El expresidente de Corea del Sur, Yoon Suk-yeol, ha vuelto a esquivar su arresto, esta vez mediante una estrategia del todo surrealista: quedarse en calzoncillos en medio del centro de detención justo cuando los investigadores se disponían a arrestarlo e interrogarlo en el marco de una investigación por presunto tráfico de influencias. Yoon, sometido a una macroinvestigación a causa de su fallido intento de declarar la ley marcial en el país a finales del año pasado, ha aprovechado que los investigadores no podían hacer uso de la fuerza para "negarse obstinadamente a ser arrestado mientras se tumbaba en el suelo sin utilizar tan solo una bata de hospital", según ha declarado el fiscal especial Oh Jeong Hee a la agencia de noticias estatal Yonhap.
Esta vez, el orden de arresto se ha emitido por un caso de posible abuso de poder y tráfico de influencias en favor de la mujer de Yoon, la ex primera dama Kim Keon Hee. Aparentemente, el expresidente no ha mostrado ningún indicio de cooperación, más bien el contrario: se ha dedicado a interrumpir constantemente las declaraciones de los investigadores, mientras seguía tumbado en el suelo en ropa interior y con una camiseta sin mangas. "Ejecutar una orden de arresto no es un proceso de persuasión, pero, considerando que es un expresidente, le recomendé que la cumpliera voluntariamente", ha añadido Jeong Hee. Dado que Yoon ha sido jefe de gobierno del país, los agentes encargados de ejecutar la orden de detención tenían indicaciones de garantizar un traslado digno y sin incidentes, razón por la cual han descartado continuar con el proceso por la vía de la fuerza.
Yoon, experto en esquivar la justicia
El escurridizo expresidente ya fue citado por este caso a finales del mes pasado, pero no compareció alegando un problema de salud. En consecuencia, la fiscalía especial solicitó una orden de arresto, que ha sido emitida por el tribunal la mañana de este viernes y que vence el día 7. Desde que la justicia empezó a perseguirlo, Yoon ha seguido defendiendo sus actuaciones como presidente, argumentando que es necesaria la aplicación de una ley marcial para "erradicar las fuerzas favorables a Corea del Norte y antiestatales". De hecho, esta no es la primera vez que lleva a cabo actuaciones fuera de lugar para eludir la detención. Antes de que fuera arrestado por primera vez, el expresidente utilizó durante semanas su equipo de escoltas personales para disuadir a los agentes, ordenándoles que desenfundaran las armas si lo intentaban detener. Si finalmente es procesado, podría afrontar una pena de cadena perpetua o, incluso, la muerte. Sea como sea, la justicia tendrá que encontrar primero la manera de capturarlo.