"Tú quizás me dirás que me soy quisquilloso, pero de la misma manera que no tengo problema en compartir rulo con un politoxicómano, si voy a un restaurante y los cubiertos están sucios, me pica todo. Pero es que me pica todo. ¿Toda la carta es de la casa, señora? Si este bocadillo tiene VIH. Te lo dice un tipo que estuvo en el aniversario de Freddy Mercury en Ibiza, cayó al suelo y tuvieron que ponerle la antitetánica".

Òscar Nin es muchas cosas —director del digital Beatburger, firma del diario vasco Naiz, colaborador habitual de RAC1 y RAC105—, pero sobresale muy especialmente en una: defender, a golpe de tuit, una de las prosas más divertidas y vibrantes en lengua castellana que podemos encontrar en las redes. Nos encontramos con él a la salida la radio, vagando upper Diagonal, hasta ir a parar al Bar El Bocinet.

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Òscar Nin en el Bar Restaurant El Bocinet / Foto: Marc Font

Me decías, off the record, que habías tenido quince cuentas de Twitter.
Quince cuentas y dos juicios. Yo he pagado 3.000 euros más las costas de un juicio. No me gusta mucho hablar de estas cosas, porque se me quería culpar de amenazas de muerte por unos tuits que hacía semanalmente donde simplemente ponía: "Paz Padilla hija de puta y adelante cono el viernes". Salí por la tele incluso. Pero mejor matémoslo aquí. No me interesa hablar de gente que te cura el cáncer con lejía, ¿sabes qué quiero decir?

3.000 euros y la cuenta cerrada, supongo. Eso sí que es cultura de la cancelación.
Cultura de la cancelación la que tengo aquí colgada. La gente que habla de cultura de la cancelación lo hace desde un estatus privilegiado que, generalmente, es inversamente proporcional a su coeficiente intelectual. Con su formación no me meto: tú puedes ser Juan Manuel de Prada, no hay nadie que haya pasado tantas horas estudiando la literatura francesa del siglo XIX, y ser un perfecto subnormal. Mira: yo ni soy aliade, ni pollas; pero entre estos infames y las feministas, siempre me encontrarás con las feministas. Es intolerable lo que se está haciendo en este país con las mujeres, tanto es el ámbito: periodístico, artístico, deportivo...

Detengámonos en "deportivo". En un tuit, decías que a los presidentes territoriales de la federación de fútbol “les llaman por su nombre en varios establecimientos de la carretera de Valencia y algún domingo organizan un sorteo de una lata de aceite y una paletilla antes de algún partido, y se creen indispensables”.
El problema de esta carne de cañón intelectual y física es que no solo la encuentras en la Federación Española. Eso de los establecimientos de la carretera de Valencia lo digo medio en broma, pero también medio en serio: a toda esta gente, cuando pasan con el Mercedes por aquella zona llena de casas de putas, se les conecta el wifi. A mí que se les conecte el wifi en una casa de putas me sería indiferente, si no estuviéramos hablando de una gente que toca dinero público. Rubiales es un quinqui de recreativos. Tú no puedes representar en un país internacionalmente si tienes unas maneras que tú y yo, Víctor, solo hemos visto en la puerta del Pont Aeri. ¿Pero cómo puedes cogerte el rabo en el palco que compartes con la reina de España? Yo soy Felipe VI y te tocas la polla y los huevos delante de mi mujer y de mi hija menor de edad, y al día siguiente apareces como Lasa y Zabala. La representación que tiene España en el exterior, encarnada en Rubiales, es basura y escombros.

Don Ricard Salvat, mito del teatro catalán, me dijo: "Señor Nin, habrá un día donde tendremos que defender la cultura a tiros y punta de navaja; ya se puede ir mentalizando"

Utilizas mucho el español, sobre todo en tus redes, pero tienes un discurso que difícilmente puede levantar simpatías fuera de Catalunya.
¿Sabes lo que pasa? Yo no era independentista: es el reino de España, quien me lo ha hecho ser. No solo por lo que hace con las minorías nacionales, sino por el talante que gasta. Solo tienes que echar un vistazo a sus medios. Es asqueroso que se muera un referente como María Jiménez y los diarios solo hablen de Se acabó y de la de "un príncipe y un dentista". Críos de los medios: dais pena. Y no es ni culpa vuestra: es culpa de vuestros jefes, que un día te envían a cubrir un partido de tercera división y el otro día a picar un texto de cultura. No tenéis ni puta idea, ni del partido de tercera división, ni mucho menos de cultura. Cuando una sociedad no tiene educación, viene la barbarie. Este siglo será un siglo de barbarie. El primer día de facultad, Don Ricard Salvat, mito del teatro catalán, me dijo: "Señor Nin, habrá un día donde tendremos que defender la cultura a tiros y punta de navaja; ya se puede ir mentalizando". Este día ha llegado.

