La Justicia de Estados Unidos ha condenado a hasta 15 años por homicidio involuntario a los padres de un menor por el tiroteo que cometió su hijo en un colegio en Míchigan en 2021. La sentencia marca un precedente legal en EE.UU., ya que representa la primera vez en la que los padres o responsables legales de un menor de edad son condenados por un tiroteo. James y Jennifer Crumbley han sido condenados cada uno por un tribunal de Míchigan a entre 10 y 15 años de cárcel por el ataque que cometió su hijo en 2021, en el que murieron cuatro estudiantes y otros siete resultaron heridos.

La pistola del ataque la compró el padre

La pareja fue arrestada poco después del tiroteo y han estado desde entonces bajo arresto con una fianza conjunta de un millón de dólares. El tribunal estatal ha acusado a los Crumbley de haber permitido que su hijo tuviera acceso al arma con la que cometió el crimen, una pistola que había comprado el padre solo cuatro días antes del tiroteo. Además, los padres fueron acusados de haber ignorado los problemas de salud mental que tenía su hijo y que se pusieron de manifiesto, por ejemplo, en un dibujo que hizo de una pistola y un hombre herido con frases como: "Los pensamientos no se detienen. Ayúdame. Mi vida no tiene sentido".

Durante la audiencia de este martes, los padres de los menores que fallecieron en el tiroteo han increpado a la pareja condenada. "Literalmente cada aspecto de mi vida ha sido afectado por esta tragedia", ha dicho el padre de una de las víctimas. "La sangre de nuestros hijos está en sus manos", ha agregado.

Los fiscales creen que los padres podían evitar el ataque

Durante el juicio, que se ha extendido durante varios meses, los fiscales han argumentado que los Crumbley podrían haber evitado el ataque pero decidieron "no hacer nada". Por su parte, los abogados del matrimonio han señalado que ellos no tenían conocimiento de las condiciones mentales de su hijo y que no podrían haber imaginado que iba a entrar a disparar contra sus compañeros de clase. En diciembre del año pasado, Ethan Crumbley fue condenado a cadena perpetua por el tiroteo, declarándose culpable de un delito de terrorismo, cuatro de asesinato y otros 19 cargos relacionados con la matanza. En su juicio, declaró que la pistola no estaba bajo llave cuando la metió en su mochila antes de ir al instituto.