Tal día como hoy del año 636, hace 1.388 años, en Toledo (capital de la monarquía visigótica hispánica), moría el rey Sisenando, que había reinado durante cinco años (desde el 26 de marzo del 631) y que había alcanzado el trono después de una guerra que enfrentó a sus partidarios (la nobleza de las provincias Narbonense y Tarraconense, es decir, los territorios de las actuales Languedoc, Catalunya, Aragón y País Valencià), contra los del rey Suintila (la nobleza de las provincias Lusitania y Bética, es decir, los territorios de la mitad sur de los actuales Portugal y Andalucía occidental). Aquel conflicto tendría cierta dimensión internacional con la participación del reino franco de Neustria (el territorio de la mitad norte de la actual Francia) que daban apoyo a Sisenando.

Aquella guerra fue el primer testimonio de las fuertes tensiones territoriales que sacudirían la monarquía visigótica hispánica y que acabaría provocando su desaparición (711). Aquella guerra se resolvió a favor de Sisenando, pero no cerró el conflicto de forma definitiva. Durante las décadas siguientes, se sucedieron —de forma prácticamente alterna— los reyes que representaban las dos facciones que rivalizaban por el poder. El año 673 se reproduciría el conflicto bélico con la rebelión de Flavius Paulus y la nobleza de la Tarraconense y la Narbonense, contra el rey Wamba. Flavius Paulus, independizó estas dos provincias y creó el reino de los visigodos de Septentrión, de efímera existencia (673).

Estas tensiones territoriales se manifestarían constantemente hasta los últimos estertores de la monarquía visigótica hispánica. La presencia árabe en la península ibérica (711), que desembocaría en la desaparición del reino visigótico, se explica por aquel contexto de tensiones territoriales. Los árabes habían cruzado el estrecho de Gibraltar para dar apoyo a la nobleza de la Tarraconense y de la Narbonense, pero la derrota visigótica en Guadalete (711) precipitaría una inesperada empresa conquistadora árabe. No obstante, la nobleza del cuadrante nordoriental (Tarraconense y Narbonense), resistió en su territorio el empuje de sus antiguos aliados árabes hasta el 721 y, todavía, tuvo tiempo de coronar los dos últimos reyes visigodos: Agila (711-713) y Ardón (713-721).