Para muchas familias, la Navidad termina de forma tajante el 6 de enero. Los Reyes pasan, se recogen los últimos papeles de regalo y, al día siguiente, el árbol de Navidad empieza a desmontarse. La vuelta a la rutina marca también el final de la decoración. Sin embargo, esta costumbre, no coincide del todo con lo que marca la tradición.

¿Cuándo se debería quitar el árbol de Navidad?

Según el calendario litúrgico, el tiempo de Navidad no se limita a los días centrales de las fiestas. Comienza el 25 de diciembre, con la celebración del nacimiento de Jesús, y se prolonga hasta el domingo posterior a la Epifanía, cuando se conmemora el Bautismo del Señor. En 2025, ese día es el 12 de enero. Hasta entonces, la Navidad sigue considerándose oficialmente en curso.

Esto significa que retirar el árbol justo después del día de Reyes es, en realidad, una decisión moderna, más ligada a la organización del día a día que a la tradición. De hecho, durante siglos, las celebraciones navideñas se alargaban varios días más, y no existía esa prisa por “pasar página” nada más terminar el 6 de enero.

¿Y el Belén?

El caso del belén es todavía más claro. A diferencia del árbol, que llegó a los hogares españoles de forma generalizada en el siglo XX, el belén es una tradición con siglos de historia. Por ese motivo, su retirada sí está asociada a una fecha concreta del calendario religioso: el 2 de febrero, día de la Candelaria o de la Presentación de Jesús en el templo.

Ese día pone fin a las celebraciones vinculadas a la infancia de Jesús y marca, simbólicamente, el cierre definitivo de la Navidad. Por tradición, es entonces cuando el belén debería guardarse, aunque en la práctica son pocos los hogares que mantienen esta costumbre hasta febrero.

Esta diferencia de origen explica por qué no existe una norma estricta para el árbol de Navidad, mientras que sí la hay para el belén. El árbol es un elemento decorativo relativamente reciente y su uso ha estado siempre más ligado a lo cultural que a lo religioso, lo que deja mayor margen de decisión a cada familia.

A partir de ahí, las opciones son varias. Hay quienes optan por retirar toda la decoración tras Reyes, quienes prefieren mantener el árbol hasta mediados de enero y quienes deciden alargar la presencia del belén, y en algunos casos también del árbol, hasta la Candelaria. Todo depende de cuánto se quiera prolongar el ambiente navideño en casa.

Lo que está claro es que el 7 de enero no es, desde el punto de vista tradicional, la fecha que marca el final de la Navidad. Más bien, es el inicio de una costumbre práctica que ha ido ganando terreno con el paso del tiempo.