Comer carne humana puede salvar a nuestra especie. La contraintuición no es mía, sino de Albert Pijuan (Calafell, 1985) o, mejor dicho, del narrador de Per què no repensem el canibalisme? (Editorial Medusa). En la última obra del autor del multipremiado Tsunami encontramos una piñata de ideas tan deslumbrantes como atolondradas. Pijuan utiliza los mimbres del ensayo para forzar todas sus posibilidades. Per què no repensem el canibalisme? nos asalta con un humor negrísimo, y la plausibilidad de sus argumentos está de más. Preguntarse si el panfleto va o no va en serio es inoportuno, aguafiestas; alejarse millas y millas del disfrute. Para enfrentarnos a él, lo único que se le pide al lectorado es alinearse con la longitud de onda del loco que escribe, y que no necesariamente es quien nos responde a esta entrevista.

Si me tuviera que comer a una persona, optaría por una carne que combinara antigüedad y salud de hierro

¿Cuántas veces has visto El silencio de los corderos, Albert?

Es de las que toca ver una vez al año, máximo cada dos, como Vértigo o Cantando bajo la lluvia. Son de aquellas que, antes de ponerla, siempre dices «¿Quieres decir que había para tanto?». Y sí, hay para tanto. Pero ahora que lo dices, desde que vi la serie Hannibal que no la he vuelto as ver, porque de alguna manera desencantó al personaje. Así que tocará volver a verla pronto.

Tu libro localiza la primera vez que el término "caníbal" fue utilizado: lo encontramos en el Diario de viajes de Cristóbal Colón. ¿Es xenófobo, el tabú original que estigmatiza el canibalismo?

Quien lo crea se acerca al mundo con una arquitectura mental racista y, por lo tanto, el término encaja como un guante dentro de esta construcción. Colón necesitaba trazar bien la separación entre el ellos y el nosotros, y el caníbal es la prueba irrefutable de la infrahumanidad de ellos. Pero bien, todas las palabras tienen sustratos de historia, y en este caso solo está el primero. En el libro, el narrador hace un uso del lenguaje muy interesante y se dedica a jugar con las resonancias de estas capas para conseguir su propósito. No sé por qué lo digo como si fuera una cosa específica de este narrador o del libro, es lo que hacemos todos constantemente. Quizás en su caso esta perversión es más flagrante, vete a saber.

El trabajo que hago es despellejar nuestra mirada. El acercamiento no tiene que ser desde la certeza moral, sino desde el «va, vamos a enfangarnos»

Montaigne también se arremangó y, hablando de los antropófagos precolombinos, escribió: "les podemos llamar bárbaros con respecto a las reglas de la razón, pero no respecto de nosotros mismos, que los superamos en todo tipo de barbarie". ¿Por qué crees que esta sensibilidad ha sido decapitada del debate público?

Montaigne se escandaliza de la doble vara que utilizamos para medir las prácticas de los que no forman parte de nuestra tribu y las prácticas de la tribu. La piel tan fina para ciertas cosas y el silbar y el mirar hacia otro lado para otras, que pueden ser igualmente aberrantes pero tienen el beneplácito del hábito. El narrador del libro adopta el espíritu de Montaigne para hacernos ver que, incluso cuando lo intentamos evitar, caemos fácilmente en la doble vara de medir para lo que es nuestro y lo que es de ellos. La doble vara de medir es la baza del efecto filtro burbuja, la polarización y todas estas cosas tan terribles y humanas que han pasado los últimos años.

¿Desde tu novela Tsunami hasta este Per què no repensem el canibalisme?, es palpable tu menosprecio por los sesgos occidentalizdores. ¿Estás de acuerdo? ¿Cómo te lo haces, para no caer en el lamento del escritor blanco arrepentido y angustiado por sus privilegios?

Aquí has tocado hueso. Odiaría acabar convertido en un blanco privilegiado llorica, y, si fuera así, sería motivo suficiente para cerrar el chiringuito. En el mundo hay algunas cosas que me parece que están bien y muchas otras que no, y en los dos libros que comentas me he acercado más a las que no. El trabajo que hago es el intento de despellejar nuestra mirada. En realidad es fácil: solo se trata de exagerar los atributos que toquen sobre el tema que llevas entre manos ya presentes en la mirada que llevamos incorporada. Después intento que el humor siempre esté presente, y también me parece imprescindible que alguno de los tiros que disparas te toque la pierna. El acercamiento no tiene que ser desde la certeza moral, sino desde el «venga, va, vamos a enfangarnos».

