Tal día como hoy del año 1479, hace 542 años, en Toledo (Corona castellanoleonesa); nacía Juana de Aragón y de Castilla; tercera hija (segunda chica) de Fernando de Aragón y de Isabel de Castilla; y mal nombrada "la loca". Después de la muerte prematura de los dos hermanos que la precedían (Juan, 1497; y María, 1498); se convirtió en heredera a los tronos de Toledo y de Barcelona. Entre 1504 (muerte de su madre Isabel la Católica) y 1506 (muerte de su marido Felipe de Habsburgo) fue reina titular de la Corona castellanoleonesa; pero, en cambio, no fue nunca soberana de la Corona catalanoaragonesa.

La vida adulta de Juana fue una auténtica tragedia. Convertida en una pieza estratégica del gigantesco tablero político de la monarquía hispánica, estuvo casada a los dieciséis años con Felipe de Habsburgo (1496). Durante los años de convivencia (1496-1516) Felipe le fue repetidamente infiel. Una parte importante de la investigación historiográfica actual apunta que le habría transmitido una enfermedad venérea, probablemente la sífilis, que habría sido la causa de los episodios de locura que ya sufría durante su matrimonio, pero que fueron especialmente graves después de enviudar.

Acto seguido al deceso de Felipe, el rey Fernando —que a la muerte de la reina a Isabel (1504) las aristocracias castellanas habían expulsado de Toledo con la histórica proclama "viejo catalanote vuélvete a tu nación"—; maniobró para usurpar a Juana el trono; con el pretexto que una mujer no podía gobernar en solitario, y que sus episodios de locura la inhabilitaban para el ejercicio del poder. Con la complicidad de la cancillería de Barcelona y de algunos destacados elementos de las clases oligárquicas castellanas, consiguió incapacitarla, recluirla en un castillo, y usurparle las funciones.

Juana estuvo recluida y maltratada hasta la muerte de su padre (1516). Sin embargo, con la llegada al trono de la monarquía hispánica de su hijo primogénito Carlos de Gante (1518); su situación no tan solo no mejoró, sino que empeoró notablemente. Mientras que durante la regencia de su padre (1506-1516) se le había permitido despachar ciertos asuntos de estado (como por ejemplo, la negociación y concesión de algunos viajes de exploración y colonización en América); desde la llegada al trono del hijo (1518) hasta su propia muerte (1555), se la tuvo cerrada a cal y canto.