¿Es por eso, que llevas siempre una navaja contigo?
En casa me dijeron un día: “Pa’ que llore tu madre, mejor que llore la suya”. ¿Quizás es un poco quincorro? Pero es que yo soy quincorro. Hemos llegado a un punto donde el diálogo, hablar para resolver conflictos, es inviable. Solo sirve la ultraviolencia. La gente tiene que tener claro que en los medios, en la calle o en la prisión, siempre encontrarás a alguien más chulo que tú. Por eso Catalunya necesita figuras como la mía: un hijo de puta con formación y sin escrúpulos. Necesitamos gente formada, que no tenga miedo a la vida, capaz de decir: “Eh, basurilla, payaso, cómeme los huevos por detrás; no te tengo miedo”. Se van corriendo, tío. Yo lo he visto. En la puerta del Ocho. En la puerta del Psicodromo.

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Òscar Nin en el Bar Restaurant El Bocinet / Foto: Marc Font

Dos discotecas míticas de la Barcelona de los 90.
Cuando había hostias allí, venían colegas trans a poner la cara por mí. Yo me he criado entre putas, maricones, drogadictos y travestis. A mí no se me tiene que explicar qué es la inclusión, ni el movimiento lgtbilomásplus, ni nada de eso: me he criado con esta gente. Si alguna vez digo "travelo" es porque soy un viejo chocho, pero mi respeto por esta gente es infinito. Hay gente en este país que ha puesto el cuerpo, y que la han pelado, para que los heteros de mierda pudiéramos bailar en una discoteca. No me olvidaré nunca en la vida, de Jose, con sus tetas y su polla, haciendo correr a los cabezas rapadas nazis en la puerta del Psicodromo. Que estas amigas, de un nivel intelectual enorme, todavía hoy tengan que defender su existencia delante de escoria, es tristísimo.

En aquella época, tuiteaste también durante la emisión de un capítulo de Joc de cartes consumías micropuntos en cala Morisca. "En pocos sitios he visto más gente de tripi. Me alegro de que ahora hagan eso del pulpo y croquetas y fritos".
Es que nos estaban vendiendo como un referente gastronómico del Garraf un sitio donde yo he consumido LSD en el lagrimal. Cala Morisca era una concentración de politoxicómanos tan grave... "No, que ahora le hacemos unas croquetas". Escuche, pues me alegro, adelante; pero allí donde usted hace croquetas, yo perdí treinta y cinco neuronas. Joc de cartes es un programa sórdido. Tanto da que vayan al Pallars Jussà, a Lleida o a Barcelona, que la carta siempre es, la misma. Nunca falta aquella pata de pulpo congelada de La Sirena con un parmentier que podría haber hecho uno oligofrénico. Otro momento lamentable, ahora que hablamos de televisión y cocina, fue aquel programa de mierda con Alberto Chicote en Las Ramblas, donde amenazaron de muerte al Óscar Broc para decir que la paella era de Paellador; le hicieron el gesto de cortarle el col.

Hay gente en este país que ha puesto el cuerpo, y que la han pelado, para que los heteros de mierda pudiéramos bailar en una discoteca

¿Eres amigo de Óscar Broc, verdad?

Muy amigos. En cuanto vi aquello, le llamé: "¿Quieres que vayamos mañana a quemar Las Ramblas? No solo el local: todo el barrio". A mí un quinqui me hace el gesto de cortarme el cuello, y cuando todavía no ha llegado a la garganta, ya lo tengo en el suelo. ¿Pero qué es esto? Catalanes: autoestima. Con la cultura, con la comida, con el beber. Es vergonzoso que en la Barcelona de 2023 no puedas meterte un vino a copas, que solo te ofrezcan birra y Bitter Kas. O que te atiendan, ya no en catalán, que en hostelería lo doy por perdido, sino ni siquiera en español. Tú y yo que conocemos Madrid: vete en Legazpi, a ver si encuentras un bar donde solo entrar te digan "good afternoon, what don you want?". Virgencita: ¡que en dos segundos tienes la mitad de los Ultrasur prendiendo fuego al bar!

