La tensión entre el gobierno de Emmanuel Macron y los militares franceses va en aumento. Si el pasado mes de abril era un grupo de militares retirados los que firmaban una carta para advertir de la inminencia de una guerra civil, ahora lo ha replicado un grupo de jóvenes en activo de este cuerpo. ¿La causa que ven? Lo que ellos consideran que es una invasión migratoria. La crisis política y económica; un problema enquistado que ya dura treinta años con los suburbios, conocidos como banlieue, que han marcado las diferencias de clases sociales; y el auge de la ultraderecha con Marine Le Pen, han favorecido este clima.

Una nueva carta publicada en la revista ultraconservadora Valeurs actuelles y dirigida al presidente de la República francesa, defiende como colectivo militar, pero de forma anónima, las palabras de sus ya excompañeros de hace unas semanas: "A estas personas que lucharon contra todos los enemigos de Francia las habéis menospreciado, cuando su única culpa es amar a su país y lamentar su visible caída". Y, en la línea de los militares retirados, advierten: "Vimos con nuestros propios ojos los barrios periféricos abandonados, el alojamiento de la delincuencia. Hemos sufrido los intentos de instrumentalizar varias comunidades religiosas que son objeto de sarcasmo, menosprecio o incluso odio, y Francia no dice nada".

Y lamentan que la Operación Centinela, activada a raíz de los atentados terroristas, con el desencadenante del ataque a la redacción de Charlie Hebdo el año 2015, ha sido insuficiente. Este dispositivo lleva a cabo misiones contra el yihadismo en estrecha coordinación con el Ministerio del Interior y se reforzó después de los trágicos ataques contra la sala Bataclan y otros establecimientos hoteleros y terrazas de París. En total, se desplegaron 7.000 agentes para controlar el terrorismo islámico. "Porque somos apolíticos en nuestras evaluaciones de la situación, es una observación profesional que ofrecemos. Y este declive lo hemos visto en muchos países en crisis y precede al colapso. Posteriormente, anuncia el caos y la violencia y, contrariamente a lo que afirmáis aquí o allí, este caos y esta violencia no vendrán de un pronunciamiento militar sino de una insurrección civil", advierten desde esta carta.

Para acabar, apelan directamente al presidente Macron: "Si estalla una guerra civil, el ejército mantendrá el orden de su propio terreno porque se le pedirá. La guerra civil se está preparando en Francia y lo sabe perfectamente". Y lanzan un reclamo: "Tome medidas. Esta vez, no se trata de emociones personalizadas, fórmulas ya preparadas o cobertura mediática. No se trata de ampliar vuestros mandatos ni de conquistar otros. Se trata de la supervivencia de nuestro país, de su país". Y le recuerdan que en misiones como Afganistán, Mali o el Congo, han podido experimentar "en la propia piel lo que significa destruir el islamismo" y ahora, a este no se le puede conceder la tierra francesa.

De momento, el gobierno francés no se ha pronunciado, pero ya prometió aplicar mano dura con sanciones por el anterior escrito. Además, el general François Lecointre, en una entrevista en Le Parisien condenó duramente a los signatarios de la carta. Según Lecointre, los castigos serán mayores o menores según su implicación y situación dentro del cuerpo, pero en algunos casos podría comportar la expulsión por vulnerar los principios de neutralidad. Unas sanciones con que el Ministerio del Interior también se ha mostrado de acuerdo.

Las tensiones entre gobierno y militares están lejos de las relaciones españolas entre el ministerio de Margarita Robles y las fuerzas armadas que, incluso incumpliendo normas como la vacunación, son premiados. El último caso lo encontramos con el general Villarroya que se inoculó la de Pfizer cuando no tocaba y, posteriormente, más de 300 militares hicieron lo mismo.

Fotografía de portada: imagen de recurso de militares franceses.