El trauma y la culpa siguen marcando la vida de muchos israelíes después del ataque terrorista perpetrado por Hamás el 7 de octubre de 2023, considerado el más devastador en la historia del país. Este sentimiento es especialmente intenso entre los que presenciaron los horrores en el Festival Nueva o al kibutz Nir Oz, así como entre aquellos que todavía esperan el retorno de sus seres amados. La psicóloga Einat Kaufman, especializada en trauma y luto en situaciones de desastre, ha estado trabajando con varias víctimas para ayudarlas a afrontar esta nueva realidad. Según Kaufman, el objetivo es "ayudarlos a soportar la vida", centrándose en "las pequeñas cosas que pueden hacer cada día, como vestirse, comida o permitirse sonreír", y proporcionándoles herramientas para "normalizar una vida que no es normal". Ella misma, residente en el sur de Israel, admite que tiene que gestionar su propio trauma mientras asiste los otros: "A veces, cuando está todo en silencio, tengo miedo; cuando pasa una moto, me asusto y pienso que volverán a sonar las sirenas".

Su testimonio, así como el de otras víctimas, ha sido recogido por un grupo de periodistas —entre los cuales había Europa Press— en un encuentro organizado por Fuente Latina. Durante la sesión, Kaufman ha alertado de que "el trauma no se va, el trauma golpeará todo el tiempo", porque cualquier estímulo puede reactivar recuerdos dolorosos y llevar a las víctimas de nuevo al momento del ataque. También ha destacado un sentimiento compartido por gran parte de la población israelí: "casi no hay ningún israelí que no tenga un sentimiento de culpa y piense por qué no les pasó a ellos".

En este clima de duelo colectivo se inserta el relato conmovedor de Alejandra López, una joven colombiana establecida en Israel, que sobrevivió al ataque en el festival Nueva. "La mitad de mí se fue aquel día", confiesa. Asistió con varias personas, entre ellas su mejor amiga, que fue asesinada. Ella sobrevivió escondiéndose con otra chica, temerosas de que las violaran, y se mantuvieron en silencio durante horas para no ser detectadas. Cuando su marido acudió a rescatarla, se encontró un escenario dantesco: "había cuerpos de la gente con quien había bailado horas atrás", mujeres desnudas, mutiladas y colgadas de los árboles. "Siento que no había ningún cuerpo completo", rememora con dolor.

Una familia secuestrada

Por otra parte, Luis Har, uno de los más de 200 secuestrados por Hamás el 7 de octubre de 2023, ha compartido su testimonio sobre los 129 días de cautiverio en Gaza. Har, que se encontraba en el kibutz Nir Yitzhak con su pareja Clara, los hermanos de esta —Fernando y Gabriela— y la hija de Gabriela, Mia, fue trasladado a la Franja junto con el resto de la familia. Durante el cautiverio, decidieron seguir todas las instrucciones de sus captores para evitar conflictos y no intentar escapar, ya que consideraban que "sería un suicidio". Según Har, el dueño de la casa donde estaban retenidos "sí que tenía algo de humano y fue una de las cosas que nos salvó". Consiguieron comunicarse con él mediante el poco inglés, árabe y hebreo que los dos conocían, y este los mantenía informados de la situación exterior e intentaba proporcionarles lo que necesitaban, empezando por la comida, que Har se encargó de cocinar durante todo el cautiverio, también para los cinco secuestradores.

A pesar de la dureza de la experiencia, Har asegura que el grupo actuó con una sorprendente serenidad: "Miedo no hemos tenido en ningún momento, hemos estado en tensión, pero nos hemos tomado las cosas muy fríamente", afirma. Con setenta años en el momento del secuestro, Har se vio obligado a hacer balance de toda una vida, pensando en los cuatro hijos y los diez nietos que dejaba atrás. "Si me llega la hora, está bien, me puedo ir tranquilo, y eso me sirvió para continuar adelante", recuerda con una lucidez chocante. A pesar de la dureza del cautiverio, durante toda la conversación mantiene un tono afable, marcado por su sentido del humor, que según él mismo fue clave para resistir los 129 días de cautiverio en Gaza. No obstante, ha admitido que todavía arrastra secuelas emocionales, con episodios puntuales en que se echa a llorar sin previo aviso o le tiembla todo el cuerpo. Además, a pesar de haber sido liberado, insiste en que su felicidad no puede ser completa mientras siga habiendo rehenes en manos de Hamás.