Una noche permanente. Sin sombras, sin ni una brizna de luz. Una oscuridad que abraza. Y un frío que hiela. Eso es lo que tendrían en Rjukan, un pueblo de Noruega ubicado en la región de Austlandet, si no hubieran tenido la brillante idea de recibir la luz del sol a través de espejos. Puede parecer una broma, pero el pueblo se encuentra en un valle muy profundo, así que las montañas que la rodean no dejan que llegue la luz solar. Por lo tanto, la idea, si se quería tener un poco de luz, era utilizar espejos que reflejaran las corvinas de sol y hacer que estuvieran dirigidos hacia el punto deseado, que no es otro que el centro del municipio. Evidentemente, no son espejos como los que tenemos en casa, sino de gran tamaño y controlados por ordenador para que puedan seguir el sol de manera remota.

Martin Andersen, impulsor de la idea, ha admitido que no es una ocurrencia original, ya que anteriormente había pasado una cosa similar en Viganella, un pueblo italiano que tuvo una idea parecida, aunque sin control remoto, para llevar la luz del sol a la plaza principal. Tal como destaca El Confidencial, Rjukan se pasa la mitad del año sin luz solar. En este sentido, Andersen inició una recaudación de dinero a través de patrocinadores, y la mayor parte del dinero, tal como destaca el mismo portal, llegó de Norsk Hydro, la central hidroeléctrica que dio origen al pueblo. Fundada hace 100 años por Sam Eyde, construyó una serie de casas alrededor para que las habitaran sus trabajadores. La idea del espejo se ve que ya sobrevolaba el pueblo hacía años, cuando se creó. A pesar de todo, la tecnología de la época no lo permitió. La solución fue un teleférico denominado Krossobanen, que desde 1928 ha llevado a los ciudadanos arriba del todo de las montañas para ver y acariciar la luz del sol, mientras que debajo solo había oscuridad.

¿Cómo funcionan los espejos de Rjukan?

Los espejos funcionan como cazadores de luz para Rjukan. La luz queda atrapada e ilumina la oscuridad. Los viajes con el teleférico se habían convertido en una rutina para los ciudadanos del pueblo, pero se redujeron cuando se instalaron tres espejos de 17 metros cuadrados cada uno, trasladados a través de un helicóptero, hasta las montañas del valle, a 400 metros del sol. Entre los tres, reflejan cada día energía solar capturada y que siguen la trayectoria del sol, como si fueran girasoles, destaca el mismo periódico. De esta manera, el pequeño pueblo puede tener luz del sol durante el invierno. En este caso, el teleférico ya no se ha convertido en una necesidad vital, sino en un elemento más del pueblo. Hay que mencionar, tal como destaca también la misma publicación, que desde el 2015 forma parte de la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO.

En un principio, como todo cambio, no era bien visto para todos los vecinos, pero enseguida se acostumbraron a la luz solar también en los duros meses de invierno. En la plaza principal, tal como destaca el The Guardian, se juntan varios vecinos a 'tomar' el sol y sentarse un poco en los bancos. Aunque, visto desde fuera, a una temperatura de 5 grados bajo cero –en el momento de elaborar este artículo– no parece que tenga que venir a gusto.