Este verano, Seúl no solo se tiene que preocupar por el calor o las aglomeraciones turísticas, sino también por una invasión inesperada que hace volar parejas enganchadas por todas partes. ¿La protagonista? La mosca de la luna de miel, o científicamente Plecia longiforceps, que ha decidido convertir los parques, jardines y calles de la capital surcoreana en su escenario preferido para extender su 'amor'. Y, como buen amante persistente, esta mosca no quiere pasar por un flirteo rápido, sino que se queda pegada literalmente durante horas... ¡o incluso tres días!
Este insecto tiene fama por volar en pareja durante la cópula, pero su presencia masiva no es nada romántica para los vecinos y turistas de Seúl. Las moscas de la luna de miel se enganchan a vehículos, personas y prácticamente cualquier superficie que encuentren a la vista, generando una sensación incómoda y haciendo que pasear por la ciudad sea un reto para la visibilidad. Si has pensado en hacer una caminata en el parque Namsan o en Gyeyang, prepárate para compartir el espacio con miles de estas pequeñas parejas voladoras. De hecho, no es extraño ver vídeos virales en las redes sociales que muestran estas zonas completamente cubiertas por estos insectos románticos y persistentes.
Las zonas más afectadas son los distritos suroeste y nordeste de Seúl, como Geumcheon, Eunpyeong y Gwanak, según ha anunciado recientemente el Gobierno Metropolitano de Seúl. Los números hablan por sí solos: solo en los primeros seis meses de 2025 se han recibido casi 4.700 solicitudes de fumigación, superando ya las 4.400 de todo el año 2022 y acercándose al récord de casi 9.300 solicitudes que se registraron en el 2024. Todo un festival de insistencia y presencia masiva de este insecto enamorado.
¿De dónde sale esta mosca?
Si te preguntas de dónde ha salido esta mosca, la respuesta no es ningún misterio de espías ni de película de ciencia ficción. La mosca de la luna de miel llegó a Corea del Sur hace menos de una década, justo como un viajero clandestino dentro de mercancías procedentes de la provincia china de Shandong. Un estudio genético realizado por el Instituto Nacional de Recursos Biológicos ha confirmado que estas moscas son prácticamente primas hermanas de las que habitan la región china, lo cual indica que hicieron su gran entrada en territorio coreano sin 'invitación formal'.
Originalmente, este insecto se encontraba solo en zonas subtropicales del sur de China, Taiwán y las islas Ryukyu de Japón, más cerca del calor y lejos del clima templado coreano. Pero el cambio climático ha hecho su magia, cosa que permite a estas moscas adaptarse y expandirse hacia el norte, incluso conquistando la capital de Corea del Sur.
No pican ni transmiten enfermedades
Su presencia es, por suerte, de corta duración: solo unas dos semanas al año durante la temporada de lluvias, ya que los adultos viven entre tres y seis días. Pero el tiempo que se quedan es suficiente para causar molestias a todo aquel que se atreva a disfrutar de la naturaleza al aire libre. No pican ni transmiten enfermedades, pero eso no impide que su acumulación en superficies públicas y comercios genere rechazo.
El gobierno metropolitano, consciente de que no se puede ganar una batalla con fumigaciones constantes sin perjudicar otras especies, ha implementado un plan de gestión integrada. Este incluye trampas de luz y feromonas, chaparrones de agua y campañas informativas para evitar el uso indiscriminado de pesticidas químicos.
La buena noticia es que esta invasión "romántica" tendría que remitir de manera natural hacia mediados de julio, dejando Seúl libre de las parejas voladoras... hasta la próxima temporada de lluvia, cuando todo empiece de nuevo.
En definitiva, el verano en Seúl no hay solo sol, calor y turismo, sino también un festival de amor entre moscas que no tienen prisa para separarse.