El 18 de septiembre de 2021 se hizo efectiva la prohibición de los talibanes a la educación secundaria femenina. Este domingo se cumple un año desde que los fundamentalistas impidieran su reapertura después de apoderarse de nuevo del control de Kabul, en agosto de 2021, argumentando que tenían que implementar un sistema de acuerdo con la ley islámica. Mientras a las jóvenes se les prohibía la entrada, sus compañeros volvían a clase. Aunque, después de la promesa incumplida de los fundamentalistas de reabrir los centros educativos, en una decisión de última hora el pasado 23 de marzo, mientras muchas estudiantes se encontraban ya esperanzadas en las escuelas, la prohibición sigue en vigor sin señales de cambio.

Decepción profunda

La situación de las afganas se ha empeorado durante el último año. A las restricciones de los talibanes, se ha sumado la crisis humanitaria y económica a la cual se enfrenta el país. "Sentí un profundo dolor cuando mis amigas y compañeras llegaron ansiosas a las clases, pero se encontraron con las puertas cerradas y las caras decepcionadas de nuestros profesores, no había visto nada igual en mi vida", ha explicado a la agencia Efe, Hadia, estudiante de 14 años en la capital afgana. "Sobrevivir ha sido realmente difícil, nos han golpeado psicológicamente y en el económico. Nuestras escuelas están cerradas y mi madre perdió su trabajo, en total nos hemos visto privadas de nuestra educación y derechos", ha afirmado en Efe otra estudiante residente en Kabul, Lima, de 16 años.

El cierre indefinido de las escuelas ha provocado manifestaciones esporádicas de estudiantes y profesores en Afganistán, donde los talibanes reprimen las protestas contrarias a sus políticas. "Prohibir la educación de las niñas es una idiotez extremista", ha afirmado el activista Susan Hamidi en una campaña difundida en las redes sociales para exigir la reapertura.

Goteo de prohibiciones

Desde que los talibanes recuperaron el control de Kabul el 15 de agosto de 2021, después de una brillante campaña militar a la vez que las tropas estadounidenses abandonaban el país, los talibanes han impuesto un goteo de prohibiciones a las afganas. Entre algunas de las restricciones que se han impuesto han sido la limitación de movimiento de las mujeres, la segregación de los espacios públicos por sexos, la imposición del burka y la limitación de acceso a los puestos de trabajo, entre otras medidas, justificándose en su rígida interpretación del islam.

La negativa a reconocer el gobierno interino de los talibanes y el cierre de las escuelas femeninas, es lo que ha generado más criticas en la comunidad internacional. "Hoy se cumple un año desde que se prohibió a las niñas asistir a las escuelas secundarias en Afganistán. Un año de aprendizaje y oportunidades futuras perdido", ha lamentado UNICEF en Twitter, antes de recordar que "las niñas tienen que estar en la escuela".

Reapertura de las escuelas

Al principio de septiembre se abrieron algunos centros educativos femeninos en la provincia oriental de Paktia, que generó esperanzas en las afganas, pero los talibanes no tardaron en responder negativamente. "Si las escuelas reabren estará en todo el país, investigaremos la reciente reapertura en Paktia para averiguar quién dio permiso", advirtió al principal portavoz de los fundamentalistas, Zabiullah Mujahid, durante una rueda de prensa el pasado 6 de septiembre. Ahora las escuelas en Paktia vuelven a estar cerradas, y el ministro de Educación talibán, Noorullah Munir, vació cualquier duda sobre las intenciones de los fundamentalistas. "La situación actual en Afganistán no permite el retorno de las niñas de 16 y 17 años en las escuelas", dijo Munir en un comunicado que causó consternación entre los defensores de los derechos de las mujeres.

Los fundamentalistas han repetido en la práctica, y a pesar de sus promesas de cambio, la postura de su anterior régimen entre 1996 y 2001, cuando relegaron a las mujeres al hogar sobre la base de su rígida interpretación del islam y su estricto código social conocido como pastunwali. "Recuerdo como con el anterior gobierno de los talibanes estábamos excluidas de las escuelas, pero cuando bajo el presidente (Hamid) Karzai volvimos en los centros educativos fue muy difícil a nuestra edad porque tendríamos que haber estado ya en la universidad", ha relatado en Efe la profesora y psicóloga Aixada Joia. "Sigo en contacto con mis estudiantes (...), muchas de ellas sufren depresión y ansiedad, lloran cuando hablamos por teléfono", ha lamentado.