Josep Gifreu (Palol de Revardit, Pla de l'Estany, 1944) necesita pocas presentaciones. El periodista, ensayista y catedrático emérito de comunicación de la Universidad Pompeu Fabra es articulista habitual de El Punt Avui, y se ha dedicado a analizar profundamente los medios de comunicación. Ahora, justo ha publicado Ucraïna la guerra pel relat (Saldonar, 2022). Un libro que identifica, registra y documenta a los diferentes actores de la guerra y busca entender el papel que han jugado los medios de comunicación. Tanto los que pueden hacer libremente su trabajo como los que no, y qué consecuencias puede tener para un país.

Así, a través de un análisis de factores, retrata el papel del periodismo y las redes sociales en un conflicto que ya hace más de nueve meses que dura. Lo que está claro, es que el periodismo hace una tarea imprescindible por conocer lo que pasa y de qué manera. Una muestra más de como de necesaria es la tarea de los medios de comunicación (y el poder que esconden).

En el libro, justo en las primeras páginas, busca razones posibles que defienden el agresor y la reacción heroica de Ucrania. ¿Con cuáles se queda?

Hago de periodista de mesa, que tiene en cuenta lo que han hecho periodistas de guerra y opinadores y también los expertos. Yo intento situarme desde el punto de vista del periodista que intenta aclarar las razones de unos y otros. Lógicamente me declaro hacia una opción preferente, pero teniendo en cuenta las razones que motivan un conflicto como este. Cualquier persona que se interese por el conflicto tiene que considerar el presente y también la historia. Hay que remontarse al fin de la URSS y también la crisis del Maidan, que es un poco el origen de esta guerra. El origen de la guerra es, básicamente, una revolución nacionalista de Ucrania. Sin eso, no se pueden entender las reacciones rusas, invadiendo Crimea, por ejemplo. La gente habitualmente desconoce todo eso. La Rússia de Putin reacciona de una manera determinada y lo hace con medidas militares. Invadiendo territorios, ayudando separatistas del Donbass para que hagan frente al gobierno de Kyiv, y una serie de medidas que limitan la libertad en su propio país. Una cosa y la otra van haciendo camino hasta que se llega en donde se ha llegado ahora.

Claro está, para Putin, la guerra es una operación militar.

Y es significativo como Putin no admite que haya sido una guerra sino recuperación de territorios. En este sentido, obliga a todos los medios de Rusia a denominarlo "operación especial militar" continuamente. Sigue habiendo esta obligación. Para llegar aquí, ha habido una operación de limpieza por parte del Kremlin de las posibles libertades de expresión que existían hace unos años. El cierre del Kremlin respecto de estas libertades se hace a partir de la segunda guerra de Chechenia y la invasión de Crimea. Se perfila un dispositivo de control absoluto de la información y propaganda que también se basa en desinformación constante. En el libro, intento hacer un seguimiento de los principales momentos en que prácticamente desaparece el periodismo independiente. Muchos medios, con las leyes que se van aprobando por imperativo del Kremlin, han tenido que dejar el trabajo que hacían. Estas normas y leyes han hecho huir a 100 o 200 periodistas, aparte de la gente que se marcha por cuestiones personales o por lo que sea. Los rusos lo desconocen porque prácticamente no hay portales independientes. Sí que hay redes sociales que van informando, o medios como Meduza o The Moscow Times... y otros, que han trasladado al extranjero sus sedes. También captan medios de occidente a través de telegram. Los periodistas internacionales han tenido que decidir si se quedaban o no y bajo qué condiciones podían seguir haciendo su trabajo. En el libro, procuro explicar eso de Rusia porque es importante saber cómo Putin entiende las políticas informativas de guerra.

Putin que no admite que haya sido una guerra sino recuperación de territorios

¿Y el caso de Ucrania?

En el caso de Ucrania también busco las razones. Las políticas informativas en tiempo de guerra son opuestas a las de Rusia, se comportan como un país occidental en guerra. Aquello más característico es justamente la voluntad de aparato de transparencia, invitando en todo el periodismo occidental y otros a informar sobre la situación. Son invitados a ir a Ucrania con más o menos restricciones en trabas de las crónicas del periodismo profesional. Desde el punto de vista informativo, también se tiene que tener en cuenta que Zelenski siempre sale. Contrariamente a lo que ha hecho Putin. Desde la pandemia decían que no salía nunca de casa, y no comparecía más allá de la pantalla. Su relación parece que es solo con tres o cuatro personas de confianza, entre las cuales podría haber Peskov (portavoz del Kremlin), Shoigú (Ministro de Defensa) y Lavrov (Ministro de Exteriores).

Entrevista Josep Gifreu, escritor / Foto: Carlos Baglietto

Josep Gifreu, durante la entrevista / Foto: Carlos Baglietto

¿Los medios también podrían ser un poco culpables de la guerra actual?

En Ucrania es evidente que había en franja rusófona y que, después del Maidan, se estableció una ley lingüística, una excusa más (para Rusia) para proteger a los rusófonos. Aquí el gobierno de Kyiv impuso una política (lingüística) que después retiró y además eso no impidió que hubiera uno grande rebate sobre la desrusificación de Ucrania. Es una consecuencia del proceso de construir la identidad propia lingüísticamente y, por lo tanto, evitar la gran influencia rusa que había habido hasta entonces. Se explica un poco que el gobierno de Kyiv posterior al Maidan, no supo gestionar cordero la diversidad lingüística en el país, donde aparte de la rusa, también había la rumana o la húngara. La mayoría rusa, sin embargo, era muy importante y la aprovecharon los separatistas del Donbass y antes de Crimea aprovecharon una excusa de la ley de represión lingüística para atizar más el conflicto e intentar que el Kremlin ayudara militarmente a su guerra. Este debate, de una cultura contra otra cultura es un debate muy interesante.

