Tal día como hoy del año 1833, hace 190 años, en un pueblecito del condado de Buckinghamshire (Inglaterra, Gran Bretaña), moría John Whitelocke, que había sido teniente general del ejército británico y comandante de las tropas británicas en la fracasada operación de invasión de Buenos Aires (1807), entonces capital de la colonia española del Río de la Plata. El poder británico hizo una valoración muy negativa de ese fracaso, porque "había desvanecido todas las esperanzas de abrir nuevos mercados a nuestras manufacturas", y Whitelocke fue sometido a un consejo de guerra que lo expulsó del ejército y lo declaró "inepto e indigno para servir al rey en ninguna clase militar".

El 28 de junio de 1807, un ejército británico formado por 10.000 efectivos y comandado por Whitelocke desembarcó en Ensenada (a 50 km al sur de Buenos Aires) e inició la marcha hacia la capital colonial sin, prácticamente, oposición de ningún tipo, hasta que fueron interceptados en las afueras de la capital colonial por un cuerpo de la resistencia local. Aquel cuerpo estaba integrado, entre otros, por dos compañías de los Miquelets de Catalunya (renombrado por orden del virrey Liniers como "Miñones de Cataluña") formadas, exclusivamente, por voluntarios catalanes residentes en la ciudad, principalmente en el barrio "catalán" de Montserrat.

Esa batalla fue denominada "Combate de Miserere" (por el nombre de la explotación agroganadera en la que se produjo el enfrentamiento), y —si bien se resolvió con una ligera ventaja a favor de los británicos— fue el preludio de un auténtico infierno para los soldados de Whitelocke. Cuando las tropas británicas entraron en la ciudad, fueron fustigadas permanentemente por las milicias urbanas, que estaban organizadas según el origen de sus integrantes (catalanas, vascas, gallegas, andaluzas, etc.). En esos combates urbanos, las seis compañías de los "Miñones de Cataluña" (dirigidas por su comandante en jefe, Jaume Nadal i Guarda) tuvieron un papel destacadísimo.

El 7 de julio de 1807, Whitelocke y sus tropas se retiraban de Buenos Aires tras sufrir más de 3.000 bajas. La victoria militar de la resistencia fue obra, exclusivamente, de las milicias urbanas. Las tropas de la metrópoli no estuvieron nunca, a pesar de la manifiesta amenaza de una invasión desde el año anterior. Este sería uno de los motivos que impulsaría el ideario independentista en el Río de la Plata (1808-1810). En la formación del primer gobierno independiente (Revolución de Mayo de 1810), formado por un presidente y ocho ministros, había dos miembros de los Miquelets catalanes: el capitán Joan Larreu (Balaguer, 1782) y el teniente Domènec Matheu (Mataró, 1765).