Poco se esperaba hace un año Xavier Trias que hoy estaría participando en la carrera a la alcaldía de Barcelona. Sus planes cambiaron, en mayo del año pasado, cuando Elsa Artadi anunció de manera inesperada que renunciaba a encabezar la lista de Junts y que abandonaba la política. La noticia convulsionó al partido y situó rápidamente los focos sobre el exalcade. No es la primera vez, sin embargo, que su carrera experimenta un golpe de volante inesperado. Trias era pediatra en la Vall d'Hebron cuando entró en la vida pública de manera "un poco casual" al convocarse a finales de los 70 las primeras elecciones sindicales, a las cuales concurrió como independiente en la lista de CCOO. Después llegó la vocalía de hospitales en el Colegio de Médicos. Pero el cambio de rumbo de verdad fue el 1981, cuando el conseller de Salut Joan Laporte le llamó para entrar en su departamento. "Él no era de CDC y el partido le hacía la puñeta y quedamos en que entraba a ayudarlo por un año o dos, como máximo. Y hasta hoy. Es decir, se me cambió la vida", explica.

 

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El Passeig de Sant Joan, esquina con la calle València, donde el candidato ha citado a ElNacional.cat para hacer un paseo, es a las cinco de la tarde de finales de abril un hormigueo nervioso de vecinos del Eixample que intentan convivir con las ruidosas obras que destripan la Diagonal. Trias explica que ha escogido este paseo como muestra de urbanismo transformador y amable que genera espacios para la gente que vive allí, pero también como paradigma de colaboración política. "Eso lo empezó [Jordi] Hereu y lo acabé yo. Y eso es un ejemplo clarísimo que, mande quien mande, las cosas se tienen que hacer muy bien", argumenta.

Estoy infinitamente agradecido, porque me imitan, pero además, lo hacen con cariño

Como conseller de Presidència de Jordi Pujol, Trias fue el primer portavoz del Govern de la Generalitat. Su peculiar manera de hablar y articular algunas consonantes no le ha resultado nunca un obstáculo. Al contrario, asegura. Es consciente de que mucha gente e imita. "Mucha gente. Y eso es parte de mi fama. Os tengo que decir que les estoy infinitamente agradecido, porque me imitan pero además lo hacen con cariño. A mí me hace gracia. Hay que me imitan muy bien, eh!, el [periodista Joan] Garcia [de Catalunya Radio]. ¡Es una exhibición como lo hace! Pero no solo me imitan, porque eso es relativamente fácil. Hay ocasiones que incluso dicen cosas que digo: ¡Ostras, eso es lo que pienso yo!", ironiza.

Sentado en uno de los bancos del paseo, gesticula constantemente mientras habla, lo cual revela un temblor en la mano izquierda que se desencadena cada vez que levanta el brazo para intentar hacer un movimiento. "Tengo mucho temblor en una mano, la mano izquierda. Lo tenía también en la mano derecha, que ahora no me tiembla nada. La verdad es que es lo que se denomina temblor intencional. Lo tiene mucha gente. Yo lo tengo desde los 17 años, pero al hacerme mayor, el temblor fue aumentando a extremos que era inhabilitante. Siendo alcalde de Barcelona, me pasaba que iba a los sitios y me pedían firmará el libro de honor?. Y yo les decía hombre, si quiere que le destroce el libro de honor, lo firmo. Porque temblaba la mano y no podía firmar. Además, cuando más me insistía, peor era el temblor porque es intencional".

Yo escribía y no entendía lo que escribía

En el 2020 se sometió a un tratamiento con ultrasonidos, que en Catalunya se lleva a cabo en el Hospital Germans Trias i Pujol, que permite detectar las células que provocan el temblor y quemarlas. La mano izquierda, sin embargo, todavía está pendiente de la intervención. "Es como un milagro. Acaba el temblor", explica. Lamenta que ha habido elecciones en que esta afección se ha utilizado para atacarle. "Pero el temblor intencional no es inhabilitante para según qué, como si puede serlo el Parkinson. En cambio sí que genera un problema de temblor que inhabilita bastante para escribir. Yo escribía y no entendía lo que escribía. Lo tenía que grabar porque no entendía lo que escribía".

Con 76 años ya es una cierta anomalía [ser candidato]. Sin embargo, es evidente que a los 80 años no tendría ningún sentido

Trias ya había sido cuatro veces candidato al Ayuntamiento de Barcelona con CiU. El 2011 logró hacerse con la vara de alcalde, pero cuatro años más tarde, le desbancó Ada Colau. Esta vez será la última, asegura. "Yo tengo 76 años. Ya es una cierta anomalía. Se diga lo que se quiera, es una cierta anomalía. Sin embargo, es evidente que a los 80 años no tendría ningún sentido", argumenta. Ante otros ejemplos de políticos octogenarios, como su rival, el republicano Ernest Maragall, o el presidente de los EE.UU., Joe Biden, responde con uno "allá ellos". "Cada uno tiene el derecho de organizarse la vida como quiera. Yo tengo muy claro, si gano las elecciones, cumpliré los cuatro años. Eso seguro. Pero después de cuatro años ya será hora de jubilarme definitivamente".

