En un par de párrafos vamos al Sáhara. Ahora toca Ucrania. El título de El Periódico podría ser más contundente: Baño de masas, baño de sangre (el original es "baño de lágrimas"). Pero es lo mejor del día. Quizás sin saberlo —gran creativa, la casualidad— captura el aire de la Historia. En sentido directo, alude a que mientras Vladímir Putin asistía en Moscú a una macrofiesta nacionalista en favor de la invasión de y la guerra en Ucrania, su ejército bombardeaba ciudades del país agredido, entre otras Lviv, principal punto de paso de los refugiados que huyen hacia Europa. Hablemos de Lviv. La mayor parte de su historia, unos cuatro siglos, ha sido parte de Polonia. Descuartizada Polonia en el siglo XVIII, la ciudad es incorporada a Austria-Hungría. Llegó a ser la cuarta ciudad del imperio. Acabada la Primera Gran Guerra, retorna a Polonia. Después de la Segunda, se la queda la Unión Soviética, que llevó alli gente de Ucrania tras forzar a los habitantes originales a marcharse a la nueva Polonia, trasladada al Oeste. Buena parte de esos expulsados fue a parar a Stettin (hoy Sczeczin), histórica ciudad alemana en la desembocadura del Oder —de hecho, el puerto de Berlín— reasignada a Polonia en 1946. A su vez, los alemanes que vivían allí fueron expulsados hacia la actual Alemania. Hoy día, tanto en Lviv como en Sczeczin, cualquier fin de semana, puedes ver autobuses de jubilados polacos o alemanes, tristones, que visitan la casa donde nacieron, la casa de sus abuelos. Europa.

¿A qué viene esta excursión? Pues viene a decir que es muy complejo explicar lo que pasa en Europa Central ahora mismo si los diarios quieren aventurarse más allá de las salvajadas y cafradas de los soldados de Putin, celebradas ayer en el estadio olímpico de Moscú, la foto de todas las portadas de este sábado. La guerra de Putin vuelve a reconstruir la Europa contrahecha y nivelada en el siglo XX por las guerras mundiales, como antes lo había estado por otros tiras y aflojas bélicos, dinásticos o comerciales. Con países que aparecen y desaparecen en forma de región, de oblast, de voivodato, de provincia. De estado o de minoría perseguida. Con naciones sin estado o divididas entre estados. Pueblos dejados a la deriva como restos de un naufragio, como un piso abandonado deprisa y corriendo. Europa tiene más historia desarreglada como la habitación de un adolescente que arreglada y bien dispuesta como la sala de un palacio. Excepto los últimos 65 años, desde la fundación de lo que ahora es la Unión Europea. Eso es lo que Putin liquida. Es difícil que un diario impreso se haga cargo de todo eso en unas portadas.

Patriotismo español y Sáhara

Los diarios españoles abren con la renuncia del Estado español a la neutralidad sobre el Sáhara Occidental. Madrid acepta ahora ahora el plan de Marruecos para el territorio que arrebató a España en 1975: una autonomía limitada dentro del estado marroquí. El Trío de la Bencina aprovecha, claro, para cargar contra el gobierno español, que "cede" y "se pliega" a Rabat, etcétera. Son más falsos que una mano de ochos y nueves. Si les importa un rábano. En su día castigaron al gobierno de Pedro Sánchez porque había acogido en secreto en un hospital de Logroño al líder del Frente Polisario (el partido-y-guerrilla de los saharauis) gravemente enfermo. Es decir, se pusieron a favor de Marruecos. Qué sinvergüenzas.

En cambio, El País, El Periódico y La Vanguardia lo presentan amablemente como "un giro" en favor de Marruecos. Una mera decisión diplomática, vaya. En realidad, España envía a la papelera de la historia a los saharauis —antiguos súbditos coloniales suyos—, muy mayoritariamente a favor del Frente Polisario, que defiende la independencia del Sáhara Occidental si así lo deciden los saharauis en referéndum. A favor del plan marroquí también figuran los Estados Unidos, Francia, Alemania y Arabia Saudí. La ONU siempre ha defendido que se celebre un referéndum, como toca, porque se trata de una colonia, y considera "potencia ocupante" a Marruecos.

Ningún diario titula como se merece la cosa, pues. Les debe dar mucha vergüenza decir que España reconoce y acepta que en 1975 perdió un territorio en una guerra peculiar —la Marcha Verde— con Marruecos y que no tuvo el ánimo ni el temple de enfrentar. Ahora ha traicionado del todo a los saharauis y les deja en manos de la autocracia del rey Mohamed VI y sus amiguetes a cambio, dice El País, de seguridad migratoria y garantías sobre Ceuta y Melilla. ¿Qué garantías? ¿Las mismas que España dio a los saharauis? ¿Si a Mohamed VI le ha ido bien para doblar a España enviar oleadas de refugiados contra Ceuta y Melilla, abrir la mano al narcotráfico, atornillar los derechos de pesca y retirar a la embajadora, qué "garantías" tiene España que no lo volverá a hacer? Nada. Ninguna. Los diarios, sin embargo, silban y miran al techo. Unos patriotas.

Foto: Manifestación del Frente Polisario en El Aaiún, 1971

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