 1 de octubre, sin embargo, Junts solo se ha podido centrar en la apropiación de la retórica octubrista para maquillar todas y cada una de las renuncias a las que se ha entregado. Mientras tanto, Roger Montañola los adelanta por la derecha queriendo hacer pujolismo de la vieja escuela, como si los catalanes tuviéramos una memoria finita de cinco años en cinco años. Míriam Nogueras se pone alpargatas para recordarnos que es catalana y nos lo tiene que recordar porque sabe que la radicalidad de su discurso es incompatible con sentarse en el escaño del Congreso español. Incluso su eslogan de campaña "Ja n’hi ha prou" —algo que se tiene que acabar— es incompatible con pedir el voto para empezar una legislatura —algo que empieza—. No tener proyecto no es ningún proyecto por mucho que te lo explique alguien que lleva el calzado que te recuerda a tu abuelo.

Nogueras utiliza todo lo que a los españoles les molesta —nuestra diferencia, nuestro existir— para participar en la política española que nos quiere eliminar

Hace tiempo que Junts es todo carcasa. Una carcasa hecha del legado que dicen despreciar y de una identidad que no tienen fuerza para proteger. Ahora resulta, sin embargo, que la carcasa también es un espejismo tramposo. Se tiene que ser muy chapucero para pensar que basta con llevar unas alpargatas para vincularse con la nación. Es insultante pensar que basta con siete vetas para suturar la confianza de la gente. Hace tiempo que Junts explota el simbolismo y vampiriza las representaciones de la nación para hacerse perdonar no haberla liberado cuando tocaba. Unas alpargatas para refundar el grupo de bailes tradicionales del pueblo, para reivindicar la elegancia del desacomplejamiento, para honrar el saberse hijo de una historia y de unas costumbres, son lucimiento de un orgullo. Unas alpargatas para tapar la incapacidad de construir un proyecto político, para simular profundidad donde solo hay superficialidad y para acuñar la idea de que basta con ser catalán para que los catalanes te voten, son poco más que pereza e infantilización, que es todo lo que le queda a Junts.

En Junts hace seis años que se redimen a través de la ERC pactista y frustrada del 'peix sense cove' para hablar del retroceso de ERC como si el retroceso no fuera también el suyo

Nogueras retira la bandera española de la sala de prensa del Congreso para hacerte olvidar que Carles Puigdemont no la sacó de Palau. Nogueras pide con alpargatas que los catalanes participen —democráticamente, eso sí— en la españolidad. Nogueras utiliza todo lo que a los españoles les molesta —nuestra diferencia, nuestro existir— para participar en la política española que nos quiere eliminar. Todo lo que hoy utilizan para decir que nos defienden es lo que servirá para destruirnos. El problema es que en Junts hace seis años que se redimen a través de la ERC pactista y frustrada del cove sense peix para hablar del retroceso de ERC como si el retroceso no fuera también el suyo. De una persona de la órbita de Junts conocí la expresión "no se puede hacer palanca con un churro". Tampoco se puede hacer palanca con unas alpargatas, ni con un partido que no sabe adónde va, ni con una candidata que en los debates y en las entrevistas no da pie con bola. Ya basta.