Este arranque de semana despeja varias claves del ecosistema nacional. Primero, el Gobierno ha querido quitarse la moción de censura cuanto antes colocándola a siete días vista. El PP especuló con que Pedro Sánchez la llevaría hasta mayo para sacar el máximo rédito del uso grotesco de la moción de Vox que sólo favorecía al presidente. Se equivocó tanto como al apuntar que no cerraría el pacto de pensiones. Por otro lado, el Ejecutivo tampoco quiere riesgos a futuro. Es más seguro liquidar la moción ahora y volver del parón de Semana Santa con la hoja de servicios en blanco sin dejar margen al azar. Y ya veremos a quién hace el regalo Ramón Tamames, el economista octogenario que defiende a España como nación de naciones, habla de las “extremosidades” del partido ultra, no vota a Vox, cree en el cambio climático y en la necesidad de inmigrantes para revertir el envejecimiento de la población. 

Despejada la moción, tras la semana de mayor crisis de la coalición, desde el mismo 8 de marzo después de la sesión de control, a Sánchez le sigue llegando la presión de cargos del PSOE, de presidentes autonómicos y barones regionales que prefieren concurrir a las elecciones separados de Podemos. ¿Hay posibilidad de ruptura o expulsión? No. Fuentes socialistas aseguran que el presidente es consciente de la oportunidad política de separarse cuando toque e ir a elecciones sin que la coalición se rompa bruscamente. En una legislatura anómala y con dos grandes impactos (guerra y pandemia), el Ejecutivo defiende una producción legislativa con 202 leyes y la necesidad de reeditar el pacto. 

¿Qué va a pasar con los pactos? Las leyes de la coalición acordadas por PSOE y UP se han metido en terreno electoral y dependen del tiempo de descuento. Desde el Ejecutivo dan por descontado que no necesitan la reforma de la ley mordaza para ganar el 28-M. Y si reciben mucha presión, ni siquiera vivienda. Por eso afean a los socios de investidura boicotear y dejar caer leyes en lugar de aceptar acuerdos al ochenta por ciento. Negociar a máximos a estas alturas sólo puede hacer que lo pactado decaiga. Porque no es que la coalición esté rota, que también, es que los espacios electorales de la primera parada de las autonómicas el PSOE comparte la autovía del PP y no las carreteras secundarias de sus socios.

La carrera electoral es incompatible con la parlamentaria. Es más, el 28-M lo es con la coalición

La carrera electoral es incompatible con la parlamentaria. Es más, el 28-M lo es con la coalición. El PSOE está deseando dedicarse en exclusiva a la campaña, lucir agenda y méritos, desde una ley de paridad sin Irene Montero a una reforma de pensiones liderada por José Luis Escrivá. Y Podemos solo quiere marcar perfil propio y en esta fase atacar más al PSOE que al PP. De ahí los ataques de la secretaria general, Ione Belarra, desde "la vuelta al código de la manada" a cargar contra el PSOE por contentar supuestamente a los fondos de inversión en la ley de vivienda. 

El Ejecutivo se ha metido en campaña y no quiere más volantazos. El cambio de gobierno en las carteras de Sanidad e Industria está previsto para después de la moción con perfil bajo. Desde ahí, cuidar a cada comunidad autónoma para que revaliden y sirvan de colchón a las generales.  

El choque de Yolanda Díaz con Podemos por el ritmo de la construcción de Sumar sigue donde estaba. Unos pidiendo primarias, Díaz insistiendo en que las habrá. Con una diferencia en los últimos días. La vicepresidenta segunda está liderando el espacio en lo político. Votó en contra de la reforma del sí es sí y ha anunciado desde Bruselas una reunión al máximo nivel con Pedro Sánchez para hablar de la ley de vivienda.

En el Gobierno, antes del hartazgo de la reforma del sí es sí, al PSOE le hubiera servido con ir cada uno por su lado. Pero Podemos ha decidido ir a por el socio. El Ejecutivo es consciente y trabaja para revertir el socavón en el que está la coalición. Tiene hasta Semana Santa. O frena y retoma el control o la rampa de caída puede llegar a mayo. Separarse es lo más fácil. Tiene que calibrar cuándo, cuánto y cómo.