Después de un largo vuelo de 23 horas desde Washington, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha protagonizado un aterrizaje muy animado en Kuala Lumpur, capital de Malasia, en el marco de su nueva gira asiática. Al bajar por las escaleras del Air Force One, Trump se ha dejado llevar por el ritmo de los tambores y ha bailado junto a un grupo de artistas tradicionales locales, en una coreografía llena de color. En las imágenes se le ve sonriendo y moviéndose entre bailarines vestidos con ropa típica de los principales grupos étnicos del país —malayos, indios, chinos e indígenas de Borneo—, en un gesto que ha sido recibido con entusiasmo por parte de las redes sociales. La escena, que también ha contado con la participación del primer ministro malasio, Anwar Ibrahim, ha sido difundida por los canales oficiales de la Casa Blanca, y forma parte del acto protocolario preparado por las autoridades del país para dar la bienvenida al mandatario norteamericano.
La visita de Trump a Malasia se enmarca dentro de una misión de cinco días que busca reforzar la presencia de Estados Unidos en Asia y ampliar los lazos comerciales con aliados estratégicos de la región. Durante este viaje exprés, el presidente tiene previsto reunirse con la nueva primera ministra japonesa, Sanae Takaichi, en Tokio, así como con el presidente chino, Xi Jinping, en Corea del Sur. Además, no se descarta un encuentro de última hora con el líder norcoreano Kim Jong Un, al borde de la Zona Desmilitarizada entre las dos Coreas. Aparte de los contactos políticos, Trump ya ha participado en la firma de un acuerdo de paz entre Camboya y Tailandia y ha cerrado con las autoridades de Malasia varios tratados comerciales, especialmente vinculados al suministro de minerales críticos. Esta última operación se inscribe en la estrategia norteamericana para diversificar sus cadenas de producción y reducir la dependencia de China.
La relación con China, precisamente, ha sido uno de los puntos centrales de debate mientras Trump viajaba hacia Malasia. Este mismo domingo, después de dos jornadas de conversaciones bilaterales celebradas en Kuala Lumpur, Pekín y Washington han anunciado un “principio de consenso” en varios temas clave, como el tránsito de fentanilo y los impuestos sobre la navegación. Según el representante chino Li Chenggang, los encuentros han sido “francos y constructivos” y han permitido abordar cuestiones delicadas como el control de las exportaciones, la ampliación de la tregua arancelaria, el refuerzo del comercio bilateral y el papel que juega China en la producción de sustancias químicas que, de forma indirecta, pueden acabar empleadas en la fabricación de drogas. A pesar de describir la postura norteamericana como “firme”, Chenggang ha valorado los avances logrados y ha remarcado la importancia de evitar “turbulencias” o “giros inesperados”. “Una relación económica y comercial estable entre las dos potencias beneficia tanto a China como a Estados Unidos, y también al resto del mundo”, ha concluido.