Volkswagen ha dado un paso significativo en la estrategia de su compacto eléctrico más emblemático. El ID.3, presentado en su día como el sucesor natural del Golf en la transición hacia la movilidad eléctrica, ha visto reducida de forma notable su gama con el lanzamiento del modelo 2026. La marca alemana ha simplificado la oferta y ahora solo mantiene cuatro versiones —Pure, Pro, Pro S y GTX Performance— eliminando variantes intermedias que antes daban mayor amplitud a la gama. Esta decisión refleja que las expectativas, tanto internas como externas, que rodearon al ID.3 no han alcanzado el impacto previsto.

El planteamiento inicial del ID.3 aspiraba a convertirlo en el estandarte de la electrificación de Volkswagen, con la promesa de democratizar el acceso al coche eléctrico. Sin embargo, la respuesta del mercado no ha respondido a esas previsiones. La reducción de la gama no solo es un movimiento de simplificación comercial, sino también una señal de reajuste frente a la demanda real y a la necesidad de contener costes en un contexto en el que la competencia se ha intensificado.

La nueva gama arranca con el ID.3 Pure, que incorpora una batería de 52 kWh y un motor de 170 CV, con una autonomía cercana a los 387 kilómetros. Por encima se sitúan el Pro, con 58 kWh y 204 CV, y el Pro S, que con 79 kWh alcanza hasta 564 kilómetros. El techo de la oferta lo marca el GTX Performance, con 326 CV y una configuración claramente más deportiva. El ajuste de precios acompaña a esta reorganización: el modelo de acceso parte desde poco más de 26 500 euros aplicando ayudas, mientras que la versión más potente supera los 44 000.

Un cambio de rumbo obligado

La reestructuración de la gama se acompaña de una ligera actualización estética e interior. El exterior adopta un lenguaje de diseño más coherente con los futuros eléctricos de la marca, mientras que en el interior se recuperan controles físicos para funciones básicas, respondiendo a críticas de usabilidad de los primeros ID.3. Estas mejoras, aunque relevantes, no ocultan que la principal noticia es la simplificación de la oferta, síntoma de un reajuste estratégico más profundo.

 

Cabe destacar que Volkswagen no oculta la necesidad de hacer al ID.3 más competitivo en precio y más eficiente en producción. A partir de 2026 la plataforma MEB+ y nuevas baterías de tipo LFP permitirán abaratar el conjunto y mejorar los tiempos de carga, con la vista puesta en mantenerlo relevante frente a modelos más recientes y asequibles.

La decisión de reducir la gama deja claro que el ID.3 no ha logrado, al menos por ahora, consolidarse como el “Golf eléctrico” que debía convertirse en superventas. La simplificación de versiones busca focalizar recursos, ajustar márgenes y preparar el terreno para futuros lanzamientos como el ID.2, que asumirá buena parte de la responsabilidad de ampliar la base de clientes de la gama eléctrica de Volkswagen.