Apenas hace poco más de un año desde que el laborista Keir Starmer llegó al poder en el Reino Unido y parece que la carrera por las próximas elecciones ya haya comenzado. En estos catorce meses en Downing Street, el ultraderechista Nigel Farage se ha erigido en el principal competidor —liderando las encuestas de intención de voto— del actual primer ministro, que reconoce una "pérdida de fe" de la población británica hacia las instituciones, sobre todo, después de un proceso de Brexit, las políticas de austeridad de los antiguos gobiernos conservadores y la crisis migratoria que vive el país. Sin embargo, Starmer —cuya popularidad ha caído en picado en los sondeos— cree en el "camino de la renovación" ante una encrucijada, dice, "entre la decencia y la división".

En el congreso anual del Partido Laborista en Liverpool, el primer ministro ha asegurado estar "ante una prueba para el alma de nuestro país, tan grande como reconstruirlo después de la guerra" y ha pedido a los ciudadanos que no se dejen llevar por el declive que, según su opinión, representa la formación populista Reform UK de Farage, su discurso y sus propuestas antiinmigración y antieuropeas. Precisamente se ha referido al líder ultra como una persona a quien "no le gusta el Reino Unido", ya que "nunca ha dicho algo positivo", sino que "recurre al agravio" para convertir "este país en una competición de víctimas".

La respuesta de Farage a los ataques del primer ministro no se han hecho esperar y, en un comunicado desde la sede de Reform UK, ha afirmado que Starmer no es "apto" para liderar el país. "Pensaba que era un hombre decente, alguien con quien podía hablar y conversar (...) Ahora creo que no es apto para ser el primer ministro de nuestro país", ha declarado Farage. Este "ataque personal", dice, representa un "último tiro desesperado" de un líder que está en "graves problemas y no es capaz de comandar el apoyo de la mitad de su propio partido".

Farage se ha defendido de los ataques del primer ministro asegurando que "durante 30 años luché por la soberanía británica, para que fuéramos una nación autogobernada", recordando su papel en la campaña del Brexit en 2016 y manifestando que Starmer ha pasado años intentando revertir el resultado porque es "feliz" cuando el Reino Unido lo gobiernan "desde fuera, ya sea desde Bruselas, desde las Naciones Unidas, o desde cortes internacionales". En cuanto a la crisis migratoria —uno de los principales puntos de debate entre los dos líderes— Farage ha criticado que Starmer y su gabinete tilden de "racistas" sus propuestas migratorias, que incluyen la eliminación de la residencia permanente en el Reino Unido para extranjeros, entre otros.