Decías que das por perdido que te atiendan en catalán.
El otro día estaba con mi pareja en la terraza del Palau de la Música Catalana, y pedí por favor dos cafés. Con mi catalán salado del Baix Llobregat. Quiero decir: que no ha ido allí Quim Nadal a decir "àdhuc" y mierdas así. Y me contestan: "No, perdona, no hablo catalán". Volví a pedir los cafés, esta vez en alemán; silencio. Después dije en inglés: "Que venga el encargao o alguien que tenga el graduado escolar". De repente, aparece el encargado hablándome en alemán, y yo, en perfecto español, pedí los cafés. "Ah, pero si sabe hablar español". Y yo: "Sí, pero también catalán, y como no lo entendéis, pues prefiero hablar en alemán; haber estudiao". Ei, chaval: Palacio de la Música Catalana. No un garito de la calle Sant Ramon donde voy a comprar heroína. Si en el Palau de la Música no nos atienden en catalán, apaga y vámonos. ¿Cómo hemos permitido esta puta mierda? ¿Tenemos que pedir perdón por ser catalanes o qué? O empezamos a respetarnos a nosotros mismos, o nos darán mucho por el culo.

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Òscar Nin en el Bar Restaurant El Bocinet / Foto: Marc Font

Aquí sí que nos han atendido en catalán. ¿Por qué hemos quedado a El Bocinet?
Estamos cerca de Francesc Macià y de Avenida Buenos Aires, muy cerca de la radio, y vengo a menudo a hacer cervezas y unos bebestibles. Tenéis que probar el arroz frito y los noodles, que son una puta maravilla. Los bares regentados por chinos son lo que eran los bares de menú de antes. Antes nos zampábamos manitas de cerdo, y ahora nos zampamos un chicken-no-sé-qué. Valoro mucho la manduca, pero también el trato y, como decías tú, que te atiendan en catalán. Que un xarnegazo como yo se tenga que romper la camisa para hablar catalán, es para que os lo hagáis mirar. Que hablo más español que el Gabriel Rufián en redes, nen.

Dices que eres charnego.
Soy machembrado, sí. Mis padres son catalanes, pero tengo un abuelo de Murcia y uno de aquí. El de aquí, Salvador Nin Mercader, era un señor que protagonizó episodios dantescos durante la Guerra Civil. Formaba parte de la Brigada del Campesino, una rama del ejército republicano que fue al frente de Madrid a matar gente a cuchillo. Él y sus compañeros iban pueblo en pueblo, pasaban a todo el mundo a cuchillo, y solo dejaban vivo a un niño, para que pudiera ir al pueblo de al ladopara advertirlos "que vienen los rojos". Porque así, amigos, es como se liberó Berlín. Cuando tú luchas contra el nacionalsocialismo, tienes que ensuciarte y tienes que cortar cuellos. No hacer vías catalanas y vías catequistas, con las guitarritas de Els Amics de les Arts a cantar por la amnistía. Eso de la amnistía y esta mierda lo quiero ver con mis ojitos. La amnistía no es solo para una señora que vive en Suiza con seis mil euros al mes: la amnistía también tiene que ser para un bastardo de l'Hospitalet encausado por lanzar cuatro piedras en Urquinaona.

La amnistía también tiene que ser para un bastardo de L'H encausado por lanzar piedras en Urquinaona

¿Cómo viviste Urquinaona?
Yo veía aquello y pensaba: "Dadle, dadle, dadle; no paréis". Niños y niñas manejando cócteles molotov con sudaderas de Wu-Tang Clan, dispuestos a morir por una causa. Yo ahora no estoy para ponerme en primera línea, pero yo a estos chiquillos les hecho curas con Betadine en mi casa. Desde 1714 que vamos perdiendo, Víctor; pero yo con Urquinaona y con el 1 de octubre flipé. Cuando me llama Andrés Duque Campos y todos los calorros de Sant Feliu diciéndome: "Yo cono la estelada me limpio el rabo, Óscar, pero, ¿qué se esto de que vengan los lechuguinos en tocarle la cara a tu madre por votar en un referèndum de costellada?”. 

