A principios de mayo, Alternativa por Alemania (AfD por sus siglas en alemán) pasó a ser considerado un "caso seguro de extremismo de derechas" en todo el país después de que así lo decidiera el servicio de inteligencia de la Oficina Federal de Protección de la Constitución (BfV). Esta decisión tuvo consecuencias más allá del simbolismo, ya que suponía que los servicios secretos podían escrutar la formación con lupa. El partido recurrió a esta decisión y, mientras tanto, la administración de Donald Trump se plantea la posibilidad de sancionar a los funcionarios que tomaron esta decisión, según explica Der Spiegel. Concretamente, es el Departamento de Estado de los EE. UU. el ente que considera la posibilidad de emprender sanciones económicas o prohibir la entrada al país a los responsables de la BfV. Cabe recordar que, cuando la administración alemana tomó esta decisión, el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, se quejó de la decisión en las redes: "Esto no es una democracia, es una tiranía disimulada". En el mismo periódico, exdiplomáticos estadounidenses aseguran que sería una "locura" tomar una decisión como esta. 

El origen de todo

Aunque desde hacía tiempo AfD era considerado un partido de extrema derecha en algunos de los estados federados, en mayo esta consideración se extendió por toda Alemania. A partir de este momento, entonces, los servicios secretos del país podían emplear recursos de su inteligencia para investigarlo. El motivo por el que se cambió la clasificación de AfD fue por su "carácter extremista, que desprecia la dignidad humana", una conclusión a la que llegaron tras analizar, por ejemplo, sus declaraciones durante la campaña electoral federal. También se tuvo en cuenta las conexiones entre miembros del partido y grupos extremistas. La investigación se alargó durante tres años y las autoridades concluyeron que "la concepción predominante del pueblo por parte del partido, basada en la etnia y la ascendencia es incompatible con el orden fundamental, libre y democrático". 

Hace solo unas semanas, el partido protagonizó un nuevo escándalo en Alemania. Su copresidente, Tino Chrupalla, anunció la expulsión de Alexander Eichwald, un joven poco conocido del partido que se hizo famoso por imitar a Adolf Hitler durante un mitin. En su discurso, copiaba los gestos e incluso la dicción del dictador, pronunciando las erres de la misma manera que él. Después de unos días, la ola de indignación en todo el país forzó a la dirección del partido a expulsarlo. En su parlamento, Eichwald hizo afirmaciones que evocaban directamente el lenguaje del nazismo: "Es y sigue siendo nuestro deber nacional proteger la cultura alemana de la influencia extranjera", exclamó.