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El autor en el mercado municipal de Cardedeu / Foto: Laura Gálvez-Rhein

El libro tiene el bulto de un artefacto de no ficción, pero a lo largo de la entrevista no dejas de referirte al narrador de Per què no repensem el canibalisme? en tercera persona. Háblanos de esta dicotomía.

En el libro hay un narrador que es gerundense, liberal y aficionado a las motos, y yo no soy ninguna de las tres cosas. En la ficción, en principio, la distinción entre autor y narrador suele estar bien clara, pero en la convención del ensayo, el autor y la voz ensayística se acercan casi hasta el solapamiento, y me parecía bastante divertido jugar a la confusión tratando este tema. En parte, espero que la confusión cale y recibir algún día una invitación a la cena mensual de algún grupúsculo de buenos vivants que hacen menús temáticos con el ingrediente sorpresa, que seguro que existe.

Tu panfleto también reivindica a Armin Meiwess, el caníbal de Rotenburg que se citó por internet con Bernd Jürgen Brades para comérselo, y para hacerlo con su beneplácito. ¿Qué papel juega la noción de consentimiento, en todo eso de zamparse al prójimo?

Desde el punto de vista liberal, no habría ningún problema en un intercambio carnal consentido. Si dos personas se ponen de acuerdo en que una se quiere comer a la otra, liberalmente no habría ningún problema. Habría que tener en cuenta que la relación de poder fuera equilibrada, pero este es un tema que los liberales no suelen tener muy en cuenta en sus cálculos de libre albedrío.

A veces con el canibalismo consentido, teniendo en cuenta que sería deglución de carne no proveniente de ningún tipo de explotación, ¿podríamos decir que hablamos de una desviación del veganismo?

El narrador opina muy alegremente sobre veganismo, yo tengo mucho más dudas sobre todo. Ahora sería el momento de gritar: «algún vegano en la sala»? Me gustaría saber qué les parecería el tema, en un plan teórico, naturalmente. ¿Carne de origen consentido punto sí o punto no? Supongo que, si el plan del freak del narrador se acabara llevando a cabo, se tendrían que replantear muchas terminologías.

Para el liberalismo, no habría ningún problema en un intercambio carnal consentido. Haría falta que la relación de poder fuera equilibrada, pero este es un tema que los liberales no tienen en cuenta

Empezaba la entrevista preguntándote por Hannibal Lecter. Si hasta ahora ha sido el cine de terror quien se ha ocupado de narrativitzar el canibalismo, ¿qué director crees que podría reformular el subgénero para adecuarlo a todo lo que propones en tu panfleto?

Ahora que ya hemos comprobado que la actualización arty no funciona por cortesía de Bones and all, supongo que tocaría hacer un back to basics. Te diría que Brandon Cronenberg, aunque es ir demasiado sobre seguro, y seguramente el resultado sería demasiado redundante. Quiero decir que me interesaría más ver como Brandon se apropia del subgénero de los concursos de belleza, por ejemplo, antes de que tratara un tema que ya le viene de serie. Pero se tiene que decir que la buena peli caníbal de la temporada ya está hecha: es Fresh, de Mimi Cave.

En el libro también hablas del equipo de rugby que se estrelló en los Andes y, para sobrevivir, tuvo que zamparse a las víctimas mortales del accidente.

El narrador utiliza esta analogía y, como toda analogía, se tiene que coger con papel de fumar. Su argumento es que, a nivel planetario, nos encontramos en una situación de vida o muerte, con el reloj del final de los tiempos cada día más cerca de la medianoche. Se ve que el otro día lo adelantaron|avanzaron y ya solo faltan diez segundos para que se acabe todo. ¿Estamos en una situación crítica? Sí, sin duda. ¿Eso quiere decir que si no hacemos como los uruguayos de los Andes y empezamos a comernos los unos en los otros no sobreviviremos? En el libro, el narrador defiende que sí, pero tengo por costumbre escribir personajes y narradores con los cuales discrepo profundamente sobre la mayoría de cosas.

En el libro, el narrador dice que si no empezamos a comernos los unos a los otros no sobreviviremos, pero tengo por costumbre escribir personajes con los cuales discrepo sobre la mayoría de cosas

Vamos acabando, a Albert. Si tuvieras que comertea  una persona, a quien te comerías, por qué razones y, lo que es más importante: ¿cómo la cocinarías?

Me imagino que optaría por una carne que combinara antigüedad y salud de hierro. Con estos requisitos, quien me viene en la cabeza es Miquel de Palol. Lo haría ahumado, sin ningún tipo de duda.