¿Se te antoja una escapada con encanto para disfrutar de tus vacaciones de agosto por todo lo alto? Pues aquí, en la sección La Tumbona de ElNacional.cat, tienes 7 propuestas de verano que te van a encantar: te invitamos a gozar del 50 aniversario del concurso de fuegos artificiales de Blanes, a descubrir el Festival del Jazmín de la ciudad francesa de Grasse, a relajarte en un spa suizo, a recorrer la costa croata y siciliana... Si lo que te apetece es una escapada que te ayude a recargar la paz interior, no hay nada como las postales de interior que nos brinda la comarca de Enkarterri, en Euskadi. ¿O prefieres una escapada más épica? Pues remataremos la propuesta con un viaje a lo grande: Egipto. ¿Nos acompañas?


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1. Magia pirotécnica en Blanes: una escapada por Catalunya

Nuestra primera propuesta es una escapada cercana, no tendrás que salir de Catalunya. Coincidiendo con la fiesta mayor en honor de Santa Ana, se celebra en Blanes el Concurso Internacional de Fuegos Artificiales que este año cumple 50 años. Del 22 al 26 de julio, son cinco noches de magia pirotécnica, tanto por la calidad de los fuegos como por el encanto del lugar en el que tiene lugar el espectáculo.

El epicentro de la fiesta es el promontorio rocoso de Sa Palomera, un pequeño entrante situado entre las dos playas de la localidad, la de Blanes y la de S’Abanell. Desde allí se lanzan los cohetes, dando en muchas ocasiones la impresión de que surgen del mar. Los espectadores contemplan la fiesta de forma totalmente gratuita, sentados en la playa o en barcas que se sitúan frente a ella. Es precisamente la roca de Sa Palomera la que marca el inicio geográfico de la Costa Brava desde el sur y la que proporciona un encanto especial al frente marítimo de Blanes, con las barcas de pescadores en la arena del istmo que une el promontorio con la villa.

El carácter marinero de Blanes queda bien patente en las calles de las casas de pescadores del Barri dels Pins. Villa próspera, en el núcleo urbano se conservan elegantes casas ochocentistas así como una fuente gótica y la fabulosa iglesia de Santa María, del mismo estilo, que fue el antiguo palacio de los vizcondes de Cabrera.

Por la tarde, antes de la puesta de sol, merece la pena subir hasta el castillo de San Juan, en lo alto de la colina que domina la villa, para gozar de una vista espléndida de toda la localidad.

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Focs de Blanes

2. Enkarterri: una escapada por el pulmón verde de Euskadi

Limitando por el norte y el oeste con Cantabria y al sur con Burgos, el valle de Carranza, la mayor de Vizcaya, cuenta con 16 municipios que ocupan casi 138 km. Rodeado de montes, su orografía apenas deja espacio para zonas llanas, concentrándose las mayores alturas en los Montes de Ordunte y destacando el monte Zalama con 1336 m, uno de los más altos de Vizcaya.

Estas características convierten a Carranza en un paraje perfecto para quienes quieren descubrirla aprovechándose de su amplia variedad de rutas de senderismo.

Visita obligada merece el Parque Natural de Armañón, donde se encuentra la cueva de Pozalagua, todo un prodigio de la naturaleza. Posee la mayor concentración de estalactitas excéntricas del mundo, que crecen hacia arriba desafiando la ley de la gravedad y que conforman un mosaico deslumbrante. 

En la antigua iglesia de San Andrés de Biañez, se puede admirar el mayor retablo pintado renacentista de la cornisa cantábrica. Además, en las visitas guiadas que se realizan, se descubre la influencia de los indianos en el desarrollo de sus pueblos natales, que se ubican a escasos kilómetros de bosques de encima, haya y roble enclavados en parajes de especial belleza.

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Ventana del Relux (Carranza)

3. Ginebra, Suiza: una escapada de fin de semana en la Ciudad de Paz

¿Buscas una escapada de fin de semana relajante? ¿Qué te parece Ginebra? Conocida mundialmente por ser la sede europea de la ONU, y situada en el extremo más occidental de Suiza, es una capital sumamente cosmopolita. Apodada Ciudad de la Paz, es el lugar idóneo para relajarse un fin de semana. Ginebra cuenta con los Alpes como telón de fondo y está bañada por el lago Lemán, el más grande de Europa Occidental. Esta es la mejor época del año para visitar Ginebra, ya que agosto ofrece un cálido clima que convierte la ciudad en un auténtico balneario en el que disfrutar de sus múltiples balnearios o de un chapuzón en los Bains de Paquis, unos baños de madera abiertos al público y construidos sobre el lago a principios del siglo pasado. 

El centro histórico de la ciudad es una acogedora serpentina de callejuelas que nos llevan hasta la catedral de San Pedro, mezcla de diversos estilos, que data del siglo XII. En la plaza Madeleine tiene lugar a diario un mercadillo de antigüedades donde podréis adquirir alguna reliquia que trate de parar el tiempo en la ciudad de los relojes.