Xavier Trias proviene de una familia de 12 hermanos, tiene cuatro hijos y 11 nietos. Y admite que en su casa no hizo ninguna gracia su retorno a la actividad política de primera fila. El candidato, que tiene clavado Can Vies como su peor error como alcalde -"el mayor que he hecho en la vida", sentencia-, no se cansa de repetir que si no consigue la alcaldía no se quedará en el consistorio y se marchará al día siguiente. "Para ser concejal no tiene sentido. Yo me presento para ganar y me presento para ser alcalde. Y si no soy alcalde, yo habré dejado un equipo potentísimo que harán el trabajo en el futuro. A mí la gente me puede pedir muchas cosas menos que se me esté calentando la silla. Si pasa eso, es el momento auténtico del relevo".

Quiero que mi sustituto salga de esta lista

¿Y cree que en su lista está la persona que le tiene que suceder?
"A mí me gustaría. Las cosas las hago pensante que la gente que llevo pueden ocupar mi sitio y queriendo que la gente que va conmigo triunfe. Cada uno a su manera y según sus posibilidades. Y el tiempo marcará quién está en las condiciones mejores o peores. Pero sí, yo quiero que mi sustituto salga de esta lista".

Trias no ha disimulado nunca la incomodidad con algunos de los movimientos más radicales de Junts y no esconde la voluntad de marcar distancias para evitar la huida de los votantes más moderados. Desde que ha empezado la campaña insiste en que su candidatura es Trias per Barcelona y que en ella Junts forma parte, como otras formaciones. Al mismo tiempo, sin embargo, asegura que mantiene una relación muy fluida con Carles Puigdemont - "siempre me dice lo mismo: Haz lo que te dé la gana, pero gana" . Tampoco esconde el trazo convergente de su perfil político y ha reivindicado sin ambages la figura de Jordi Pujol, después de que se ha visto apartado de la vida pública por el escándalo que siguió a la confesión sobre la herencia de su padre. "Yo le tengo un afecto muy grande. Conmigo se portó muy bien y hemos colaborado muchísimo. Me lo estimo, lo estimo mucho y bien, lo ayudo con todo lo que puedo", asegura.

Jorge Fernández me dijo 'te veo y me siento violento; yo soy católico y me siento violento'

La misma contundencia, pero en un sentido bien diferente, utiliza para referirse al exministro Jorge Fernández Díaz después de que, siendo alcalde de Barcelona, fue uno de los objetivos por la guerra sucia orquestada con el comisario José Manuel Villarejo. "La última vez que me lo encontré fue en una situación triste, el funeral de las víctimas del avión de Germanwings, y él era el ministro de jornada, venía el Rey, y él me dijo: Escucha, te veo y me siento violento; yo soy católico y me siento violento. Y dije, Pues mira, escúchame, yo también soy católico. Y si me pidieras te tendría que perdonar, me dijo un día te llamaré. No me ha llamado nunca más. Cosa que le agradezco. Además con todo lo que se va descubriendo está clarísimo que hizo una cosa que es un delito. Otra cosa es que no lo condenen", reprocha.

PASEO XAVIER TRIAS MARTA LASALAS / Foto: Montse Giralt
Un momento del recorrido con Xavier Trias por el paseo de Sant Joan / Foto: Montse Giralt

Trias, que trabajó dos años como pediatra en Génova, se confiesa entusiasta de la cocina italiana. No cocina –"soy capaz de hacer cuatro cosas, que no tienen ningún mérito. Mi mujer cocina muy bien"-; es aficionado a la bicicleta de montaña y a jugar a golf con los amigos; no baila – solo el día que caso a un hijo- y le gusta la música italiana. Pero su gran hobby es cenar con los amigo y hacer tertulia con ellos. No falta nunca a un partido del Barça, y va siempre con uno de sus hermanos -"somos los dos constantes que no fallamos nunca", y con alguno de los hijos, sobrinos o nietos, que se van turnando; en el Camp Nou le gusta encontrar a los vecinos de gradería de toda la vida y celebrar con ellos los goles. "Soy un enfermo del fútbol, he jugado a fútbol, mis hijos y algunos nietos míos ya juegan al equipo de fútbol que yo fundé cuando tenía 17 años, me gusta, me apasiona, y soy un entusiasta absoluto del Barça", confiesa.