El presidente ruso, Vladimir Putin, ya ha roto su silencio después de la crisis entre Rusia y Ucrania provocada por el incidente en el mar de Azov. El líder ruso ha lanzado una advertencia al país vecino contra nuevos pasos "irreflexivos" y no ha hecho caso a las peticiones internacionales de liberación de los marineros ucranianos detenidos en el estrecho de Kerch. Un tribunal de Crimea ha encarcelado por dos meses a 12 de los 24 marineros.

"Los dirigentes ucranianos tienen toda la responsabilidad por crear una nueva situación de conflicto y por los riesgos que eso comporta", ha afirmado Putin en una conversación telefónica con la canciller alemana, Angela Merkel. Merkel había prometido al presidente ucraniano, Petró Porochenko, una mediación para frenar la escalada de tensión en la zona, pero al intentarlo se encontró con un Putin firme.

Putin también ha expresado una "gran preocupación" porque Ucrania haya declarado el estado de excepción en diez regiones del país, incluyendo todas las costeras que limitan con Rusia, y pusiera también en alerta a sus tropas.

Un estado de excepción inédito

El estado de excepción declarado por el presidente ucraniano es un hecho inédito. Porochenko ya ha destacado en alguna ocasión que "el estado de guerra no implica una declaración de guerra" y que no incluirá una movilización de tropas ni se limitarán los derechos de los ciudadanos.

A pesar de todo, esta es una medida que ni siquiera se aplicó el año 2014, cuando Rusia se anexionó Crimea después de un referéndum, ni tampoco durante los momentos más intensos de la guerra del este del país.

¿Estrategia electoral?

Algunos analistas creen que el estado de excepción declarado por el presidente ucraniano es solo una medida para ganar popularidad de cara a las elecciones previstas para el 31 de marzo.