El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, anunció este domingo que ha firmado un decreto para retirar Ucrania de la Convención de Ottawa, el tratado internacional que prohíbe la producción y el uso de minas antipersonales. Esta medida, según ha destacado en su discurso nocturno habitual, es una respuesta a las tácticas rusas utilizadas en la guerra que ya dura 40 meses. Ucrania ratificó la Convención el año 2005, pero ahora Zelenski considera que es necesario salir, alegando que Rusia, que nunca ha firmado el tratado, utiliza minas antipersonales "con el máximo cinismo", junto con otras armas como misiles balísticos. "Es uno de los sellos de los asesinos rusos: destruir vidas por todos los medios a su alcance", ha afirmado.

El mandatario ucraniano también justificó la decisión recordando que varios países fronterizos con Rusia —como Finlandia, Polonia, Estonia, Letonia y Lituania— ya se han retirado de la Convención o han anunciado la intención de hacerlo. "Vemos cómo reaccionan nuestros vecinos europeos ante esta amenaza", ha remarcado.

Zelenski ha admitido que el procedimiento de retirada es complejo, especialmente en tiempo de guerra, pero lo calificó de paso político importante y como una "señal clara" a los socios internacionales sobre lo que, según él, tendría que ser una prioridad compartida. Finalmente, ha defendido el uso de minas antipersonales como un recurso "insustituible" para finalidades defensivas.

Ataque aéreo sin precedentes de Rusia

La decisión de Ucrania de desvincularse del tratado que prohíbe las minas antipersonales se ha producido en un contexto de máxima tensión militar. Durante la noche y hasta el domingo por la mañana, Rusia lanzó más de 500 armas aéreas contra territorio ucraniano, en lo que Kyiv ha descrito como el ataque aéreo más masivo de toda la guerra, iniciada hace más de tres años. Según la fuerza aérea ucraniana, se dispararon 477 drones —entre ellos, algunos de tipo engañoso— y 60 misiles. A pesar de que la gran mayoría, 475, fueron neutralizados o cayeron sin impacto, la magnitud de la ofensiva demuestra la escalada del conflicto.

El ejército ucraniano considera que esta nueva ola de bombardeos busca agotar los sistemas de defensa antiaérea e intensificar la presión sobre las infraestructuras clave del país. Según Yuriy Ihnat, jefe de comunicación de la fuerza aérea, este ataque marca un punto de inflexión en la estrategia rusa, tanto por el volumen como para la simultaneidad de los proyectiles. Las autoridades ucranianas han confirmado al menos cinco muertos: tres víctimas directas de estos lanzamientos y dos más a causa de bombardeos complementarios en otras zonas. Este aumento de la intensidad ofensiva refuerza, según Zelenski, la necesidad de adaptar la estrategia defensiva y enviar un mensaje claro a los aliados occidentales.