Ahora hace cinco años, el parking de la factoría de Whirlpool en Amiens fue uno de los campos de batalla de la segunda vuelta. Fueron los trabajadores quienes lo convirtieron en un punto caliente, después de que la multinacional anunciara el cierre de la planta para trasladar la única línea de fabricación que quedaba (las secadoras) para abaratar costes, trasladándola a Polonia. Las imágenes fueron reveladoras. Emmanuel Macron había planificado visitar primero a los representantes sindicales en la cámara de comercio y después trasladarse a la fábrica, donde los trabajadores en huelga. Pero Marine Le Pen se le adelantó, fue a ver a los piquetes y casi sale a hombros, entre selfies y aplausos. Instantes después apareció el hoy presidente, que salió abucheado. El contraste fue evidente, como los mensajes que trasladaron: la candidata de la extrema derecha les prometió la nacionalización, mientras el candidato liberal les decía después de que todo era un poco más complicado.

Hoy estas imágenes ya son imposibles. Aquel parking, con decenas y decenas de plazas -Whirlpool llegó a tener 1.400 trabajadores sólo en Amiens-, está completamente vacío. A falta de coches, las malas hierbas empiezan a recuperar su terreno y se puede escuchar el canto de los pájaros. Las ventanas de las oficinas acumulan unas cuantas capas de suciedad. De hecho, prácticamente todo el polígono industrial está desértico, desbaratado. En Wirlpool Amiens ya no hay nada que hacer. Su vecino más ilustre ha llevado a varios empresarios para que intentaran algo. Pero no lo ha podido salvar y al menos 240 trabajadores han acabado en paro, sin nada. Los piquetes no han tenido más remedio que resignarse.

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FOTO: La planta de Whirlpool en Amiens llegó a tener 1.400 trabajadores. Hoy está cerrada y desértica (Nicolas Tomás)

Porque Amiens es casa de Emmanuel Macron, la ciudad donde nació y que le vio crecer e incluso enamorarse de su profesora Brigitte. Pero también es una ciudad que le da la espalda, que le es hostil. El pasado domingo 10, en primera vuelta, ganó el candidato de la izquierda radical, Jean-Luc Mélenchon, con el 31,3%, seguido de Macron (30%) y Marine Le Pen (17,88%). Y la abstención (31%) se situó por encima de la media francesa (26%). Y al conjunto del departamento de Somme fue la candidata del Reagrupamiento Nacional la que se impuso (32,7%), como el conjunto de la región Altos de Francia (33,3%). El municipio francés con más votos para|por Le Pen también es encuentra en el Somme; fue en el rural Hardecourt-aux-Bois, con el 78% de las papeletas.

Amiens, ciudad históricamente industrial, como todo el norte de Francia, ha visto en las últimas décadas cómo las suyas se iban apagando por la globalización y las deslocalizaciones. Fue el caso de Whirlpool, pero también de Goodyear, que en 2014 envió a 1.143 trabajadores a la calle. Desde finales de los noventa, la lista se ha ido haciendo cada cada vez más larga. Sin que los sucesivos gobiernos franceses no hayan podido hacer nada para revertir la tendencia.

Francis, un vecino de 55 años aficionado a la historia, lo certifica: "Amiens ha perdido mucho. Había llegado a ser una ciudad rica, próspera, gracias a la industria y hoy queda muy poco de eso". Hace un paralelismo histórico: "La ciudad ya fue prácticamente destruida por las dos guerras mundiales. Y ahora es la 'ultraglobalización' la que la ha acabado de matar". No es muy optimista de cara al futuro. "Los políticos no han hecho su trabajo. Ni Macron, ni Hollande, ni nadie", constata.

