Nunca una mujer había gestionado una empresa con un capital tan importante como la viuda Clicquot. En 1805, con solo 27 años, Barbe-Nicole Ponsardin Clicquot heredó el negocio local de vinos espumosos de su marido y lo convirtió en un imperio mundial. De ahí que se la conociera en todo el planeta como la gran dama del champán.

 

Barbe-Nicole nació en Reims, en el corazón de la Champaña, el 16 de diciembre de 1777. En aquella época, el textil acaparaba la economía de esta región, mientras que la elaboración de champán era una actividad poco habitual y destinada básicamente a las cortes europeas. El padre de Barbe-Nicole, Nicolas Ponsardin, era un rico comerciante textil que aspiraba a entrar en la aristocracia. Pero, tras el estallido de la Revolución Francesa, apoyó a los insurgentes jacobinos para salvar su patrimonio y salir indemne de las revueltas.

La Veuve Clicquot Ponsardin estaba a punto de quebrar, debido a la persistencia de las barreras para llegar a clientes potenciales, sobre todo Rusia. El zar Alejandro I, en guerra con Napoleón, había vetado la entrada del champán francés. Barbe-Nicole pensó que el primero en pisar el país, una vez levantada la prohibición, se adueñaría del mercado. Así que, desafiando la vigilancia militar, envió un cargamento hasta Königsberg (actual Kaliningrado) y esperó hasta poder dar el salto a San Petersburgo. Cuando finalizó el conflicto y sus competidores se pusieron en marcha, Clicquot llevaba semanas de ventaja, y los rusos ya se habían enamorado de su champán.