En el Partido Popular estarán contentos este lunes: casi todos los diarios titulan que Pedro Sánchez "rechaza la propuesta" de Alberto Núñez Feijóo de reunirse esta semana "para establecer un diálogo responsable", por Spañññña, etcétera. Dicho sin ambages, compran el relato que quieren hacer circular los populares, donde Feijóo, el ganador de las elecciones, ejerce de estadista que quiere dialogar, mientras Sánchez es el oportunista arrogante que no acepta el resultado ni quiere escuchar. El Mundo en su título principal, lo saca de quicio: "Sánchez desprecia a Feijóo y presume que será investido". Los otros diarios utilizan la expresión "Sánchez rechaza a Feijóo" —excepto La Vanguardia, que son los mejores cuando quieren hilar fino.

A ver. En su carta, Feijóo propone una reunión para salvar España, como quien dice, sin agenda ni orden del día, ni más argumento que "he ganado las elecciones, acéptalo". No tiene más. En siete párrafos breves, el presidente del PP recuerda tres veces que es el vencedor y que "un factor continuo de gobernabilidad y normalidad" en España es que quién gana, manda, como si hacer lo contrario rompiera la cadena histórica de la legitimidad democrática. La carta va de fijar este relato, no de dialogar nada. Va hacer tragar a Sánchez un rendezvous más parecido a un traspaso de poderes que a un diálogo. Va de promover una versión nueva del "España se rompe". Va de reavivar el sonsonete del "gobierno ilegítimo" del PSOE con comunistas, terroristas y separatistas, el mismo que el PP y todo su aparato mediático han entonado desde que a Mariano Rajoy lo echó la moción de censura de 2018.

Ciertamente, la respuesta de Sánchez circula sobre un fondo de cabreo que no es difícil de percibir. De entrada, le dice de usted con el nombre de pila, que es tratamiento que dispensan los señores a los criados en las series de época. Gasta cierta mala leche desde el primer párrafo, en el que "agradece" a Feijóo la reanudación de la comunicación institucional, interrumpida por el PP al renunciar a aplicar el preacuerdo para renovar el Consejo del Poder Judicial. Sobre todo, le recuerda que el presidente del gobierno español no sale de la lista más votada sino de la mayoría de los diputados del Congreso, como establece la Constitución. Acepta encontrarse con Feijóo para hablar de asuntos de Estado pero después de que el Rey proponga a la cámara baja un candidato y se vote el presidente, como censurándole que se adelante a la real propuesta.

El título y subtítulo de La Vanguardia explican mejor que ningún otro el tira y afloja postal de este domingo. El diario barcelonés no deja muy bien pintado a Feijóo. Aunque en el título principal hace su típico café con leche —una parte de café y una de leche— en el subtítulo, sin decirlo, hace notar de que la carta de Feijóo es una maniobra trilera que pretende anticipar el debate parlamentario. Con los datos y los hechos en la mano, que los otros diarios expliquen como un "rechazo de Sánchez" todo este asunto de las cartas cruzadas es, como mínimo, una muestra de pereza, quizás también de poca comprensión lectora. En el caso de los diarios del Trío de la Bencina hay que añadir, además, una buena dosis de mala fe. Prepárate, que no será la última de este mes.

BOLA EXTRA. Acierta La Vanguardia de este lunes al publicar la foto de una protesta contra Francia en Niamey, capital del Níger, donde está en marcha un golpe de Estado encabezado por el general que comanda la guardia presidencial. La cruz es que no hacen notar que los manifestantes enarbolan pancartas en favor de Rusia y banderas rusas. Se ven pero no se entienden. Resulta fácil comprender la protesta contra Francia, la antigua potencia colonial, pero que los manifestantes pidan la intervención de Rusia es, cuando menos, destacable. Y titulable.

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