Annobón es una pequeña isla volcánica de solo 18 kilómetros cuadrados, situada a unos 350 km de la costa africana y a más de 7.500 km de Buenos Aires. El 8 de julio del 2022, su Asamblea General proclamó de manera unilateral la independencia de Guinea Ecuatorial y fundó la República de Annobón, con gobierno en el exilio, bandera e himno propios, y una lengua propia —el fa d'Ambu, una variante criolla del portugués— que refuerza su identidad diferenciada.

Tres años después, aquel gobierno en el exilio, encabezado por Orlando Cartagena Lagar, que hace de primer ministro y se dedica a llevar su causa por todo el mundo, ahora, ha dado un paso más: ha pedido ayuda política a Argentina para que reconozca su proyecto y lo acoja, quizás, como provincia o estado asociado. Cartagena ya se ha reunido con diputados argentinos y ha hecho llegar su mensaje al gobierno de Javier Milei. El movimiento annobonés apela a los lazos históricos con Argentina, pero también a la solidaridad entre pueblos que han sufrido el colonialismo y buscan un futuro mejor.

Punto exacto donde se encuentra la pequeña isla de Annobón
Punto exacto donde se encuentra la pequeña isla de Annobón

Hoy, la República de Annobón no ha sido reconocida por ningún estado, pero mantiene viva su causa a través de sus exiliados. Mientras tanto, en la isla viven unas 5.000 personas sometidas a la represión del régimen de Teodoro Obiang, que gobierna Guinea Ecuatorial con mano de hierro bajo una dictadura desde 1979.

Soñar con ser Argentina... pero desde 7.500 km

El vínculo con Argentina proviene de la historia colonial: Annobón formó parte del Virreinato del Río de la Plata, una entidad politico-territorial que estableció la Corona española en América como parte integrante del imperio español, y con capital en Buenos Aires. Esta conexión es la base del discurso annobonés actual: "Somos hermanos, fuimos parte del mismo territorio, y hoy volvemos a pedir auxilio a Argentina, nuestro país hermano", decía Cartagena en una entrevista reciente.

Entre marzo y abril de este año, el primer ministro en el exilio, junto con su equipo de confianza, visitaron Buenos Aires para buscar apoyo político y se reunieron con legisladores y autoridades universitarias. Aunque la Casa Rosada no se ha pronunciado oficialmente, la propuesta generó debate en los medios argentinos. Cartagena insiste en que no se trata de una anexión, sino de encontrar una fórmula de integración que garantice el futuro de su pueblo. "No pedimos ser anexados. Pedimos el apoyo político de Argentina y querríamos ser parte de este país, pero no pensado como anexado. Puede ser un Estado asociado, puede ser un estatus de provincia", dijo el político desde el exilio.

El líder annobonés subraya que no solo se trata de cuestión histórica o sentimental, sino también es una estrategia de supervivencia política y económica. Según él, Argentina podría dar visibilidad internacional a su causa y, al mismo tiempo, abrir una puerta a inversiones y ayudas que hoy les son negadas. "Si nos quedamos solos, al final nos moriremos todos", concluye al primer ministro exiliado.

Situación dramática: "Sufrimos un genocidio lento"

La situación humanitaria en Annobón es desesperada. Falta agua potable, no hay hospitales y los cortes de electricidad son constantes. Según testimonios, hay un militar por cada cuatro habitantes, cosa que convierte la vida cotidiana en un régimen de ocupación permanente. Orlando Cartagena denuncia que Guinea Ecuatorial "los está matando de hambre y de sed" y que "no hay infraestructura mínima para subsistir". En la isla, explicó en una entrevista reciente, "se vive como la época de Cristo": no hay comercios, el suministro telefónico y de electricidad es interrumpido a menudo, y tampoco llegan medicamentos. "Si te enfermas, te mueres", resume el líder annobonés, que añade que la población se encuentra completamente incomunicada.

Una DUI olvidada

Con independencia unilateral, gobierno en el exilio, bandera, himno y lengua propia, Annobón insiste en el derecho a la autodeterminación. El paralelismo con otros casos de naciones sin estado es evidente. Su futuro es incierto: sin reconocimiento internacional, sometida a la represión y con gran parte de la población viviendo fuera de la isla. Pero el mensaje claro está: "Queremos ser argentinos, porque de alguna manera, ya lo fuimos hace siglos".