La nueva primera ministra de Japón, Sanae Takaichi, ha expresado su voluntad de celebrar un encuentro con el líder norcoreano Kim Jong Un, un evento que no se ha producido desde hace más de veinte años. Esta iniciativa supone un intento de desbloquear uno de los temas más sensibles en las relaciones bilaterales: el secuestro de ciudadanos japoneses por parte de agentes norcoreanos durante las décadas de 1970 y 1980.
Takaichi ha anunciado su intención en un mitin dedicado a reclamar el regreso de los secuestrados, afirmando que el gobierno japonés ya ha transmitido a Pyongyang el deseo de mantener una cumbre. “Quiero que los líderes se miren cara a cara y consigan resultados concretos”, destacaba. “Estoy decidida a resolver el tema de los secuestros durante mi mandato.”
Según el gobierno japonés, al menos diecisiete ciudadanos fueron raptados por agentes norcoreanos con el objetivo de formar parte del programa de espionaje del régimen. En 2002, cinco de ellos fueron devueltos a Japón tras una cumbre histórica entre el entonces primer ministro Junichiro Koizumi y Kim Jong Il, padre del actual líder. Aquel viaje, el primero de un líder japonés a Pyongyang desde el final de la Segunda Guerra Mundial, marcó un momento de gran esperanza: Corea del Norte reconoció finalmente su responsabilidad y pidió disculpas. Sin embargo, desde aquel año, no se han producido más repatriaciones ni avances diplomáticos significativos.
Corea del Norte niega la cifra oficial de secuestrados
Corea del Norte, por su parte, niega la cifra oficial de secuestrados y afirma que algunos de ellos murieron por causas naturales o accidentes. Pyongyang considera el caso cerrado, mientras que en Japón el tema sigue siendo una herida abierta. Las familias de los desaparecidos, algunas de las cuales hace más de cuarenta años que esperan noticias, mantienen viva la reivindicación y exigen una solución definitiva.
Takaichi, que asumió el cargo después de las elecciones de octubre, ha hecho del caso de los secuestros una de sus prioridades políticas. Ya se ha reunido en dos ocasiones con las familias afectadas y ha expresado su voluntad de completar la misión de su mentor, el ex primer ministro Shinzo Abe, asesinado en 2022. Abe había intentado, sin éxito, organizar un encuentro con Kim Jong Un, al igual que su sucesor Fumio Kishida.
Romper décadas de silencio y desconfianza
El reto de Takaichi es mayúsculo: romper dos décadas de silencio y desconfianza entre ambos países. Si consigue la reunión con Kim, podría abrir una nueva etapa de diálogo en Asia nororiental, aunque las perspectivas siguen siendo inciertas. Las tensiones nucleares, las sanciones internacionales y la complejidad del pasado histórico entre Japón y Corea del Norte hacen que cualquier avance sea frágil.
Aun así, Takaichi parece dispuesta a jugarse el capital político para conseguirlo. “Es hora de mirar hacia adelante y conseguir resultados tangibles para las familias de nuestros ciudadanos secuestrados”, declaró. Si su apuesta diplomática prospera, podría convertirse en la primera líder japonesa en más de dos décadas capaz de restablecer un canal directo con Pyongyang, y quizás, finalmente, cerrar una de las páginas más dolorosas de la historia reciente de Japón.