Desde 1999, Turquía es candidata a entrar en la Unión Europea. Hacía 13 años que había pedido el ingreso formalmente, el año 1987, cuando se la aceptó como candidata, y no se le abrió el proceso de negociaciones hasta el 2005. A pesar de los años que hace que esperan, Turquía todavía no ha entrado y todo hace pensar que el tema va por largo. Actualmente todavía hay bloqueados ocho de los capítulos de la negociación de adhesión, y determinados estados miembros se oponen frontalmente a abrir más.

No sólo algunos países se oponen a su entrada, también lo hacen sus ciudadanos. Una encuesta de la empresa inglesa YouGov, señala que los europeos preferirían que entrara a la Unión Europea países como Kazajistán o Rusia, antes que Turquía. De hecho, la encuesta muestra que sólo un 7'14% de los europeos encuestados quieren que el antiguo imperio otomano entre a la comunidad. Un 75'14% no quiere que entre y un 17'28% responde que no lo sabe.

Antes Rusia

Sorprenden estos datos cuando los comparamos con los de otros países que están fuera de la UE y que, de hecho, no han pedido nunca el ingreso ni se prevé que lo hagan. Es el caso de Kazajistán, que acoge un 11'14% de apoyos, o el de Rusia, que acoge un 13'43%.

La encuesta fue hecha por una empresa del Reino Unido durante el mes de julio de este año y participaron miles de personas de varias nacionalidades europeas. Entre ellas: Gran Bretaña, Alemania, Francia, Dinamarca, Suecia, Finlandia y Noruega (que actualmente no forma parte de la UE, pero con quien sí que hay fuertes acuerdos, entre ellos el de Schenguen).

Tal como muestran estos datos, tampoco Albania ni Serbia tendrían un buen recibimiento en la UE, a pesar de tener los procesos de negociación también abiertos. A quien sí que quieren los europeos, sin embargo, son a los islandeses. Este país del norte de Europa inició formalmente su proceso de adhesión el año 2011. No fue hasta el 2013 que el Consejo Europeo acordó abrir las negociaciones, pero finalmente, el año 2015, el nuevo gobierno saliente de las urnas de Islandia decidió retirar su candidatura.

¿Por qué no Turquía?

La espera eterna, así es como podríamos definir el proceso de adhesión de Turquía a Europea. Hace casi 30 años que esperan y nada hace pensar que se pueda resolver pronto. Todavía menos después de los últimos acontecimientos que han tenido lugar en este país, donde ha habido un golpe de estado militar y una desmesurada purga de su presidente, Recep Tayyip Erdogan, con los sospechosos golpistas.

Sin embargo, las razones no son nuevas y muchas son insalvables. Primero de todo hay un tema técnico, una serie de requisitos a cumplir y negociaciones a llevar a cabo dentro de los capítulos de adhesión. Pero después hay una serie de razones políticas y económicas que lo hacen muy difícil.

Empezando porque no toda Turquía es Europa, geográficamente hablando, sólo una pequeña parte del país hasta Estambul lo es. Además, a muchos países les preocupa que las fronteras de la UE lleguen hasta el Oriente Próximo, y en un país que toca con Siria. Esta sin embargo, no sería una de las barreras más difíciles de resolver, quizás lo es más un tema estrictamente religioso. Algunos sectores más conservadores siempre han entendido que Europa es cristiana, por lo que un país donde el 96% de la población es musulmana, no es demasiado bienvenido.

Turquía es un estado laico. Desde la revolución que lideró Atatürk a principios del siglo pasado, ha mantenido un rol diferenciado del resto de países musulmanes de la zona, donde es muy difícil ver la separación entre política y religión. Durante los últimos años, sin embargo, ha dado un giro hacia el islamismo, de la mano de Erdogan, que no ha gustado demasiado en Europa.

También las reiteradas denuncias de falta de democracia y sus problemas con los Derechos Humanos la alejan de las pautas impuestas por Bruselas. Unas deficiencias que todavía se han puesto más de manifiesto este verano, cuando Erdogan ha acabado asegurando que quiere buscar las fórmulas para poder recuperar la pena de muerte y hacer frente así a los golpistas.

Todo eso, sumado a varios intereses económicos y al miedo a que Turquía tuviera mucho peso dentro de la comunidad (con sus 76 millones de habitantes), han hecho que hasta diecisiete países pasaran por delante suyo en el proceso de adhesión, y quien sabe si todavía habrá más.