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Ginebra / Foto: Visit Switzerland

4. Dubrovnik: escapada a la perla del Adriático

La antigua Ragusa es uno de los destinos más exclusivos del Mediterráneo. Sus cuestas de escaleras infinitas, sus palacios y sus iglesias hacen del casco histórico un monumento vivo cuya mejor manera de conocerlo es perdiéndose entre sus calles. Stradum, la calle más ancha del céntrico barrio de Stari Grad, es considerada la arteria de la ciudad. En ella encontraremos una multitud de terracitas donde tomar un café a la sombra de edificios renacentistas. 

Hasta el siglo XIX toda la economía de Dubrovnik se basaba en el comercio marítimo. Navegar era tan importante que cada hombre debía plantar a lo largo de su vida cien cipreses. Después de cincuenta años, esa madera serviría para construir barcos. Esta costumbre explica la abundancia de cipreses en las colinas que rodean la ciudad. A unos kilómetros por mar de Dubrovnik encontramos la isla de Mljet, uno de los mejores rincones del Adriático para bañarse, bucear y hacer senderismo por sus verdes prados inhabitados.

Dubrovnik Spencer Davis Unsplash
Dubrovnik Spencer Davis Unsplash

5. Cefalú: escapada romántica en la joya siciliana

¿Prefieres una escapada romántica en pareja? Ir a Cefalú, un pintoresco pueblo situado en la costa tirrena a 70 kilómetros de Palermo, es trasladarse a la Italia de mar azul turquesa y luz dorada del sol mediterráneo. Un pueblo de pescadores con balcones con toldos a rayas y ropa tendida donde se peina una mujer mientras se escucha, lejana, una canción de Celentano, pizzerías de mantelitos a cuadros y callejuelas empedradas que se convierten en pequeños laberintos atemporales que siempre conducen al mar o a la plaza de la catedral normanda del siglo XII.

Un encanto siciliano retratado en la deliciosa y entrañable película ‘Cinema Paradiso’ que Giuseppe Tornatore rodó en Cefalú, entre otras localizaciones. El burgo marinero se yergue majestuoso tras su Rocca, un impresionante promontorio rocoso con forma de cabeza (Cephaloedium), que da nombre a la ciudad, y sobre cuyas laderas se encuentra el prehelénico templo de Diana. Cefalú es un lugar repleto de historia que se hace patente en la Piazza del Duomo. Caminando por sus calles descubriremos preciosos palacios y numerosas tiendas de artesanía y podremos refrescarnos en el lavadero público medieval.

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Cefalú

6. Grasse: una escapada sensorial en la Capital del perfume

Viajar a Grasse, capital de la Provenza oriental, es sumergirse en una experiencia sensorial olfativa sin precedentes; los sugerentes olores de delicadas flores como la lavanda, el mirto, el jazmín, la rosa, la flor de azahar salvaje y la mimosa envuelven al viajero desprevenido. Es un universo plasmado a la perfección en la novela ‘El perfume’, de Patrick Süskind. Sus cientos de campos de flores han hecho que desde el siglo XVI haya sido el centro de la industria del perfume, creando las más finas fragancias. 

La actividad de la perfumería en Grasse va de la producción de materias primas naturales –aceites esenciales, aceites concretos, aceites absolutos y resinoides, y de destilación molecular– a la fabricación de concentrado, llamado también el zumo.

Esta pintoresca localidad con vistas al mar posee un hermoso enclave medieval que se presta a tranquilos paseos por la Place aux Aires y la Place du Cours, rodeadas de calles estrechas con casas de color ocre amarillo, rosado y azul, aderezadas por bellos balcones. Merecen una visita la catedral de Notre-Dame- du-Puy, el Museo Internacional del Perfume y la casa natal del pintor Fragonard.

El primer domingo de agosto tiene lugar el Festival del Jazmín; carrozas y batallas de flores componen una fiesta animada por música y coloridos trajes típicos. Por último, no olvides acercarte a las playas cercanas de la Costa Azul para darte un refrescante chapuzón.

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Carrers de Grasse / Foto: Roxana Crusemire (Unsplash)

7. El Cairo: escapada cultural en el Egipto más vivo

Y aquí tienes la escapada más épica de todas: rumbo a Egipto. Aprovechando el periodo vacacional, El Cairo se convierte en un destino idóneo para una escapada algo más larga de lo habitual, que puedes alargar incluso una semana. Y es que la capital egipcia no dejará de deslumbrarte.

La ciudadela de Saladino alberga la imponente mezquita de Mohamed Ali, también llamada mezquita de alabastro. El Museo Egipcio, en la plaza Tahrir, reclama una visita detallada, pero hay tres cosas que no se deben dejar de admirar: la máscara de oro de Tutankamón, la piedra de Rosetta y la sala de las momias de los faraones.

En El Cairo, razas y creencias conviven sin perder su identidad. Una muestra de ello es el barrio copto, con iglesias tan interesantes como El Muallaqa o la de Santa Bárbara. Pero el verdadero Cairo es el de la gente que recorre incesantemente las calles de los bazares llevando a hombros cualquier objeto con el que se pueda comerciar. Y el emporio de los bazares se halla en Jan el Jalili, un entramado de callejas con olor a especias y polvo, en el que se encuentra desde el recuerdo más típico hasta valiosas piezas de oro y joyas.

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Khan el Khalili, en Egipto