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FOTO: Amiens, ciudad industrial, se ha visto golpeada por la desindustrialización durante décadas (Nicolas Tomás)

Él no duda a la hora de votar. En la primera vuelta lo hizo por Marine Le Pen y en la segunda vuelta hará evidentemente lo mismo. "Hay muchos patriotas que aman su país, como yo. Ahora tenemos todo este multiculturalismo. Nos viene toda la miseria del mundo y es una carga para Francia, que a duras penas puede ayudar a los franceses," lamenta Francis. Macron no le satisface, aunque sea de Amiens: "No, no me gusta nada. Es demasiado joven, ha demostrado ser arrogante... En cinco años lo único que ha conseguido es sacar a los franceses a la calle. Y a Amiens ni viene. No ha hecho nada por su ciudad natal, nos ha fallado". En cambio, cree que, con Le Pen, plantas como Whirlpool se habrían salvado.

Desde que llegó a la presidencia del entonces Frente Nacional (hoy Reagrupamiento Nacional), Marine Le Pen puso en marcha una estrategia de renovación justamente para capitalizar este malestar y llegar hasta nuevos electorados. Los resultados se han podido comprobar en territorios afectados por la desindustrialización, como el Norte o Lorena, y en los más pobres y precarios, como la Catalunya Nord. También se ha convertido en la primera opción de los obreros en las urnas, como se pudo ver en las elecciones presidencial del 2017 y en la primera vuelta de hace dos semanas. Justamente hace cinco años también se hizo famoso un delegado sindical de Whirlpool, Patrice Sinoquet, que pidió el voto por Le Pen y fue amenazado de expulsión de la CFDT. Hoy no se arrepiente de su llamamiento.

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FOTO: Sede del diputado François Ruffin, de la Francia Insumisa, en Amiens: "Ellos tienen el dinero; nosotros, la gente" (Nicolas Tomás)

Ahora también la izquierda radical intenta disputar este voto de malestar, el de las clases populares. Se ha podido ver con la victoria de Jean-Luc Mélenchon en Amiens el domingo 10. Han picado mucha piedra gente como el diputado François Ruffin, una de las figuras más mediáticas de la Francia Insumisa, también director de la premiada película-documental Merci Patron!, ganadora de un Cèsar en el 2017. Pero no ha conseguido, de momento, clasificarse para la segunda vuelta|bóveda. Y sus votantes están desorientados.

Voten por la extrema derecha o por la izquierda radical, los vecinos de Amiens tienen un sentimiento bastante compartido: Macron no ha hecho nada por ellos. Es lo que también piensa Julie, de 27 años, que en la primera vuelta votó por Mélenchon y que, a tres días de la segunda, todavía duda. "Votar, votaré, porque es nuestro deber hacerlo", asegura esta autónoma. Ahora bien, qué votará, en cambio, es todavía un misterio: "Quizás en blanco o quizás me tapo la nariz. Todavía no lo he decidido". El llamamiento a hacer un cordón sanitario a la extrema derecha no es un argumento que la seduzca especialmente.

Valentin, de veinte años, directamente no fue a votar en la primera vuelta y no lo hará en la segunda. No es que no siga la política; ha seguido la campaña e incluso siguió el debate entre Macron y Le Pen de este miércoles. "Nos proponen muchas cosas pero después no las hacen. No hay ninguno que merezca mi voto", asegura este joven. Ve a su vecino Macron como "el presidente de los ricos". Tampoco le gusta Le Pen, pero no es suficiente aliciente para ir a las urnas: "No puedo decir si uno es mejor que el otro, sinceramente. Realmente no hay tantas diferencias".

Como si fuera un Barça-Eintracht Frankfurt en el Camp Nou, el presidente de la República parece jugar fuera de casa incluso cuando juega en casa. Realmente cuesta encontrar quien le apoye, al menos públicamente. Pero los hay y que rompen prejuicios. Como Cassandra, estudiante de Medicina de 22 años. Vive la campaña con inquietud de que Marine Le Pen pueda ganar. Y explica que ya votó por Emmanuel Macron en primera vuelta y que repetirá. Valora su gestión de la crisis sanitaria y también su mirada hacia los jóvenes. "Hay quienes dicen que miente, que es el presidente de los ricos... Yo no me creo nada de todo eso. Es importante dejarle una segunda oportunidad para llevar a cabo todas sus promesas".