Rusia está quemando el gas natural que no envía a Europa, según ha afirmado el embajador de Alemania al Reino Unido, Miguel Berger, a la BBC. La central gasística de Portovaya, al noroeste de San Petersburgo, comprime el gas ruso con destino a Europa. El Kremlin ha reducido al 20% el suministro y está quemando el excedente de la producción. En concreto, está quemando unos 10 millones de euros en gas cada día. Según el embajador alemán, el Kremlin actúa de esta manera porque "no podían vender el gas en ningún otro lugar".

Eso significa que se queman unos 4,34 millones de metros cúbicos de gas cada día, con el procedimiento de la bengala, según los datos de Rystad Energy. Es un producto que, en condiciones normales, habría sido vendido a Alemania.

Henning Gloystein, director de Energía, Clima y Recursos de Eurasia Group, ha dado también su opinión. "En tiempos normales, gran parte de este gas se habría utilizado para alimentar la red de gasoductos y se habría vendido a Europa. Como Rusia ha recortado drásticamente el suministro en Europa, el gas entró inicialmente en el almacenaje doméstico ruso. Es probable que ahora los almacenes estén llenos, de manera que el gas no tiene donde ir, y por lo tanto lo están quemando", ha apuntado.

Los primeros indicios que estaba pasando alguna cosa vinieron de Finlandia, cuando algunos ciudadanos observaron una larga columna de humo a principios de verano. Aunque quemar gas es habitual en las plantas de procesamiento, normalmente por razones técnicas o de seguridad, la gran cantidad que se utiliza en esta quema ha sorprendido a los expertos. El embajador alemán en el Reino Unido, ha resumido que los esfuerzos europeos para reducir su dependencia del gas ruso "están teniendo un fuerte efecto sobre la economía rusa". "No tienen otros sitios donde vender su gas, así que lo tienen que quemar", ha insistido.

De todos modos, los científicos están preocupados por los grandes volúmenes de dióxido de carbono y hollín que está creando, lo que podría agravar la fusión del hielo ártico. Se calcula que cada día emite 9.000 toneladas de dióxido de carbono, lo que se puede convertir en un desastre medioambiental.

Gazprom, el gigante energético ruso controlado por el estado, propietario de la planta, no ha respondido a las solicitudes de comentarios sobre qué está pasando. Los científicos dicen que los costes financieros y ambientales aumentan cada día que la bengala sigue quemando. "Aunque se desconocen los motivos exactos de la llama, los volúmenes, las emisiones y la ubicación son un recordatorio visible del dominio de Rusia sobre los mercados energéticos de Europa", ha indicado Sindre Knutsson de Rystad Energy.

Las partículas de hollín que se producen con la combustión incompleta de combustibles como el gas natural se denominan carbón negro. "Las emisiones del carbón negro hacia el norte, donde se deposita sobre la nieve y el hielo, acelera significativamente la fusión", ha indicado a la BBC el profesor Matthew Johnson, de la Universidad de Carleton, en Canadá.