Donald Trump ha decidido finalmente aceptar formalmente el Boing 747-8 que le ofreció como regalo el reino de Qatar durante su reciente visita a Oriente Medio, valorado en 400 millones de dólares, que pretende utilizar como avión presidencial y sustituir al actual Air Force One, una vez sea modificado para cumplir con los requisitos de seguridad y operatividad requeridos. La información, publicada este miércoles por el The New York Times, ha sido confirmada por el secretario de Defensa, Pete Hegseth, y el portavoz del Pentágono, Sean Parnell, que han declarado que se había aceptado el obsequio "de acuerdo con todas las reglas y regulaciones federales", y que el Departamento de Defensa trabajará para garantizar que se implementan las medidas de seguridad y los requisitos funcionales necesarios para que el avión pueda transportar al presidente de los Estados Unidos y convertirse en el nuevo Air Force One. Unas modificaciones que, según varios fondos, puede llegar a superar los 1.000 millones de dólares. La noticia ha reabierto el debate que rodea este polémico regalo y que afectan a cuestiones éticas, legales, de seguridad y de imagen internacional.

Reacciones políticas contrarias

El hecho que un gobierno extranjero, en este caso la familia real de Qatar, ofrezca un avión de lujo valorado en unos 400 millones de dólares para uso presidencial ha generado fuertes críticas tanto de demócratas como de republicanos, incluyendo a algunos de los seguidores más leales de Trump. Se trata de uno de los regalos más caros que nunca haya ofrecido un gobierno extranjero al país norteamericano. "Primero hay que recordar quién es Qatar. Tiene un largo historial de jugar a dos bandas. Apoyan a Hamás. Apoyaron a Al-Qaeda. De hecho, Qatar ha financiado protestas a favor de Hamás en campus universitarios por todos los Estados Unidos", advirtió Mike Pence, que fue vicepresidente de Trump durante su primer mandato, pero que actualmente se ha distanciado del mandatario. Pero la controversia, también ha sido criticada por figuras leales al presidente y que forman parte del partido republicano, como el senador Ted Cruz, que argumenta riesgos de seguridad para oponerse, y ha manifestado que aceptar el avión "plantea importantes problemas de espionaje y vigilancia". Desde el bando demócrata también han surgido voces discrepantes, como la de Jack Reed, quien ha advertido sobre el peligro que representaría que una nación extranjera tenga acceso potencial a "sistemas y comunicaciones sensibles". Otros políticos, como el senador demócrata Chuck Schumer, líder de la Mayoría del Senado, han ironizado sobre la contradicción entre el lema "America First" y la aceptación de un Air Force One patrocinado por Qatar.

El Boeing 747 8 de la familia de Qatarl
El Boeing 747-8 de la familia de Qatar

Preocupación por la seguridad

Esta preocupación sobre la posibilidad de que el avión contenga equipos de vigilancia o vulnerabilidades ocultas obliga a un exhaustivo desmantelamiento y revisión antes de ponerlo a disposición del presidente, y expertos en defensa advierten que aceptar un avión ya construido por un gobierno extranjero puede suponer riesgos que no existen cuando el aparato se fabrica desde cero bajo la supervisión norteamericana. Pero además, el Boing 747-8, considerado como un lujoso palacio volador (equipado con once baños, cinco cocinas, 40 televisores y acabados en oro), no cumple de entrada con los estándares de seguridad y tecnología requeridos para transportar al presidente de los Estados Unidos. Según expertos consultados por NBC News y otros medios, el coste de adaptar el avión regalado por Qatar podría superar los 1.000 millones de dólares, tres veces más de su valor, que es lo que costaría el desmantelamiento completo del avión para inspecciones de seguridad, la instalación de sistemas de comunicación y defensa ultrasecretos, la adaptación de estándares presidenciales (como la capacidad de repostar combustible en pleno vuelo y un blindaje electromagnético) y la reconstrucción con personal altamente cualificado. En la práctica, pues, el regalo no sería gratuito e implicaría un gran gasto para las arcas del gobierno. El proceso de adaptación podría tardar como mínimo dos años y requerir la intervención de múltiples agencias gubernamentales, como el Pentágono, el Servicio Secreto y agencias de inteligencia.

