El exsecretario de Estado norteamericano Henry Kissinger (1923) ha muerto la noche del miércoles a los 100 años en su residencia de Connecticut. Kissinger ha sido una de las figuras políticas que marcaron el siglo XX y, parte del XXI, ya que a sus 100 años de edad se mantenía activo. Sin ir más lejos, el julio pasado visitó China para reunirse con Xi Jinping y otros funcionarios de alto rango. El exsecretario de Estado de los Estados Unidos (EE.UU.) y exdiplomático deja atrás una carrera polémica e influyente en el tablero de la geopolítica, que le valió muchos detractores, pero también el Premio Nobel de la Paz.

Kissinger nació el 27 de mayo de 1923 en Fürth (Alemania) en el seno de una familia judía que llegó a Nueva York huyendo del nazismo cuando todavía era un adolescente. Hizo toda su vida en Estados Unidos, pero mantuvo su acento alemán. Se graduó en Harvard y saltó al mundo político. Allí se erigió en el arquitecto de la política de distensión hacia la Unión Soviética que cambió el rumbo de la guerra fría, el artífice de la normalización de las relaciones entre los Estados Unidos y China y un personaje clave para frenar la proliferación nuclear.

Dos caras de la misma moneda

Por una parte, jugó un papel destacado en los intentos de acabar con la guerra de Vietnam, ya que sus negociaciones secretas fueron un elemento clave para acabar con el conflicto. Por eso recibió el Premio Nobel de la Paz junto con su homólogo vietnamita, Le Duc Thuo. Por otra parte, su carrera también está marcada por su apoyo a dictaduras como las de Argentina entre 1976 y 1983 y los últimos años del régimen de Francisco Franco en España.

Kissinger se mostró más que dispuesto a dar apoyo a dictaduras siempre que beneficiaran sus intereses. Tanto es así, que llegó a tener un papel en la Operación Cóndor para reprimir a opositores latinoamericanos de izquierda o su apoyo al golpe de Estado contra Salvador Allende en Chile en 1973. "No podemos permitir que Chile se vaya por la alcantarilla", llegó a decir el año 1970.

La carrera de Kissinger está marcada por polémicas y victorias políticas. Sin embargo, sobre todo, Kissinger se ha mostrado como un superviviente de los momentos más oscuros de la política norteamericana: el Watergate. Formaba parte del gobierno de Richard Nixon cuando estalló este caso que hundió varias carreras, incluso de gente que solo era próxima al presidente estadounidense, pero no la de Kissinger. Tras la dimisión de Nixon, continuó en la administración de Gerald Ford.

Después de su paso por la política, se mantuvo omnipresente en editoriales, libros, charlas y entrevistas para ensanchar un mito con que muchos se han querido fotografiar, desde Hillary Clinton a Donald Trump, pasando por Vladímir Putin o Xi Jinping.