¿Se implicaron, a pesar de no tener una adscripción política?
¿Que si se implicaron? Cuándo entró la Guardia Civil por Sant Feliu y vieron todo de heavies y quinquis españoles esperándolos, dio media vuelta; porque el Junqueres y estos quizás no, pero los hijos de puta de mi pueblo sí que eran bien capaces de pelarlos. Todo aquello lo hemos perdido. A mí ya te digo que no me volverán a ver nunca más. Yo estaba en el aeropuerto cuando un señor nos dijo por Telegram que teníamos que volver a casa; ahora cuando quieran que alguien ponga el cuerpo, que lo pongan ellos. Y del exilio ya hablaremos otro día. En el exilio estuvieron militantes de la izquierda abertzale.

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Òscar Nin en el Bar Restaurant El Bocinet / Foto: Marc Font

¿Tienes familia en Basauri, verdad? ¿Cómo ves el nuevo rumbo de la izquierda vasca?
Para bien y para mal, se han comido el PNV con patatas. Tengo amigos de Herri Batasuna, aunque ahora le quieran decir Bildu o Espacio Santo Llorenç, en los que siempre digo lo mismo: niños, alguna cosa no funciona cuando Arnaldo Otegui parece Arzalluz. Como pueblo, sin embargo, no son tan perdedores como somos nosotros. Eso se ve también en los restaurantes: ahora no te puedes sentar en una terraza a Gracia si no te quedas a cenar. Tú entras en una sidrería de Basauri a las seis de la tarde y el tipo de la barra te pide que si te quedas a cenar, y aquella persona sobre las cinco y media ya está enterrada. Aquí nos las hacen de todos colores. Si incluso nos han colado a la lista de los comunes una pija de Callao, hija de Jorge Verscrynge. No Vestrynge: Vescrynge. ¿Tú crees que una señora que no sabe ni dónde se coge el metro en Barcelona tiene que representarme a mí en el Congreso? Ei: vete a la mierda, tú y tu padre. ¿Tú te imaginas a una tía de Prats de Lluçanès representando a la gente de Moratalaz en el Congreso? La habrían matado, a Víctor. La habrían vaciado por dentro.

Doy por hecho que no votaste a Sumar a las últimas elecciones.
Pero a ver: que mi abuelo y Joana Raspall, la poeta, hicieron una de las primeras escuelas catalanas y mixtas de Sant Feliu, jugándose el cuello. Que lo metieron en un campo de concentración que hoy es Parador Nacional, en León. ¿Tú sabes lo que es tener en cinco tíos apuntándote a la cabeza con fusiles máuser? ¿Tú sabes lo que es estar delante de un pelotón de ejecución y ver cómo tus compañeros, a izquierda y derecha, van cayendo? ¿Quedar vivo y que se despidan de ti con un "ya se puede ir a su casa, perro catalán, que le perdonamos la vida"? La Pasionaria y Santiago Carrillo se largaron a París, hotel a pensión completa, y dejaron tirado a mi abuelo en el frente de Madrid. ¿Tú crees que alguien con esta historia familiar puede bailarle el agua mínimamente a Yolanda Díaz? A estos equidistantes de mierda, que solo saben defender sus miserias intelectuales con la estanquera detrás, les tenemos que decir lo que son: colaboracionistas, la peor calaña del mundo.

Mi abuelo y Joana Raspall, la poeta, hicieron una de las primeras escuelas catalanas y mixtas de la República, jugándose el cuello

Te has pedido un vodka con Red Bull. ¿Y eso?

Porque no tengo personalidad. En el DC10 de Ibiza me hice amigo de los Martínez Brothers, que eran los disc-jockeys residentes. Muy a menudo los veías bebiendo vodka con zumo de arándanos y uno de ellos, de tanto meterle a aquello, un día se cagó encima. Imagínate: mediados de agosto, quince mil personas en la pista, y el tipo en cabina de mierda hasta las cejas. Cuándo hablé con él más tarde, me dijo: "Ahora me he pasado al Red Bull cono vodka, porque es como el arroz hervido: astringente". Y nada, yo ahora también lo pido para que me dé un poco el subidón; como ya no tomo drogas. La cocaína de ahora, por lo que me dicen los amigos, es puro desperdicio. Yo de los 18 a los 25 el alcohol ni lo probé, porque las drogas que me zampaba eran buenísimas. Íbamos como Las Grecas, cuando salíamos, y a los barman les pedíamos leche para beber. "Me he comido dos tripis, tres chuflas y medio gramo; póngame un vasito de leche, jefe".