La guerra también se ha seguido mucho a través de Tik Tok. ¿Está siendo la guerra de las redes sociales?

Me parece que fue un periodista del New Yorker que dijo que esta era una guerra que se transmitía por Tik Tok. Después, todas las redes sociales contribuyeron a enviar emitir mensajes y comentarios. Creo que el Tik Tok tuvo una primera o primer protagonismo los primeros días de la guerra. Mucha gente de Ucrania tenía el móvil a disposición y tenía la red Tik Tok, y a través de estas redes, enviaron y difundieron muchas imágenes y destrozos en las calles y las casas y problemas de la gente. Ahora bien, el periodismo, el buen periodismo de calidad, tiene que hacer este servicio, un servicio público. El periodismo occidental lo hizo. Seguramente lo hizo porque toca y porque esta convencido que es su misión. Los grandes conflictos, no facilitan la transparencia, más bien quieren silenciar que la investigación vaya mes hacia allá de los mensajes de propaganda o desinformación para poder controlar mejor los intereses. Pienso que en esta guerra, ha habido tres factores que podrían ser determinantes en esta gran batalla de la información: el periodismo profesional de calidad que ha demostrado una capacidad de intervención desde el terreno; otro sería las redes sociales que han ayudado a la gente y finalmente, los drones. Una guerra de drones. Han tenido una función de información y captación de determinados episodios, como por ejemplo, lo que pasó a Bucha. Los drones han marcado una nueva etapa en la era de la información.

Los drones han marcado una nueva etapa en la era de la información

¿El papel de los medios occidental, cuál cree que ha estado?

Esta ha sido una guerra totalmente inesperada. Creó una incertidumbre general, un suspense y, claro está, es lógico que a todos los medios occidentales se les pidiese una cobertura inmensa de la guerra, porque Ucrania lo reclamaba. Ante eso intento argumentar que ha habido dos posiciones clarísimas que de alguna manera acompañan a los bloques de los aliados. Por una parte, Occidente y medios occidentales, mainstream de la información y periodismo occidental, a favor, de las políticas de Ucrania y Zelenski y tomador presencia telemática de sus grandes foros, como cumbres de la OTAN o parlamentos. Una particularidad que es importante. Líderes de información de occidente que han sido mucho criticas de los EE.UU. Por otra parte, lo que planteo también es que en este conflicto militar del centro de Europa ha habido una tercera posición que ha emergido que plantea un sistema alternativo sobre occidente y Rusia. El bloque del sur global, es una nueva manera de hablar de países no alineados, creado en tiempo de la guerra fría y que, de alguna manera, aunque no sea un discurso coherente, hay países que no se han querido posicionar. Algunos de América Latina, por ejemplo, la India o países árabes. Todos estos países, no votaron en contra de la invasión rusa en la ONU. Hay un grueso de países que necesitan estar bien con Rusia, China, los Estados Unidos y Europa. Necesitan recursos de todas partes, y no se quieren posicionar.

La tecnología, pues, ha sido clave. ¿Podría ser que hubiera dado pie también a más noticias falsas?

La tecnología, en este sentido, no corta ni propaganda, ni intereses. A ver, ha habido una batalla durísima para intentar situar Rusia a unos determinados mensajes e informaciones, denunciar e investigar crímenes de guerra. Entiendo que lo más importante de cara al futuro son las aportaciones que han hecho los tres grandes bloques. En este sentido, también me interesaba remarcar una cosa de Mariúpol, una gran ciudad castigada por duros combates. Los últimos periodistas que informaron antes de salir fueron los de Associated Press que enviaron ultimas crónicas y vídeos. Lo que ha hecho más daño a la gente de Mariúpol es que cayeran las comunicaciones y que no se supiera qué pasaba. No solo no sabían qué pasaba, sino que tampoco se sabía si el gobierno se había rendido o no.

Entrevista Josep Gifreu, escritor cuerpo / Foto: Carlos Baglietto
Josep Gifreu, durante la entrevista / Foto: Carlos Baglietto

Hablamos de la la idea de Putin de llamar "operación militar especial" a la guerra en Ucrania. ¿Le ha salido bien la estrategia?

Pienso que es una estrategia comunicativa necesaria. Fuera de Rusia todo el mundo entiende que es una guerra. Creo que fue una estrategia semiótica para confundir. Por una parte a los mismos rusos, nadie se lo ha creído a fuera. Pero creo que era una necesidad idioleogica de Putin que de alguna manera concordaba o era coherente con su discurso de la unidad del pueblo ucraniano y el ruso. No se trata de hacer una guerra en el propio pueblo, sino una operación especial de una determinada gente que sueño nazis u occidentalistas. No es una guerra sino una ocupación como en Crimea. En Crimea no pasó nada a nivel mundial, ni en Ucrania, después de la ocupación. Ucrania retiró al ejército porque no podía hacer frente. Después, sospecho que las fuerzas armadas se han modernizado y aprendido a la guerra del Donbás.

¿Podríamos decir que esta es la guerra es transparente vivida hasta ahora?

Ucrania ha hecho de la transparencia un arma. Sobre todo, gracias a las nuevas tecnologías y que cada ciudadano es un emisor de noticias de su zona. La transparencia no te asegura la verdad de la guerra, no te asegura la verdad de los hechos, pero tienen relevancia de cara a la evolución o las causas o resolución del conflicto. Y es aquí donde el periodismo de calidad se imprescindible. Eso lo veremos con todas las guerras.

 

Imagen principal: Josep Gifreu, durante la entrevista / Carlos Baglietto