Tal día como hoy del año 1002, hace 1019 años, en Madinat Salim (actualmente Medinaceli, comunidad de Castilla y León); moría el general andalusí Al-Mansur, que durante dos décadas había sido —de facto— el máximo gobernante del Califato de Córdoba. También durante esta etapa de gobierno, dirigió varias campañas contra los dominios cristianos del norte de la península que fueron extremadamente mortíferas y devastadoras. Aquellas campañas tenían el propósito de destruir el avance territorial cristiano y obtener botín y cautivos, que eran vendidos en los grandes mercados de esclavos de Al-Ándalus.

Una de estas campañas la dirigió contra el condado carolingio de Barcelona. Según las fuentes, el 5 de mayo del 985, Al-Mansur salió de Córdoba al frente de un ejército formado por unos 40.000 efectivos en dirección a Murcia y Valencia. A mediados de junio ya había alcanzado la franja fronteriza que separaba el Califato y el reino carolingio de Franja, situado entre Olèrdola (en el norte) y Tarragona (en el sur). Las mismas fuentes revelan que entre mediados de junio y principios de julio de 985, el ejército de Al-Mansur devastó el territorio sur del condado de Barcelona (Penedès y Vallès).

El 6 de julio de 985, muy probablemente con la colaboración de un infiltrado, consiguió penetrar en el interior de la ciudad y la sometió a un terrible saqueo, mortandad y secuestro de cautivos. Las mismas fuentes revelan que Al-Mansur (que hasta entonces no había atacado nunca los dominios carolingios) se decidió a devastar Barcelona, capital de la marca carolingia de la Gotia, en el momento en que tuvo conocimiento que la monarquía francesa estaba inmersa en una guerra civil entre varias familias aristocráticas, que le impedía prestar ayuda militar a sus vasallos amenazados.

Aquella destrucción representó un antes y un después en la historia de la ciudad y del condado de Barcelona. Dos años después (987), moría Luis V de Francia, el último monarca carolingio. El conde barcelonés Borrell II, que había sobrevivido a la masacre de Al-Mansur, se negó a renovar el pacto de vasallaje (el reconocimiento de autoridad) al nuevo rey francés Hug Capet. De esta forma se producía la independencia de facto del condado de Barcelona y del resto de condados catalanes subordinados (por pactos familiares) a los Bellónidas barceloneses.