El PSC pone toda la carne en el asador ante las elecciones catalanas del 12 de mayo. Los socialistas se ven más cerca que nunca en los últimos 14 años de volver a llegar a la presidencia de la Generalitat. En Pallars asumen estos comicios como una oportunidad de oro ante unas encuestas que, hoy por hoy, los mantienen al frente de la carrera electoral rozando la cuarentena de escaños. Desde el 14 de febrero de 2021, los de Salvador Illa han ganado todas las elecciones en Catalunya: las del Parlament, las municipales y las del Congreso. En contraste con la situación de hace tres años, estos mismos sondeos abren la posibilidad que Illa sí que pueda llegar a la plaza Sant Jaume porque el independentismo podría no sumar. Con todo, el primer secretario de los socialistas repite una máxima ante estos pronósticos demoscópicos: "Las encuestas son como el perfume, bonito de oler pero peligroso de tragar". Y habrá que ver el impacto demoscópico que puede tener la decisión de Pedro Sánchez, que tiene a los cuadros del PSC descolocados, inmersos en la incertidumbre, pero al mismo tiempo movilizados.

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Para hacer realidad estos augurios y poder situarse al frente de la Generalitat de Catalunya, el PSC ha trazado una estrategia propia de un 'catch-all party', buscando difuminar las fronteras ideológicas con sus mensajes y así poder satisfacer tanto a la izquierda como a la derecha, tanto al independentismo (no cerrándose a un pacto con Esquerra Republicana o Junts per Catalunya) como al españolismo (poniendo como única línea roja el acuerdo con Vox, pero no con el Partido Popular, o abogando por un modelo de trilingüismo como hace Ciutadans). De hecho, esta es una apuesta que se ha implementado de una manera más clara desde que Salvador Illa encabeza la plancha electoral socialista. Este es un viraje que empieza a dar resultado a partir del 2021, ya que el 'procés' erosionó a los socialistas: los desdibujó en la arena electoral ante el auge de Ciutadans y los condujo a tener los peores resultados electorales de su historia (como pasó el año 2015).

Con el ascenso del independentismo, llegando a un nivel de apoyo inédito, y los gobiernos de la época marcando una línea de acción política claramente soberanista, la desorientación y desconcierto del PSC —inicialmente no veía con malos ojos el derecho a decidir, después se embarrancó con la apuesta federalista de Pere Navarro y no se repuso con la candidatura de Miquel Iceta hasta el punto de caer a los 16 escaños— situó a la formación en un punto en que los catalanes no los situaron como referentes de la alternativa al independentismo y Ciutadans pescó en río revuelto. Con todo, la situación cambió con la llegada de Pedro Sánchez a la Moncloa, el naufragio de Ciutadans y el cambio de cartel a un mes y medio de las elecciones del 14 de febrero de 2021, cambiando a Iceta por Salvador Illa, que había adquirido una clara notoriedad como ministro de Sanidad por la pandemia.

Geometría amplia de pactos y medidas con guiños a todo el espectro ideológico

Primero, fue el 'Ara toca Catalunya'. Después, el 'Unir i servir'. Finalmente, es la 'Força per governar'. Los tres han sido eslóganes del PSC en el último mes y medio, y todos ellos representan, según defienden desde la sala de máquinas de Pallars, los pasos a seguir y el camino para llegar a la Generalitat. El primero servía para "focalizar la prioridad", que es gobernar el país para "enderezar la década perdida". El segundo, utilizando dos verbos, quiere poner énfasis en "aquello que une a los catalanes y por qué" los socialistas quieren gobernar Catalunya: con esta fórmula, aspiran a impulsar la "tercera gran transformación social" del país. Finalmente, con 'Força per governar', se quieren reivindicar como un equipo "preparado" para liderar el ejecutivo y quieren apelar "de manera transversal" —en palabras de la jefa de campaña, Lluïsa Moret— al apoyo de la gente para conseguirlo: "Nos dirigimos a todos los catalanes y catalanas que, independientemente de lo que piense, sientan o hablen la lengua que hablen, tengan claro que es el momento de iniciar una nueva etapa para hacer avanzar a Catalunya y poner el énfasis en los problemas a abordar".

Para plasmar este perfil de orden, gestión y centralidad, los socialistas organizaron una conferencia un mes antes de los comicios con más de 1.200 personas provenientes de varios sectores de la sociedad civil. Había empresarios, gerentes culturales, rectores universitarios, presidentes de federaciones deportivas, los líderes de las patronales —Josep Sánchez Llibre, de Foment del Treball; Antoni Cañete, de Pimec; y Xavier Panés, de Cecot— y de los sindicatos, como Camil Ros (UGT). A su vez, también había exconsellers provenientes de la órbita de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) y Junts per Catalunya, como Santi Vila, Miquel Roca, Meritxell Ruiz o Miquel Sàmper.

Más allá de aglutinar un público variado en el eje ideológico, ha lanzado mensajes para intentar atraer a un electorado diverso: por ejemplo, ha reconocido el "liderazgo" de Jordi Pujol en la primera transformación de Catalunya que, según su opinión, sirvió para "recuperar y desplegar el autogobierno"; también ha hecho un guiño a votantes de Cs (que anteriormente eran del PSC) defendiendo un modelo trilingüe o haciendo una defensa aferrizada a la hora de centrarse en las "cosas que unen a los catalanes y no la que les separan"; ha rechazado la bajada de impuestos y plantea una reforma progresiva (colocándose, en este caso, más a la izquierda); y ha clamado a favor de la ampliación del aeropuerto del Prat, el Hard Rock y el Quart Cinturó, con un talante más business friendly. Todo se plasma mejor con su geometría para los pactos postelectorales: los únicos excluidos son Vox y Aliança Catalana. A partir de aquí, el 'presidenciable' socialista se muestra dispuesto a entenderse con muchos, desde la CUP hasta el Partido Popular.

