Cuando pensamos en la Unión Europea, una de las primeras imágenes que nos viene a la cabeza es su bandera: doce estrellas doradas formando un círculo perfecto sobre un fondo azul intenso. En 2025, este símbolo cumple 40 años como emblema oficial de la UE, pero su historia –y su significado– son mucho más profundos que un simple icono institucional.
Un símbolo nacido para unir un continente roto
La bandera europea no nació dentro de la UE, sino en el Consejo de Europa, la institución creada tras la Segunda Guerra Mundial para promover derechos humanos y reconciliación. En 1955, en un continente aún herido y dividido, los gobiernos europeos adoptaron este diseño que evocaba armonía, paz y esperanza.
🎂 ¡Feliz cumpleaños a la bandera europea! 🇪🇺
— EU Council (@EUCouncil) December 9, 2025
🗓️ En 1985 se convirtió en el emblema de la UE, pero ¿sabías que fue adoptada por primera vez hace 70 años hoy por el Consejo de Europa?
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Las doce estrellas no representan países ni fronteras. Según la documentación del Consejo, simbolizan perfección, plenitud y estabilidad, un número tradicionalmente asociado a la armonía. El círculo transmite unidad; el azul, serenidad. No fue hasta 1985 cuando el Consejo Europeo –entonces al frente de las Comunidades Europeas– lo aprobó como símbolo propio.
De Bruselas al mundo: una identidad compartida
En 1986 la bandera se izó por primera vez ante la Comisión Europea. Desde entonces, ha pasado de ser un símbolo institucional a convertirse en una pieza fundamental de la identidad europea moderna. Hoy ondea en: edificios públicos y ayuntamientos de los 27 Estados miembros; instituciones europeas como el Parlamento, el Consejo o la Comisión; proyectos financiados por la UE en infraestructuras, investigación y cultura; monedas y billetes de euro; acontecimientos públicos y movilizaciones ciudadanas.
Según el Consejo Europeo, la bandera es “un recordatorio visible de los valores compartidos que unen a los europeos”, entre los que destacan la democracia, la libertad y la dignidad humana.
Un símbolo con historia, pero también con futuro
La bandera europea ha resistido crisis económicas, tensiones políticas e incluso el Brexit. A pesar de ello, ha mantenido su valor simbólico: representar la voluntad de que Europa sea más que un conjunto de intereses nacionales. Este 40º aniversario llega en un momento de grandes retos: desde la guerra en Ucrania hasta las tensiones migratorias y económicas.
I, sin embargo, también es un momento en que millones de jóvenes se reivindican como europeos, viajan con programas Erasmus y defienden abiertamente la movilidad, la diversidad y los derechos civiles. La UE ha reforzado esta visión en la campaña oficial del Consejo, que recuerda que la bandera es “un símbolo de paz y unidad que continúa inspirando el futuro del continente”.
Más que un símbolo: una promesa
En un mundo fragmentado, la bandera europea continúa siendo un punto de encuentro. Un símbolo que recuerda el origen del proyecto: garantizar que Europa no vuelva a dividirse nunca como lo hizo en el siglo XX. Cuarenta años después de su adopción, la bandera no solo conmemora un pasado compartido, sino que también proyecta una promesa de futuro: la de una Europa que continúa construyéndose cada día, entre diversidad, debate y esperanzas compartidas –o que, por lo menos, lo intenta–.