Un convoy de 14 vehículos y 55 bomberos de la Generalitat salió de Lleida para ir a ayudar en la extinción del incendio de Jarilla, en Extremadura, y nadie los espoleó con un "a por ellos". Tampoco nadie espoleaba al avión de vigilancia y ataque y al helicóptero bombardero (de agua). La ayuda la ofreció el Govern de Salvador Illa atendiendo a la petición del Centro Nacional de Emergencias una vez valorado el descenso del riesgo de incendio forestal en Catalunya coincidiendo con el final de la ola de calor y la entrada de un frente de lluvias.
El convoy consistía en dos columnas móviles y estuvo integrado por un subinspector, 5 cabos, 2 sargentos, 2 oficiales, 43 bomberos y dos sanitarios. El personal y los vehículos provenían de todas las Regiones de Emergencias y de la unidad GRAF, que colaboró realizando tareas de análisis de comportamiento y evolución de los incendios y maniobras con fuego técnico para ayudar a estabilizar flancos.
Después de los grandes incendios que empezamos a sufrir en Catalunya en los años noventa, nacieron los GRAF y se invirtió en una tecnología y una ciencia que tienen como punta de lanza al inspector Marc Castellnou, un referente Mundial, el Messi de los incendios. A esto se le llama también creerse el autogobierno, saber para qué lo quieres más allá del poder. En cambio, los incendios de este verano han desnudado a las autonomías del café para todos.
Si Catalunya fuese un Estado independiente, también enviaría bomberos a Extremadura. Y donde fuera necesario. Siempre y cuando hubiera alguien con un mínimo sensatez al frente, claro. No se trata del Estado de autonomías. No se trata de un país. Se trata de solidaridad y humanidad
Bien, el caso es que el consejero extremeño de Presidencia, Abel Bautista, que es también secretario general del PP de Extremadura, aceptó el ofrecimiento de la Generalitat "con los brazos abiertos" y le mostró a Salvador Illa "el agradecimiento" por el ofrecimiento y "por ser solidarios con el pueblo extremeño". El hombre destacó la importancia de la "solidaridad" entre los diferentes territorios de España: "Si una administración no puede hacerlo, en este caso en el gobierno central, que manifestó que no tenía más medios para un incendio de 130 kilómetros de perímetro y que, por tanto, no podía ayudar más, sí puede hacerlo una comunidad autónoma". Y Bautista añadió que "este es el Estado de las autonomías y esta es la solidaridad entre los diferentes territorios de nuestro país". Al hombre se lo veía emocionado y remachó "esto sí que es un país y, por tanto, la alegría es inmensa, aunque no pueda expresarlo por la dificultad del momento, es inmensa". Se ha hecho tanta catalanofobia que se han llegado a creer que los catalanes llevamos cola y olemos a azufre. Y después se sorprenden.
Lo que venía a decir el consejero es que ahora sí que Catalunya se ha portado bien y no como en 2017. Pues les cuento un secreto. Si Catalunya fuese un Estado independiente, también enviaría bomberos a Extremadura. Y a donde fuera necesario. Siempre y cuando hubiera alguien con un mínimo sensatez al frente, claro. No se trata del Estado de autonomías. No se trata de un país. Se trata de solidaridad y humanidad. Y el debate sobre la soberanía es algo distinto.
Decía que los incendios han desnudado el Estado de las autonomías, que no estaban preparadas y tenían unos recursos de cartón-piedra. Por eso pidieron apoyo al Estado. Y por eso —y de pasada desgastarlo— Alberto Núñez Feijóo corrió a culpar a Pedro Sánchez. Que, por cierto, tiene cara de irse pronto. Pero el líder del PP es el culpable del lamentable espectáculo de reproches entre políticos mientras España ardía. Quiere una lista de pirómanos y debería ponerse él en ella el primero.