El urbanismo táctico fue uno de los proyectos estrella de la alcaldía de Ada Colau, que impulsó transformaciones en varias calles de Barcelona con el objetivo de priorizar el espacio para peatones y ciclistas por encima de los automóviles. El urbanismo táctico ha supuesto, en gran parte de la ciudad, la instalación de nuevos elementos como jardineras, vallas, pilonas, bolas de cemento, barreras de hormigón, separadores de caucho o cojines berlineses. Los detractores de este nuevo urbanismo consideran que, a menudo, estos elementos suponen un "peligro", especialmente para motoristas y ciclistas. Es por eso que el grupo municipal del PP en Barcelona ha reclamado este sábado una auditoría sobre el urbanismo táctico para determinar qué elementos pueden ser "peligrosos".

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