Tal día como hoy del año 897, hace 1.125 años, en el valle de Ora (entonces extremo nordoccidental del condado carolingio de Barcelona y actualmente comarca del Solsonès), moría Wifredo I, llamado el Velloso, primer conde de la estirpe nacional catalana de los Bellónida que gobernaría el casal de Barcelona (y los reinos de Aragón, València, Sicilia y Cerdeña) durante más de cinco siglos, hasta 1410. Wifredo el Velloso no fue mortalmente herido por los vikingos que amenazaban el reino carolingio de Francia, como afirma la tradición de las cuatro barras de sangre, sino que murió en una escaramuza con las tropas del valí islámico de Lleida en una zona fronteriza que se disputaban los dos poderes.

Pero el destacado protagonismo de Wifredo en el proceso de construcción nacional de Catalunya lo adquiriría al convertir el cargo condal (que era de nombramiento real) en hereditario. Wifredo fue el último conde carolingio nombrado por la cancillería de Aquisgrán y el primero que transmitiría el cargo a su hijo primogénito. No obstante, los condados carolingios catalanes —que a partir de Wifredo pasaron a ser gobernados por hijos, sobrinos y nietos del Velloso— siguieron formando parte del reino de Francia durante un siglo, hasta que a la extinción de la estirpe real carolingia (988), Borrell II de Barcelona no renovó el pacto de vasallaje y precipitó la independencia.

Otro hecho muy destacado en la obra política de Wifredo fue la repoblación de la zona central de Catalunya, que había quedado devastada después de la revuelta de Aysun (826-827), una guerra civil entre magnates autóctonos y funcionarios forasteros. La mayoría de los actuales pueblos y villas de Osona, del Bages, de Anoia y del Solsonès fueron creados por la obra repobladora de Wifredo (870-897). También Wifredo prestigió su estirpe con un matrimonio político muy provechoso: se casó con Guinidilda, bisnieta del emperador Carlomagno, y desde la entonces los Bellónidas de Barcelona siempre fueron una rama menor de la familia imperial.