Las propuestas principales del PSC para esta campaña serán un nuevo modelo de financiación que respete el principio de ordinalidad y que dé lugar a la creación de un consorcio tributario entre las haciendas catalana y española; un primer decreto ómnibus para combatir la sequía dotado con 3.500 millones de euros; el despliegue del Estatut con el traspaso de 50 competencias, un comisionado del autogobierno, que las políticas de lengua pasen a Presidència o una auditoría a los servicios públicos para ponerlos en el centro de la acción política.

El impacto Sánchez en la ecuación para ganar

Salvador Illa ve en Pedro Sánchez un aliado para la "normalización" y la "convivencia" en Catalunya. El PSC está convencido de que el presidente del Gobierno "se la ha jugado" por los catalanes con los indultos y la amnistía. Sin embargo, más allá de tener un cómplice, lo que une a Illa y Sánchez es una gran amistad, forjada en los momentos más duros de la pandemia. Por eso, la carta del jefe del ejecutivo estatal del pasado miércoles cambió una campaña en la que se preveía una participación récord del secretario general del PSOE, ya que tenía que venir a Catalunya a involucrarse en cinco actos (apertura en Sabadell, el domingo pasado en Santa Coloma de Gramenet, el jueves en Sant Boi de Llobregat, el sábado en Montmeló y el día de cierre, en Barcelona). Con todo, si dimite, en Pallars no cierran la puerta al hecho de que Sánchez acabe participando en algún mitin.

Hasta ahora, los mensajes de apoyo al inquilino de la Moncloa han eclipsado la campaña de "propuestas" del PSC. No obstante, los socialistas confían en que no impacte en sus expectativas electorales ahora que se ven más cerca de la Generalitat. De hecho, fuentes del partido sostienen que, sea cual sea el paso que haga Pedro Sánchez, la carta ya ha instalado un "efecto movilizador" entre un electorado socialista que, explican, se acostumbra a desentender de las elecciones autonómicas y solo vota en las españolas: "Ahora se sienten interpelados por la resistencia colectiva".

Un camino tortuoso hasta la recuperación con la victoria electoral

Las primeras movilizaciones con un volumen importante de gente, la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut y el desgaste del segundo tripartit dejaban muy tocadas las expectativas del PSC en las elecciones del 2010. Aunque José Montilla, que era el president de la Generalitat del 2006, encabezó el cartel socialista, lo cierto es que el resultado no fue nada bueno y cayeron por debajo de los 30 diputados, un resultado malo para el PSC. En aquellos comicios, Montilla recogió el 18,38% de los votos y 28 escaños, siendo imposible la revalidación del tripartit y visto el triunfo de Artur Mas, con 62 parlamentarios. Ante este contexto, Montilla dejó el acta del Parlament e inició el relevo al frente de la formación, que asumió Pere Navarro, entonces alcalde de Terrassa.

Ahora bien, el auge imparable del procés y de los partidarios de la independencia frustraron más las posibilidades de los socialistas ya que, en un contexto de más polarización, su apuesta federal no acabó de cuajar. El año 2012, el PSC caía a la tercera posición en escaños (20), por detrás de Esquerra Republicana; pero se mantenía segundo en porcentaje de voto, a pesar de bajar de la barrera del 15% —un hecho que no se había producido hasta entonces—. Este resultado, acompañado del descalabro en las elecciones del Parlamento Europeo, empujaron a Navarro hacia la puerta de salida, siendo el primer secretario de los socialistas catalanes más efímero de la historia.

 

En el 2015, ya con Miquel Iceta al frente, los socialistas se vieron afectados por el efecto de la irrupción de Podemos y Ciutadans a escala estatal. En el ámbito autonómico, eso reforzó a Ciutadans, que hizo el sorpasso a los socialistas en los trascendentales comicios de septiembre de aquel año —con Junts pel Sí como vencedor—. Los 16 asientos y del 12,72% de los sufragios se convirtieron en el peor resultado del PSC. Dos años después, habiéndose aplicado el artículo 155 con el concurso de los socialistas, el auge de Cs evitó un crecimiento del PSC. La candidatura de Iceta remontó ligeramente respecto al 2015, pasando a 17 escaños y un 13,86% de las papeletas. También impacta el volumen de participación, que fue de récord (81,94%).

Cuatro años después, el panorama cambió completamente. Ante el retroceso de Cs, el PSC aspiraba a pescar en este electorado y poder crecer para intentar competir de tú a tú con Esquerra Republicana y Junts per Catalunya. A priori, el 'presidenciable' tenía que ser Iceta por tercera vez consecutiva, pero las encuestas no apuntaban que el PSC fuera capaz de reunir este voto. Hacia finales de 2020, y vista la notoriedad que había adquirido con la pandemia, los cuadros ya empezaron a abrir la posibilidad que Salvador Illa diera el salto al Parlament y abandonara el Ministerio de Sanidad. Durante varias semanas, tanto él como los dirigentes del partido lo negaron, pero el penúltimo día del año se hizo oficial este cambio al frente del cartel electoral socialista. El efecto Illa se notó en los sondeos y eso se tradujo en la primera victoria del PSC en las elecciones catalanas desde el año 2003. Los socialistas fueron primeros con el 23,03% de los apoyos y 33 diputados, empatados en representación en la cámara catalana con ERC. Ahora, el objetivo es que esta victoria sea más amplia —buscan el millón de votos— y permita a Illa liderar el Palau de la Generalitat.