Dudas éticas y legales

El hecho que un gobierno extranjero, en este caso la familia real de Qatar, ofrezca un avión de lujo valorado en unos 400 millones de dólares para uso presidencial ha suscitado también muchas dudas éticas y legales. La Constitución de los EE.UU. prohíbe que funcionarios acepten regalos, emolumentos o títulos de gobiernos extranjeros sin el consentimiento del Congreso, y algunos críticos han llegado a plantear sospechas de que se trata de un soborno encubierto para tratar de influir en la política del presidente con este regalo. Trump, sin embargo, argumenta que el regalo no es para él, sino para la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, pero también ha dicho que una vez concluya su mandato dará la aeronave en la Biblioteca Presidencial Trump. "Podría ser un estúpido y decir: 'No, queremos un avión gratis y carísimo'. Pero me pareció un gran gesto", declaró durante una conferencia de prensa en la Casa Blanca.

Trump quiere una solución a los Air Force One

Trump hace años que quiere renovar el actual Air Force One y, según The New York Times, el regalo de Qatar supone una solución rápida al problema de los aviones presidenciales, que son considerados aviones viejos (transportaron al presidente George H.W Bush hace 35 años) y requieren un mantenimiento exhaustivo y reparaciones frecuentes. Los Estados Unidos firmó en 2018, durante el primer mandato de Trump, un contrato por valor de 3.900 millones de dólares con Boeing por dos aviones que se utilizarían como Air Force One, pero una serie de retrasos ralentizaron los trabajos mucho más allá del plazo de entrega de 2024, posiblemente pasando del segundo mandato de Trump. De hecho, los problemas de la cadena de suministro, la inflación y la escasez de mano de obra han retrasado el proyecto hasta 2027 o incluso 2029, según han reconocido funcionarios del gobierno y ejecutivos de Boeing, y Trump no ha escondido su malestar y ha criticado la empresa por no cumplir con sus compromisos, amenazando con adquirir aviones de otros proveedores o buscar otras alternativas, como ha sido finalmente aceptar el avión que regala Qatar. De hecho, según asegura la cadena CNN citando cuatro fuentes conocedoras del caso, habría sido la propia administración Trump quien contactó primero con Qatar para comprar el Boeing 747 que serviría temporalmente como Air Force One, contradiciendo la versión ofrecida por el mismo Trump según la cual fue el emirato del Golfo quien ofreció el avión como "regalo".

¿Cómo es el 'Palacio volador' de Qatar?

Diseñado específicamente por Alberto Pinto y construido en 2012 por la familia real de Qatar, el Boeing 747-8 destaca por su opulencia y sofisticación tecnológica, siendo considerada una de las aeronaves más lujosas del mundo. Este modelo es una versión del avión comercial más largo nunca construido, con una longitud de 76,4 metros y una envergadura de 68,5 metros. Equipado con cuatro motores General Electric GEnx-2B67, puede conseguir una velocidad de crucero de Mach 0.855 (aproximadamente 917 km/h) y tiene un alcance de hasta 15.000 kilómetros, lo cual le permite realizar vuelos intercontinentales sin escalas. Aunque la versión comercial puede transportar hasta 467 pasajeros, la versión de Qatar está adaptada para un máximo de 89 pasajeros y 14 tripulantes, priorizando el confort y la privacidad.

El interior fue personalizado por la firma suiza AMAC Aerospace, transformándola en un auténtico "palacio volador", que es el sobrenombre del avión catarí. Cuenta con tres salones, dos dormitorios, nueve baños, cinco cocinas, una oficina privada y asientos de clase ejecutiva para decenas de pasajeros. Además, dispone de varias pantallas de gran tamaño y una decoración extravagante, con maderas nobles, paneles e interiores de alta gama, al gusto de la familia del jeque catarí Tamin bin Hamad Al Thani. Los asientos son de cuero italiano de primera calidad, ergonómicos y totalmente personalizables, la suit presidencial tiene una cama king-size y los baños están revestidos con mármol y accesorios bañados en oro.