Cuando el sol empieza a ponerse sobre las calles del East End de Londres, los farolillos se encienden, los pubs llenan las terrazas y... centenares de turistas se reúnen para seguir los pasos de un asesino desconocido que atemorizó la ciudad hace más de 130 años. Ya forma parte del folclore estival –y no estival– de la capital británica: el tour de Jack el Destripador es, para muchos, tan imprescindible como el té de las cinco o un selfie con el Big Ben.

Varias empresas ofrecen estas rutas nocturnas que transitan por los escenarios de los crímenes de 1888, donde cinco mujeres fueron brutalmente asesinadas en un Londres oscuro, empedrado y saturado de niebla (y ahora también de visitantes con mapas y auriculares). La historia, claro está, se narra con pasión: nombres de sospechosos, detalles escabrosos, rumores de diarios victorianos... Todo con un estilo entre el misterio detectivesco y la teatralidad de una serie de Netflix. Según declaraciones recogidas por CNN, Charlotte Everitt, guía de Rebel Tours, explica que incluso ha llegado a ver peleas entre guías por el espacio en zonas como Mitre Square.

Los vecinos y la popularidad de las calles de Londres

Pero no todo el mundo encuentra tan fascinante este tipo de turismo. Algunos vecinos, que han visto cómo sus ventanas se han convertido en decorado de narraciones sanguinolentas, hablan de invasión turística con final trágico (y no por los crímenes, sino por la convivencia). "Este es el lugar donde abrieron una mujer de labio a ombligo", resuena cada noche en alguna esquina, mientras alguien bromea o ríe con una cerveza en la mano. No hay que ser detective para ver que alguna cosa chirría. De hecho, el bloguero The Gentle Author, entrevistado por CNN, afirmaba que muchos vecinos del barrio se muestran indignados con estos recorridos.

Jack the Ripper Museum, abierto en el 2015, prometió ser un espacio dedicado a la historia de las mujeres del East End. Sin embargo, lo que se encontraron los visitantes fue un museo casi exclusivamente dedicado al famoso asesino, con muñecos de cera, recreaciones de los crímenes y merchandising que haría temblar incluso a Sherlock Holmes. Los peluches vestidos destripadores y las camisetas con siluetas siniestras no ayudaron mucho a calmar las aguas. Jessica O'Neil, antigua guía de rutas sobre Jack el Destripador y fundadora de The Museum Guide, explicó a CNN cómo abandonó este tipo de tours después de ser confrontada por una mujer trabajadora sexual en medio de la calle.

Poner el foco en las víctimas

Afortunadamente, no todo es espectáculo morboso. Algunas iniciativas más recientes intentan cambiar el relato. Son rutas alternativas que ponen el foco en las víctimas, en sus vidas reales, y no en la leyenda de quién las mató. Una de estas, con un título tan elocuente como Jack the Ripper: What About the Women?, hace un esfuerzo por devolver la voz a aquellas mujeres que a menudo solo son recordadas por su final. "¿Si no enseñas el cuerpo de una víctima actual, por qué tendrías que mostrar el de una mujer de 1888?", se pregunta Everitt en declaraciones en la misma cadena norteamericana.

Según expertos en turismo negro, la atracción por figuras como Jack el Destripador se debe en un extraño cóctel de distancia temporal, fascinación morbosa y cultura popular. El tiempo, dicen, lo convierte todo en leyenda. El experto en turismo negro Philip Stone, de la Universidad de Central Lancashire, explicaba también a la CNN que "Jack el Destripador ha sido romantizado hasta el punto de difuminar los límites entre realidad y ficción". Pero hay una línea fina entre explicar una historia y convertirla en parque temático, y eso, consideran los expertos, es algo que hay que evitar.