El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, se ha dirigido este miércoles a la nación con un discurso en el que ha intentado presentar un balance extraordinariamente positivo de su primer año de regreso a la Casa Blanca. La alocución, largamente esperada, ha llegado en un momento delicado para el mandatario, ya que los principales sondeos sitúan su popularidad en el nivel más bajo desde enero, principalmente a causa del aumento sostenido del coste de la vida en el país.
Trump ha abierto el discurso reiterando muchos de los mensajes que repite habitualmente en sus apariciones públicas: ataques contra la inmigración irregular, críticas al gobierno de su predecesor, Joe Biden, y la afirmación de que, en pocos meses, los Estados Unidos han pasado “de lo peor a lo mejor”. Según el presidente, este giro radical se ha producido gracias a las deportaciones masivas, el cierre estricto de la frontera sur y el uso de aranceles como herramienta de presión contra otros países.
El mandatario ha asegurado que los primeros once meses de su segundo mandato han traído los “cambios positivos más grandes de la historia” y subrayó que “los salarios están subiendo más deprisa que la inflación”. Sin embargo, los datos oficiales muestran una realidad más matizada: los salarios han crecido alrededor de un 4 % anual, mientras que la inflación se sitúa cerca del 3 %. Pese a esta diferencia favorable sobre el papel, muchos ciudadanos continúan notando una pérdida de poder adquisitivo.
Según la Reserva Federal, una parte importante de la presión inflacionaria proviene de los aranceles impuestos por la administración Trump el mes de abril pasado. Este encarecimiento de los precios ha impactado especialmente a los hogares con ingresos medios y bajos, lo que explica el deterioro de la imagen pública del presidente.
Un deterioro de la imagen pública de Trump
Las encuestas confirman esta tendencia a la baja. Gallup sitúa el nivel de aprobación de Trump en el 36 %, solo dos puntos por encima del mínimo registrado durante su primer mandato, tras los hechos del Capitolio en enero de 2021. Otro sondeo, elaborado por NPR, PBS y la Universidad Marista de Nueva York, eleva ligeramente la cifra hasta el 38 %, pero detecta un rechazo creciente entre sectores que le habían dado un apoyo masivo en 2024, como los residentes de zonas rurales.
A pesar de este contexto, Trump aprovechó el discurso para anunciar nuevas promesas. Habló de una reforma sanitaria destinada a eliminar el “Obamacare” y de un programa para facilitar el acceso a vivienda asequible. También afirmó que el precio de la gasolina ha bajado hasta los 2,5 dólares el galón en buena parte del país e incluso a 1,99 dólares en algunos estados, a pesar de que la media nacional se sitúa cerca de los 2,9 dólares.
El presidente también presumió de rebajas en el precio de los medicamentos, mencionando recortes del 400, 500 e incluso del 600 %, cifras que han generado escepticismo entre expertos por su falta de coherencia matemática. Además, aseguró que en los próximos doce meses se inaugurarán 1.600 nuevas plantas de generación eléctrica que harán bajar “drásticamente” el precio de la luz, en un momento en que muchos estados sufren aumentos notables de la factura energética debido al crecimiento de los centros de datos vinculados a la inteligencia artificial.
Finalmente, Trump ha anunciado un “dividendo del guerrero”: un bonus especial de 1.776 dólares para 1.450.000 miembros de las Fuerzas Armadas, una cifra simbólica que hace referencia al año de la fundación de los Estados Unidos. A pesar de las tensiones recientes con Venezuela y las declaraciones beligerantes de los últimos días, el presidente no ha mencionado este país ni ninguna operación militar en el discurso, centrándose en proyectar una imagen de control y prosperidad en medio de un clima de creciente desconfianza ciudadana.