Tras el fuerte impacto político que provocó el viernes la decisión de la militancia de Junts per Catalunya de abandonar el Govern de la Generalitat, el equipo del president Aragonès ha sabido ocupar todos los focos anunciando los nuevos consellers. Un anuncio hecho de un plumazo, sin filtraciones y en menos de 48 horas. Comunicativamente impecable. Y la semana ha empezado con mucho ruido, reproches y todo tipo de delicias que nos prometen un final de legislatura poco gratificante, lamentablemente. Por eso no encuentro interesante soltarme por la pendiente de la actualidad e intentaré subrayar un hecho que considero relevante y que abre algunos interrogantes de futuro dentro del independentismo: la consulta de Junts.

Más que dos almas, soy de la opinión que en Junts conviven dos culturas políticas. Una gana las consultas y la otra gana los congresos. Recorriendo a Vicens Vives, el seny y la rauxa. Y el reventón, que es donde se encuentran de vez en cuando.

Tres apuntes sobre las dos culturas de Junts: primero, tuvo sentido plantear unas primarias en noviembre de 2020. Sobre todo si se pretendía que al menos una semilla de lo que había sido Convergència pudiera preservarse pese a las escasas opciones. Segundo, tuvo sentido que Laura Borràs y Jordi Turull llegaran a un acuerdo para dirigir el partido conjuntamente, defendiendo la vocación de ser un espacio mayoritario e introduciendo la validez del acuerdo, es decir, de la cesión como proceso de construcción. Y tercero, es muy positivo que quienes han perdido la consulta anunciaran que, de no convencer con su tesis, no abandonarían el partido. A diferencia de lo que anunció Cuevillas insinuando una posible escisión si ganaba el sí.

En Junts conviven dos culturas políticas. Una gana las consultas y la otra gana los congresos. Recorriendo a Vicens Vives, el seny y la rauxa

Sobre la consulta en sí misma, también tengo algunas consideraciones, ya que se han elevado las virtudes hasta niveles estratosféricos y a mí me parece que no hay para tanto. Quizás porque el cese del vicepresident Puigneró lo precipitó todo, pero hay aspectos mejorables. Información: El elemento clave para solicitar una consulta era conocer una auditoría sobre la acción de gobierno; todavía no es pública. Método: Instrucciones confusas de la sindicatura electoral sobre posicionamientos públicos: los líderes no las respetaron. Etc.

En cuanto a los resultados, lo más destacado, aunque la tónica se mantiene, es que en procesos de alta participación de la militancia, por encima del 75%, la cultura que proviene de CDC ha aumentado del 20% de las primarias al 42% de la consulta. Y la cultura que puede representar otra forma de hacer, con notables exconvergentes liderándola —hablo de cultura y no de personas— ha bajado del 75% de las primarias al 55% de la consulta, pese al apoyo explícito y activo de muchos dirigentes importantes. Aparte de resultados numéricos, de esta decisión tendrán que valorarse, sobre todo, los resultados políticos que, más allá de todos los que han votado, tienen responsables.

Ante el sorprendente silencio de Jordi Turull sobre una de las cuestiones más importantes que debía tomar el partido que dirige, Laura Borràs y el president Puigdemont lideraron el No. Por el contrario, orgánicamente, el 42% del sí, no ha tenido rostro. Ha sido evidente y notable el esfuerzo y el liderazgo de los consellers Giró y Alsina a favor de esta opción. Pero me refiero a liderazgos orgánicos. El 42% no ha tenido rostro. Seguro que ha tenido muchos anónimos y será interesante ver qué hacen. ¿Saldrá un líder? ¿Cómo se reharán los puentes si ha habido quebradiza entre este sector y Jordi Turull? ¿Controla los órganos territoriales y del partido este 42%? Será interesante seguirlo, ya que votando distinto a Borràs y Puigdemont han pasado del 20% al 42% con una participación superior al 75%.