La circulación meridional de retorno del Atlántico (AMOC, por sus siglas en inglés) es el conjunto de corrientes oceánicas del Atlántico: las aguas cálidas provienen de la punta sudafricana, pasan por el Caribe y el golfo de México, y se dirige hacia el norte del océano —las islas británicas, Islandia, Groenlandia, la costa norteamericana y canadiense y Europa— y al Ártico, donde se enfría y vuelve a bajar. Esta circulación tiene un papel fundamental para regular el clima y es clave para los ecosistemas de los países del Atlántico, puesto que los atempera. Es lo que contribuye, por ejemplo, a que los inviernos europeos sean suaves y soportables.
Estudios científicos señalan que este proceso natural se ralentiza y se está debilitando a causa de la introducción de agua dulce y fría proveniente de los glaciares, a medida que el aumento de las temperaturas por el cambio climático acelera el deshielo del Ártico. Los expertos advierten que se está alterando el flujo de corrientes oceánicas del Atlántico y alertan sobre las terribles consecuencias si dicha corriente colapsa. Si la AMOC colapsa, no es descabellado pensar en una era glacial moderna, con temperaturas invernales extremas en el norte de Europa. De hecho, el colapso de la AMOC es uno de los factores que ocurrieron antes de la última glaciación del planeta, hace 12.000 años. No existe un consenso definitivo sobre cuándo podría ocurrir esto, pero los estudios más alarmantes apuntan a este siglo.
Islandia, un país para el que la AMOC es fundamental, se ha tomado en serio la advertencia científica y ha designado recientemente este posible colapso como un riesgo de seguridad nacional. El gobierno de la isla norteña ha señalado el colapso de la AMOC como una amenaza existencial para el país y se ha marcado el reto de elaborar estrategias para prevenir los peores escenarios posibles. Así lo ha asegurado el ministro del Clima islandés, Johann Pall Johannsson, en declaraciones a Reuters: "Nuestro clima, economía y seguridad están profundamente ligados a la estabilidad de las corrientes oceánicas que nos rodean". Así, el Consejo de Seguridad Nacional y los ministerios de Islandia trabajan en una respuesta coordinada y en una política de preparación para desastres naturales.
Una preocupación climática global
Islandia es pionera en abordar políticamente la AMOC seriamente, pero la cuestión inquieta a todos los países nórdicos y atlánticos. De hecho, el colapso de la AMOC también puede tener otras implicaciones, como alterar el clima y las lluvias en países agrícolas de África, Sudamérica o incluso en la India. Ante este reto, el Consejo Nórdico de Ministros impulsó en octubre un taller en el que participaron una sesentena de expertos para evaluar el posible impacto del fenómeno y proponer recomendaciones. En Irlanda, por ejemplo, una comisión parlamentaria tiene la cuestión sobre la mesa, después de que un grupo de científicos explicaran la problemática al primer ministro.