Japón está inmerso en una crisis demográfica, con una población de larga esperanza de vida cada vez más envejecida, demográficamente hablando, y con las muertes anuales superando los nacimientos de forma sostenida y creciente desde el 2005. De hecho, el 30% de la población es mayor de 64 años y el número de bebés nacidos el año pasado fue de 758.631 —1,3 hijos por mujer—, una caída del 5,1% con respecto al año anterior, en lo que parece una tendencia difícilmente reversible a corto plazo. Prueba de este cambio demográfico profundo en Japón, y su impacto en la sociedad y la economía de país, es que una gran empresa papelera, Oji Holdings, que también produce pañales, ha anunciado que dejará de fabricarlos para bebés y se centrará en el mercado de adultos.

En un comunicado emitido este miércoles, la empresa ha anunciado que su filial Oji Nepia, fabricante de pañales, produce cada año 400 millones de pañales infantiles, mientras que en 2001 eran 700 millones. Desde entonces, la tendencia ha ido en decrecimiento constante. Por el contrario, el mercado de pañales para adultos ha crecido considerablemente: se estima que genera unos 2.000 millones de dólares. El único lugar donde la empresa continuará la fabricación de pañales por bebés será en Malasia e Indonesia, en el sureste asiático, donde sí que se espera una demanda creciente.

Japón, en el precipicio demográfico

"Japón está en el precipicio de saber si podemos seguir funcionando como sociedad", dijo el año pasado el primer ministro, Fumio Kishida, añadiendo que era un caso de "ahora o nunca". El envejecimiento general —la esperanza de vida es de 84 años— y el hundimiento de la natalidad amenazan con colapsar la cuarta economía del mundo, un país con casi 126 millones de habitantes, a medio o largo plazo. Las medidas que toma el gobierno japonés para revertirlo, como los subsidios a parejas, servicios de guardería u otros programas destinados a la infancia, no parecen dar frutos todavía.

Las causas del fenómeno son bien complejas: número bajo de matrimonios, las mujeres incorporándose más al mercado laboral —en un país más bien conservador donde eso antes no era tan común—, las jornadas laborales maratonianas y falta de conciliación, el elevado coste de la vida o la falta de espacio y el hacinamiento en las grandes ciudades. También hay una progresiva apertura del país y unos cambios generacionales con los cuales se han introducido nuevas concepciones sobre la familia o el papel de la mujer, así como nuevos estilos de vida. Además, hay que destacar que Japón es un país que en términos generales es culturalmente muy cerrado y adverso a la inmigración, factor que salva los datos demográficos de países europeos que se encuentran en el mismo punto demográfico.