Eso del vaso de leche es de La naranja mecánica de Kubrick.
Yo tengo una licenciatura en Historia del Arte y un máster en Filosofía Contemporánea de Arte No Objetual. Es decir: una pajillada de tres pares de cojones. Me sabe un poco ,al, porque a menudo el personaje se come lo que realmente soy. La gente solo quiere que diga aquello de quedar en Plaza Letamendi para hacernos una paja con los pies. Yo puedo hablar de Jean-François Lyotard. "Coño, no sé quién es". Pues nada, hijo, hablemos de pajas. Yo entro en los medios gracias a las pajas, también te lo digo. Si tuviera que vivir del sector cultural, haría años que estaría vendiendo droga. El nivel cultural de este país es bajísimo; pero la gente no tiene la culpa. Solo tienes que mirar como tienen el MACBA.

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Òscar Nin en el Bar Restaurant El Bocinet / Foto: Marc Font

¿El Museo de Arte Contemporáneo?
¿Museo de Arte Contemporáneo? Si aquello es un parking donde cuelgan cuadros. O el CCCB invitando a Isabel Coixet. A a Isabel Coixet la tendrían que invitar al Carrefour. Me cago en la puta: si fuera por la gente que gestiona la vida cultural de Catalunya todavía viviríamos en los árboles. ¿Cómo puede ser que seamos la única comunidad autónoma que tenga prohibidos los afterhours? Están criminalizando un acontecimiento cultural y, lo digo con la boca pequeña, hostalero. ¿Por qué criminalizamos un gilipollas que quiere ir a bailar a Viladecans un sábado por la mañana? Los afters son mi hostelería, la que defiendo, no la del subnormal de Consell de Cent endosándome buñuelos congelados y diciéndome que, si no me quedo a cenar, no me puedo sentar.

"Han bajado las temperaturas", tuiteaste, "y parece que va a llover: habrá que dar ayudas en la hostelería. No puede ser que hoy se quedan sin cargar un 3000% sobre el precio de compra de los vinos o el suplemento por servicio en terraza".
La hostelería en este país es como tener un hijo subnormal: un gasto perpetuo. Con todo el respeto por la gente que tiene familiares con dificultades a su cargo. Pero lo que decía: la hosteleria es la metástasis de este país. Hace treinta años que somos el sector-servicios de Europa, un país de camareros. La gente de la hostelería a quien dieron tanto de bombo durante la pandemia eran un grupo de esclavistas iletrados. Hemos pasado de tener una restauración potente y diversa, aquí en Barcelona, a tener chusma de franquicias que prácticamente me piden el himen de mi hija a cambio de sentarme en la mesa. "¿Que si voy en cenar? ¿Quieres cenar tú? ¿Quieres cenar bien cenado o no?". Yo ya solo me fío de En Ocasiones Veo Bares: gracias a él he descubierto pequeños reductos, bares y restaurantes que son resistencia, donde te puedes zampar un menú con paella por 12,50 euros. Si encuentras un negocio así en Barcelona, lo que tienes que hacer es ir allí a reventarlo, hasta que les salga la pasta por las orejas.

Me sabe un poco mal, porque a menudo el personaje se come lo que realmente soy

Aparte de estos locales, tengo entendido que te interesa todo el mundo del vino natural.
Exacto, me gusta mucho el vino que no lleva química. La cuna de todo eso es Francia, en Italia también se han puesto las pilas, pero en Barcelona también puedes encontrar sitios tremendos: el Monocrom, el Pepa Bar, el Garage Bar, el Monvínic... Lugares donde puedes comprar un producto de calidad, sensacional, y de gente que mima la tierra. ¿Qué problema hay?

Que te tienes que rascar el bolsillo.
Exactamente. Y los que somos pobres, del Baix Llobregat y de ascensión humilde, pues aquello que antes nos gastábamos en cocaína, ahora nos lo gastamos en dos cenas en uno de estos sitios. Por cierto, otra cuña que quiero meter: dos de los mejores sumilleres del estado, Belén Baldasarre del Pepa Bar y Janina Rútia del Monocrom, están en Barcelona. Las dos señoras que más entienden de vinos naturales de este puto país. ¿Las has visto entrevistadas en ningún sitio? Estoy harto de ver entrevistas con el señor que hace esferificaciones y tiene una heladería en Girona hablando cada año de lo mismo. Entrevistad a señoras que tienen cosas que decir, no a señor como yo, que las pelotas nos cuelgan como las campanas de la Catedral de Burgos. Yo ya estoy de vuelta; solo estoy en este mundo para mirar alguna película (en el reloj, estoy en contra de los cines), para escuchar discos de electrónica bien buena, y para amar a mi mujer.