Casi el 70% de todas las vacunas contra el coronavirus que se están aplicando a escala mundial se han administrado a los 50 países más ricos, en comparación con el 0,1% administrado a los 50 países más pobres, según datos de un análisis hecho por la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (IFRC). Esta diferencia, según la misma federación, podría tener consecuencias "mortales y devastadoras", exponiendo que si grandes áreas de todo el mundo quedan sin vacunar, el virus seguirá circulando y mutando.

De esta manera, en un esfuerzo por abordar el desequilibrio durante la distribución de vacunas en todo el mundo, según recoge la CNN, la IFRC ha anunciado esta semana un nuevo plan de cerca de 110 millones de dólares (unos 91,81 millones de euros) que tiene como objetivo contribuir a la inmunización de 500 millones de personas contra el coronavirus.

Desigualdad en la distribución

A finales de enero, la Organización Mundial de la Salud (OMS) avisó de que el mundo estaba "cerca de un fracaso moral catastrófico" por la desigualdad en la distribución de las vacunas contra el coronavirus. De hecho, ya se advertía entonces que eso solo prolongaría la pandemia, las restricciones y el sufrimiento humano y económico.

En esta línea, un informe de la Unidad de Inteligencia de la revista The Economist predice que los países ricos con acceso a las vacunas conseguirán inocular a sus ciudadanos más vulnerables a marzo, otros países, se pondrán al día a finales de junio.

Lo que preocupa, sin embargo, es que la mayoría de países, con ingresos medios, no podrán hacer lo mismo hasta finales del 2022 y el dato más preocupante es que, en los países pobres (tal como se puede ver en la imagen) no lo podrán hacer hasta el 2023 si procede. Eso quiere decir que, sin una campaña de vacunación o sin una vacuna, no se podrá hacer vida normal en estos países.

Gobiernos bajo presión

"Los gobiernos están bajo presión para asegurar suministros para su población de las vacunas que tengan éxito. Si los gobiernos compiten, la mayoría de los países podrían quedar fuera", constaba la misma OMS hace unos meses. En este contexto, más de 172 países han manifestado que les interesa formar parte de un acuerdo conjunto que pretende garantizar el acceso equitativo en una vacuna que funcione. Lo han denominado mecanismo Covax. De hecho, al principio de octubre, China anunciaba su ingreso a Covax, y prometía ofrecer prioridad de acceso a países en vías de desarrollo. La portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, Hua Chunying, aseguró que se ha firmado un acuerdo con Gavi, la alianza para la vacunación, hecho que supone la entrada de la segunda economía mundial a Covax con el objetivo de proporcionar "una distribución equitativa de vacunas".

De hecho, el mismo país asiático en un intento de buscar influencia e interlocución con estos países, según detalla el profesor en historia y cultura de la China moderna y contemporánea de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) Manel Ollé, en conversación con ElNacional.cat, "China ha ofrecido en África créditos a cambio de la vacuna, es decir, volverlo a largo plazo y dejarles bajo influencia"

Una manera de alargar la dependencia

Un hecho que vuelve a dejar la puerta abierta al debate sobre la dependencia de algunos países a la ayuda humanitaria y lo que es más importante, saber si funciona o no. Durante muchos años, muchos países han recibido ayuda y han notado un crecimiento exponencial. En el África, muchos países han recibido ayuda, pero no han experimentado este crecimiento. El libro Dead Aid, de Dambisa Moyo, recoge exactamente este problema y señala varios motivos por los cuales la ayuda en África podría no haber funcionado.

Por una parte, están las cuestiones geográficas, históricas, culturales, tribales e institucionales. Pero también hace falta tener en cuenta el clima, la flora y la fauna, porque tienen un claro impacto en cómo se desarrolla la economía en relación con las importaciones y exportaciones. Otro factor que se describe es el colonialismo. La idea de que las potencias delimitaban las naciones, establecía las estructuras políticas según su manera de ver el mundo y no según las necesidades de los países, hecho que podría haber trastocado a las sociedades.

 

Imagen principal: un hombre camina bajo la lluvia por las calles de Johannesburg, Sudáfrica / Efe