Los responsables de la administración Trump han mantenido conversaciones internas sobre la posibilidad de una nueva reunión entre Donald Trump y el líder norcoreano Kim Jong-un durante el próximo viaje del presidente estadounidense a Asia. Sin embargo, fuentes cercanas al proceso aseguran que el encuentro está lejos de ser una realidad, ya que aún no se han hecho los preparativos logísticos ni diplomáticos necesarios.

El objetivo principal de la visita de Trump a la región es la reunión con el presidente chino Xi Jinping, en un contexto de tensiones comerciales crecientes entre Estados Unidos y China. Sin embargo, Trump ha manifestado, tanto públicamente como en privado, su interés por retomar el contacto con Kim. Este interés se vio renovado tras un encuentro en agosto con el presidente surcoreano, Lee Jae Myung, quien invitó a Trump a asistir a la reunión de ministros de Comercio de la APEC en Corea del Sur. Lee sugirió que este evento podría ser una oportunidad idónea para reactivar el diálogo con Corea del Norte.

¿Puerta abierta al diálogo?

“Nos gustaría reunirnos y mejorar las relaciones”, afirmó Trump en referencia a Kim, mostrándose abierto a la propuesta. Paralelamente, Kim también ha expresado cierta disposición al diálogo. En un discurso reciente ante el parlamento norcoreano, el líder afirmó tener “buenos recuerdos” de Trump y condicionó un nuevo encuentro a que los EUA abandonen su “obsesión vacía con la desnuclearización”.

A pesar de este interés bilateral, la realidad diplomática es mucho más compleja. Las relaciones entre las dos Coreas se han deteriorado desde el último encuentro entre Trump y Kim en 2019 en Panmunjeom, y actualmente no hay canales de comunicación abiertos entre el Norte y el Sur respecto a una posible cumbre. Fuentes del gobierno surcoreano aseguran que los equipos de seguridad de los EUA han hecho varias visitas para preparar la llegada de Trump, pero ninguna de estas ha sido a la zona desmilitarizada, hecho que descarta, por ahora, una repetición del famoso encuentro de hace seis años.

Reuniones bilaterales que traen cola

Cabe recordar que el histórico encuentro de 2019 fue impulsado de forma inesperada y precipitada, tras un tuit de Trump invitando a Kim a una reunión en la frontera. A pesar de la ausencia de comunicaciones oficiales previas, la maquinaria diplomática se activó rápidamente. Tras intentos fallidos de contacto por vía telefónica e incluso por megafonía desde la frontera, los norcoreanos respondieron con una invitación formal. En cuestión de horas, los equipos negociadores se reunieron en el DMZ, y al día siguiente, Kim y Trump se encontraban cara a cara.

Aquel día, Trump hizo historia al convertirse en el primer presidente estadounidense en activo en pisar territorio norcoreano, avanzando 20 pasos dentro del país antes de saludar a Kim. El encuentro, que duró aproximadamente una hora, no dio frutos concretos en materia nuclear, pero consolidó la imagen de Trump como negociador imprevisible.

Ahora, sin embargo, el contexto es muy diferente. La ausencia de preparativos concretos, la falta de canales abiertos y la nueva orientación de la política surcoreana, más hostil hacia el régimen del Norte, hacen que una nueva cumbre parezca poco probable. Sin embargo, si algo ha demostrado Trump en el pasado es su capacidad para provocar giros inesperados en la diplomacia internacional. Por eso, aunque el encuentro no esté sobre la mesa de manera formal, no se puede descartar del todo.