Tal día como hoy del año 1943, hace 80 años, moría en el exilio de Friburgo (Suiza) el cardenal Francesc de Asís Vidal i Barraquer (Cambrils, 1868), arzobispo de Tarragona desde 1919. En la mitra tarraconense había desarrollado toda su carrera, hasta que al inicio de la Guerra Civil Española (1936), y después del golpe de estado anarquista del 20 de julio de 1936 (creación del Comité de Milicias Antifascistas), había sido amenazado de muerte por elementos dirigentes de la CNT-FAI, y se había refugiado en el monasterio de Poblet.

Allí sería localizado, y un grupúsculo anarquista de L'Hospitalet de Llobregat (que formaba parte de las siniestras Patrullas de Control) se desplazó, lo secuestró y lo recluyó en la prisión de Montblanc con el propósito de asesinarlo. La decidida intervención del conseller Ventura Gassol y el president Lluís Companys, que fueron informados por el médico local Joaquim Guitart, lo impediría. El presidente envió a un pelotón de paisano de los Mossos d'Esquadra, que irrumpieron en la prisión, lo rescataron, lo condujeron a Barcelona y lo embarcaron en un barco en dirección a Italia.

Vidal i Barraquer siempre había estado comprometido con la recuperación de la cultura catalana y la restauración de las instituciones políticas catalanas. Como principal autoridad eclesiástica del país había promovido decididamente el uso de la lengua catalana en la liturgia y la enseñanza. Y cuando había sido restaurada la Generalitat y proclamada la República (1931) había saludado el nuevo régimen "como producto de la voluntad popular, libre y pacífica".

A la muerte del president Macià (1933), había ordenado al obispo de Barcelona, Manuel Irurita —que se negaba a oficiar el funeral— el cumplimiento de su obligación pastoral. Pero donde adquirió celebridad sería en su posición contraria a la rebelión militar de 1936. Fue el único arzobispo del estado español que se negó a firmar la “Carta colectiva de los obispos españoles a los obispos de todo el mundo con motivo de la guerra en España”, que justificaba la guerra y daba apoyo al bando rebelde.

Esa negativa le costó la persecución del régimen franquista. Al finalizar el conflicto (1939), Franco, personalmente, se negó a autorizar el retorno de Vidal i Barraquer. Intentó, sin éxito, que el Vaticano nombrara a un nuevo arzobispo. Durante aquel tiempo se daría la curiosa circunstancia de que Vidal i Barraquer, como cardenal, participó en el cónclave de elección de un nuevo pontífice (febrero, 1939), sentado al lado del —también catalán— cardenal Gomà i Tomàs, promotor de la "Carta de los obispos españoles".