Julian Assange todavía puede seguir luchando por su libertad ante la justicia, así lo ha determinado este lunes el Tribunal Superior del Reino Unido. El fundador de WikiLeaks quieres recurrir al Tribunal Supremo la sentencia del pasado 10 de diciembre en que se avalaba la petición de extradición de los Estados Unidos. Con la luz verde del Tribunal Superior, el equipo legal de Assange pueden presentar su defensa delante del Supremo. En un plazo de 14 días la defensa del ciberactivista tiene que presentar los alegatos delante del Supremo, el cual decidirá si admite a trámite su recurso.

La decisión de la justicia británica deja una salida a Assange, el cual recibió una dura vez en diciembre cuando el Tribunal de Apelación de Londres dio la razón a los Estados Unidos y aprobó su extradición. La sentencia fue una victoria para el gobierno americano y el inicio de las acciones de los abogados de Assange para recurrirla. La decisión del tribunal de extraditar al fundador de WikiLeaks contrasta con la sentencia de enero del 2021, donde un juez le negaba esta petición a los EE.UU.

El caso de Assange es imprevisible, ya que la persecución del ciberactivista ha sido recibida de varias maneras en función del tribunal por el cual ha pasado. Por este motivo, su abogada y pareja, Stella Moris, preveía que la decisión de este lunes del Tribunal Superior podía ir en duras direcciones. La primera, y la que se ha materializado, eran que los magistrados dejen apelar a Assange, y la segunda era que le deniegas este derecho. Son las dos únicas opciones y son antagónicas, pero muestran la incertidumbre con que se desarrolla este caso.

11 años de persecución

El caso de Assange todavía no se puede dar por cerrado y ya han pasado 11 años desde que WikiLeaks publicó las filtraciones de documentos estatales mayor de la historia. El contenido de estos documentos señalaba directamente al ejército de los Estados Unidos y a sus actuaciones crueles y desproporcionadas en el Oriente Medio.

La publicación de estos documentos hizo que Assange fuera reconocido y admirado por todo el mundo, sin embargo, también lo pusieron en el punto de mira de los Estados Unidos, ya que los trapos más sucios de su ejército quedaban al descubierto. La justicia norteamericana no tardó en tildarlo de traidor y Assange acabó pedido asilo político en la embajada del Ecuador en Londres, donde ha estado cerrado durante años. Eso no le ha impedido seguir siendo un ciberactivista activo, tanto defendiendo su propio caso como solidarizándose con otros movimientos, como hizo con motivo del referéndum del 1 de octubre.